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11/1/11

Para la futura gobernanza mundial... un programa socialdemócrata

"1. El centro de gravedad de la economía internacional se desplaza rápidamente hacia Oriente y el Sur: aún más dramático, más de la mitad del crecimiento económico a nivel mundial en los últimos 15 años ha sido generado por los países emergentes y en desarrollo. (...)

Así, se muestra claramente que un grupo importante de países en desarrollo, entre los que destacan casi toda Asia, parte de Latinoamérica y amplias zonas de África, van convergiendo hacia niveles de riqueza de los países prósperos, otros están luchando para penetrar en ese selecto club, mientras que unos 25 países siguen sufriendo bajo el peso de la pobreza extrema, esencialmente en África Occidental y Central. (...)

3. La creciente importancia del Sur para el Sur: la intensificación extraordinaria de los flujos económicos y financieros entre los gigantes emergentes y los países pobres, a través del comercio y la inversión extranjera directa, es una de las grandes novedades de esta nueva era. (...)

4. La pobreza extrema se ha reducido en términos absolutos, pero ha aumentado la desigualdad al interior de los países. El realineamiento de la economía mundial ha permitido reducir el número de pobres en 120 millones durante los noventa y aproximadamente 300 millones en la primera mitad de la década del 2000. (...)

Veinte años después, los mercados financieros globales imponen su dictadura, muchos Gobiernos nacionales se ven impotentes y la ciudadanía apenas percibe diferencias en las salidas a las crisis entre Gobiernos progresistas y conservadores. Y es que aunque los problemas siguen siendo locales, las soluciones pasan por propuestas y políticas globales. En este sentido, se señalan tres áreas claves para un programa socialdemócrata de alcance global:

La primera prioridad es el establecimiento de una nueva gobernanza global: si los problemas del planeta cada vez son más globales, la responsabilidad y las soluciones deben compartirse entre todos. (...)

En segundo lugar, hay que lograr instrumentos de fiscalidad internacional. La protección y promoción de los bienes públicos internacionales (cambio climático, investigación contra enfermedades de transmisión, lucha contra la pobreza, etcétera), requieren de fondos suficientes y predecibles para financiarlos.

El establecimiento de figuras impositivas internacionales representa de mejor manera la búsqueda de soluciones globales a problemas de todos y debe ser un ámbito diferenciador para la socialdemocracia. El debate ha comenzado con los impuestos al carbono, a los bancos o a las transacciones financieras.

Además, una nueva fiscalidad internacional debe llevar a la erradicación de los paraísos fiscales. (...)

En tercer lugar, cuando las líneas divisorias entre países ricos y pobres se difuminan, también lo hacen las trayectorias de las migraciones humanas. Ya no es solo a los países de la OCDE donde emigran los trabajadores de los países pobres, sino que los flujos migratorios sur-sur se han vuelto casi tan importantes como los anteriores.

Por eso, es necesario un acuerdo migratorio global, que considere a los emigrantes fundamentalmente como seres humanos protegidos por derechos elementales, al mismo tiempo que se aprovechan sus capacidades productivas en beneficio de todos.

Las tres propuestas mencionadas, junto a otras como el reforzamiento de la regulación de los mercados financieros, el establecimiento de un mínimo social global o un nuevo orden para el comercio internacional, deben constituir el eje de una agenda global socialdemócrata renovada." (MANUEL DE LA ROCHA: La riqueza cambiante de las naciones. El País, 08/01/2011, p. 25)

6/7/10

Para un gobierno mundial

"Ahora bien, la gobernanza global no consiste en una estructura jerárquica de dirección. El proceso de gobernanza global no es la imposición de un nivel sobre otro, sino la articulación, frágil y conflictiva en no pocas ocasiones, de diversos niveles de gobernanza.

No estamos a las puertas de crear un sistema inclusivo en el que se adopten las decisiones globales ni, a la vista de la complejidad de los problemas, parece deseable. En lugar de una worldocracy que coordinara las distintas tareas propias de un proceso de integración, habrá múltiples instituciones regionales que actúen autónomamente para resolver problemas comunes y producir diferentes bienes públicos.

No tendremos un gobierno mundial, sino un sistema de gobernanza formado por acuerdos regulatorios institucionalizados y procedimientos que exijan determinadas conductas sin la presencia de constituciones escritas o de poder material. En este sentido es en el que puede definirse la gobernanza como la capacidad de que se hagan determinadas cosas sin la capacidad de ordenarlo, es decir, una forma de autoridad más que de jurisdicción.

El resultado de todo ello es más un campo desestructurado de batalla que una negociación formal, donde se abren posibilidades de intervención participativas, pero también formas de presión o hegemonía.

Algunos han dirigido una mirada escéptica en relación con las posibilidades de globalizar el derecho, la solidaridad o la política, llamando la atención sobre las dificultades políticas de dichos objetivos. Avishai Margalit, por ejemplo, se pregunta qué electorado puede sacar adelante tales objetivos, ya que "el cosmos no tiene política", carece de cuerpo político, no vota ni decide. Contra esta observación puede asegurarse, de entrada, que tampoco son menores las dificultades de la política en los ámbitos domésticos, en donde tenemos no pocos problemas de gobernabilidad.

Pero hay, además, una objeción de principio contra la idea de que no pueda hacerse política en un nivel diferente e inédito de los espacios ya constituidos. Seguramente, la mayor parte de los problemas políticos no han tenido ni sujeto ni procedimiento para resolverlos en el momento de su surgimiento.

La política tiene siempre una dimensión "constituyente"; el sujeto de decisión se constituye cuando surge el problema, y no al revés. E incluso cabe la posibilidad de una democracia sin demos, como es el caso del actual experimento europeo.(...)

Aunque el régimen de gobernanza global no esté dirigido por el modo de la política propio de los Estados nacionales, a la política le corresponde una tarea genuina tanto para la elaboración estructural de ese régimen como para la configuración de los correspondientes procesos de decisión." (DANIEL INNERARITY: Una política de la humanidad. El País, ed. Galicia, opinión, 09/06/2010, p. 32)

4/5/09

El gobierno mundial será posible gracias al miedo a una guerra nuclear

"La única forma de evitar el riesgo de una conflagración atómica es eliminar de raíz todas las armas nucleares del planeta, como ha propuesto el presidente Obama, desde la responsabilidad moral del único país que ha arrojado dos bombas atómicas.

La cuestión clave es si este empeño a la larga será factible. Por un lado, tiene que serlo, porque de ello depende la pervivencia de la humanidad; por otro, porque una buena parte de las dificultades que pudieran sobrevenir parecen invencibles. Así la desnuclearización total supondría, por lo pronto, la supremacía absoluta de Estados Unidos, ya que en armas convencionales sobrepasa con mucho a los demás países. Y no sólo los Estados nuclearizados no están dispuestos a perder su posición sino que incluso si todos los países llegaran al acuerdo de eliminar todas las armas atómicas, siempre cabría la posibilidad de un rearme atómico subrepticio.

Del mismo modo que, durante la guerra fría, la "disuasión por el terror" impidió un enfrentamiento bélico, al poner de manifiesto el sinsentido de una destrucción mutua, la necesidad de acabar con una amenaza nuclear podría ser un factor que acelerase la creación de un Gobierno mundial. La mayor amenaza de la humanidad, el armamento atómico, no sólo puede haber eliminado la guerra, al suprimir la posibilidad de que haya un vencedor, sino que podría también contribuir a una gobernanza planetaria, tan imprescindible como urgente." (IGNACIO SOTELO Un mundo desnuclearizado. (El País, ed. Galicia, Internacional, 30/04/2009, p. 6 )