Un modelo de calavera humana impresa en 3-D. / Hospital Infantil de Boston
"El cirujano sostiene una cavidad ocular de plástico blanco transparente en cada mano. Separándolas lentamente, John Meara
muestra la distancia que había entre los ojos de Violet Pietrok al
nacer. Luego las acerca de nuevo para enseñar su posición transcurridos
19 meses desde que la operó.
Violet, que ahora tiene casi dos años, nació con un defecto poco
común conocido como fisura facial de Tessier. Según su madre, sus ojos
de color castaño oscuro estaban tan separados que su visión se parecía
más a la de un ave de presa que a la de una persona. Encima del ojo
izquierdo se apreciaba un gran bulto. No tenía cartílago en la nariz.
Los huesos que normalmente se unen para formar la cara del feto no se
habían soldado adecuadamente.
Sus padres, Alicia Taylor y Matt Pietrok, acudieron a Meara, del Hospital Infantil de Boston,
a miles de kilómetros de su hogar en Oregon, porque el cirujano
plástico había practicado cuatro operaciones similares en los últimos
tres años.
Antes de intervenir a Violet, Meara quería una idea más
precisa de su estructura ósea de la que podía ofrecerle una imagen en
una pantalla, así que pidió a su compañero Peter Weinstock que le
imprimiera un modelo tridimensional del cráneo de Violet a partir de
resonancias magnéticas.
El primer modelo le ayudó a decidir cómo debía proceder y a comentar
el plan de tratamiento con la familia. Otras tres impresiones en 3D
cuando faltaba menos para la intervención permitieron a Meara girar la
maqueta del cráneo en direcciones que le resultarían imposibles con una
imagen y que no intentaría con un paciente sobre la mesa de operaciones.
Luego pudo cortar y manipular la maqueta de plástico para determinar
cuál era la mejor manera de acercar las cavidades oculares más de 2,5
centímetros.
Esas maquetas impresas en 3D están transformando la atención
sanitaria, ya que brindan a los cirujanos nuevas perspectivas y
oportunidades para practicar y permiten a los pacientes y a sus familias
comprender mejor unos procesos complejos. Los hospitales también están
imprimiendo herramientas de formación y material quirúrgico
personalizado. Los médicos esperan poder imprimir algún día órganos de
repuesto.
“No cabe duda de que la impresión en 3D será una medicina revolucionaria”, afirma Frank Rybicki,
antiguo director del laboratorio de diagnóstico por imágenes en el
Hospital de Brigham y de Mujeres, situado a unas pocas manzanas del
Hospital Infantil de Boston, y ahora director de imagen médica en el
Hospital de Ottawa (Canadá).
“Acorta los procedimientos y mejora la
precisión”, añade Rybicki, un radiólogo que utiliza la impresión en 3D
en su trabajo con trasplantes faciales. “Cuando la bioimpresión se
afiance, lo cambiará todo”, remacha.
Células y órganos
Por el momento, la impresora expulsa una capa de plástico líquido en
lugar de tinta. Después añade una segunda capa, y luego otra, y poco a
poco se forma un cráneo, una caja torácica o lo que indique el cirujano.
El mismo proceso puede imprimir también estratos de células humanas.
Hasta la fecha, los investigadores han impreso vasos sanguíneos, órganos
sencillos y fragmentos de hueso. El año pasado le salvaron la vida a un niño de Utah utilizando una tablilla de plástico impresa en 3D, con la cual le abrieron la tráquea.
Weinstock, director del Programa de Simulación Pediátrica del Hospital Infantil de Boston,
ve los modelos en 3D como parte de un programa más amplio para mejorar
la labor quirúrgica. Explica que en el hospital de Boston y una docena
de centros pediátricos de todo el mundo, el programa de simulación
quirúrgica que desarrolló mejora la comunicación y la confianza de los
equipos, y aumenta su seguridad en sí mismos antes de unas operaciones
extremadamente complejas. Weinstock cree que también acorta el tiempo
que los pacientes permanecen anestesiados.
Si el programa, en marcha desde hace casi dos años, ha evitado
siquiera un error médico grave –y Weinstock está convencido de que ha
evitado muchos–, está amortizado, como también lo está la impresora 3D
de 400.000 dólares, que funciona de manera casi permanente en el sótano
del hospital.
Las maquetas del inusual cráneo de Violet permitieron a Meara
pronosticar con exactitud lo que encontraría debajo de aquel rostro que
hacía que los desconocidos se detuvieran por la calle. Meara ya había
recibido modelos impresos del cráneo de otros pacientes, pero tenía que
esperar durante semanas o meses una sola réplica que costaba miles de
dólares. La impresora de Weinstock generó cuatro copias idénticas en
unos pocos días, cada una de ellas por un precio de unos 1.200 dólares y
con una precisión milimétrica.
Experimentando con una maqueta que había modelado él mismo, Meara se
dio cuenta de que en su posición ideal, los huesos de las cavidades
oculares chocarían, lo cual limitaría la visión de Violet, así que
modificó el diseño para evitar esa colisión.
“La capacidad para mover físicamente esos segmentos es enorme”, dice
Meara. “De lo contrario, tienes que hacerlo por primera vez en el
quirófano”. A principios de octubre, el día en que Violet debía ser
intervenida, Meara consultó varias veces una maqueta en la sala de
operaciones. La cirugía salió tal como se esperaba.
A medida que mejoren las impresoras 3D, también lo harán los
resultados quirúrgicos, observa Rybicki. Pronto, los médicos
introducirán catéteres en réplicas de vasos sanguíneos, planificarán bypass para aneurismas y sentirán la diferencia táctil entre los tumores y los tejidos sanos, por ejemplo.
El falso quirófano de Weinstock, situado en la tercera planta del
hospital, parece, suena y huele igual que el de al lado, este de verdad,
incluidos el instrumental, los ruidosos monitores y el líquido rojo que
rezuma.
Ha contratado a un titiritero y ex ingeniero cinematográfico
para que las sesiones de práctica resulten más reales. Noah Schulz, un
ingeniero mecánico que se incorporó recientemente a la plantilla del
hospital después de haber trabajado en el mundo del espectáculo, aplica
su experiencia teatral a la creación de impresiones tridimensionales de
maniquíes quirúrgicos anatómicamente precisos.
Según Weinstock, neurocirujanos, cardiólogos y cirujanos ortopédicos,
entre otros, utilizan a menudo el quirófano de simulación “para
entrenarse”.
Aunque hasta el momento se han realizado pocos estudios sobre las
ventajas de la impresión en 3D o las simulaciones quirúrgicas,
investigadores del Departamento de Asuntos de Excombatientes han
demostrado que los ejercicios en equipo realizados en quirófanos
redujeron el número de muertes o lesiones en pacientes hasta en un 18%.
“Si resolvemos un problema, eliminamos un error, identificamos una
amenaza de seguridad latente o salvamos una vida”, reduciremos los
costes personales y económicos, afirma Weinstock, y añade que las
ventajas de ensayar procedimientos rutinarios, respecto a los cuales
médicos y enfermeras pueden volverse complacientes, son tan grandes como
en casos inusuales como el de Violet.
Los padres de Violet, que viven cerca de Salem, en Oregon, y tienen
otros cinco hijos, entre ellos Cora, la gemela de Violet, que está sana,
se sintieron reconfortados por los numerosos preparativos de Meara.
El
día de la operación, cuando el cirujano salió a hablar con la familia,
“lucía una sonrisa de oreja a oreja”, recuerda Taylor. “Anunció que todo
había salido a la perfección”. Conocer cada uno de los movimientos que
iba a realizar fue muy diferente “de abrir a Violet y decir: ‘¿Cómo
arreglamos esto?”.
Aun así, la recuperación de Violet ha sido difícil. La piel del cuero
cabelludo no era lo bastante fuerte para aguantar los puntos. Toda la
cicatriz amenazaba con abrirse, desde la parte superior de la cabeza
hasta la cara, y tres meses después sigue sin cerrarse.
La segunda
intervención para crear unos párpados que funcionaran solo ha sido una
solución parcial. Serán necesarias más operaciones para acercarle más
los ojos y añadir cartílago nasal.
Pasará mucho tiempo hasta que el rostro de Violet haga que la gente
se pare por la calle; algunas personas se muestran amables y curiosas, y
otras prestas a proferir insultos hacia una niña con un aspecto
diferente.
Pero Violet no parece darse cuenta. Juega al cucú tras con
desconocidos. Inclina la cabeza hacia atrás y se ríe incontrolablemente
cuando su madre le hace cosquillas. “Tiene algo increíble, algo que
encandila”, asegura Taylor." (
Karen Weintraub
, El País, 5 FEB 2015)
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