Así, se muestra claramente que un grupo importante de países en desarrollo, entre los que destacan casi toda Asia, parte de Latinoamérica y amplias zonas de África, van convergiendo hacia niveles de riqueza de los países prósperos, otros están luchando para penetrar en ese selecto club, mientras que unos 25 países siguen sufriendo bajo el peso de la pobreza extrema, esencialmente en África Occidental y Central. (...)
3. La creciente importancia del Sur para el Sur: la intensificación extraordinaria de los flujos económicos y financieros entre los gigantes emergentes y los países pobres, a través del comercio y la inversión extranjera directa, es una de las grandes novedades de esta nueva era. (...)
4. La pobreza extrema se ha reducido en términos absolutos, pero ha aumentado la desigualdad al interior de los países. El realineamiento de la economía mundial ha permitido reducir el número de pobres en 120 millones durante los noventa y aproximadamente 300 millones en la primera mitad de la década del 2000. (...)
Veinte años después, los mercados financieros globales imponen su dictadura, muchos Gobiernos nacionales se ven impotentes y la ciudadanía apenas percibe diferencias en las salidas a las crisis entre Gobiernos progresistas y conservadores. Y es que aunque los problemas siguen siendo locales, las soluciones pasan por propuestas y políticas globales. En este sentido, se señalan tres áreas claves para un programa socialdemócrata de alcance global:
La primera prioridad es el establecimiento de una nueva gobernanza global: si los problemas del planeta cada vez son más globales, la responsabilidad y las soluciones deben compartirse entre todos. (...)En segundo lugar, hay que lograr instrumentos de fiscalidad internacional. La protección y promoción de los bienes públicos internacionales (cambio climático, investigación contra enfermedades de transmisión, lucha contra la pobreza, etcétera), requieren de fondos suficientes y predecibles para financiarlos.
El establecimiento de figuras impositivas internacionales representa de mejor manera la búsqueda de soluciones globales a problemas de todos y debe ser un ámbito diferenciador para la socialdemocracia. El debate ha comenzado con los impuestos al carbono, a los bancos o a las transacciones financieras.
Además, una nueva fiscalidad internacional debe llevar a la erradicación de los paraísos fiscales. (...)
En tercer lugar, cuando las líneas divisorias entre países ricos y pobres se difuminan, también lo hacen las trayectorias de las migraciones humanas. Ya no es solo a los países de la OCDE donde emigran los trabajadores de los países pobres, sino que los flujos migratorios sur-sur se han vuelto casi tan importantes como los anteriores.
Por eso, es necesario un acuerdo migratorio global, que considere a los emigrantes fundamentalmente como seres humanos protegidos por derechos elementales, al mismo tiempo que se aprovechan sus capacidades productivas en beneficio de todos.
Las tres propuestas mencionadas, junto a otras como el reforzamiento de la regulación de los mercados financieros, el establecimiento de un mínimo social global o un nuevo orden para el comercio internacional, deben constituir el eje de una agenda global socialdemócrata renovada." (MANUEL DE LA ROCHA: La riqueza cambiante de las naciones. El País, 08/01/2011, p. 25)