"Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno de España,
Le
ruego que me disculpe por robarle unos minutos de su tiempo, que sé que
es escaso y valioso; y en virtud de ello supongo que apreciará que vaya
directamente a la cuestión y no pierda el tiempo en formulismos.
Mi
nombre es Antonio Turiel, y soy Científico Titular del CSIC, con
destino en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona. Soy físico y
matemático de formación y doctor en Física Teórica con 14 años de
experiencia postdoctoral. Trabajo en el Área de Recursos Naturales del
CSIC y mi trabajo de investigación se centra en la explotación
oceanográfica de los datos de satélite y el estudio de la turbulencia.
Aparte de este trabajo de investigación, hago también una intensa tarea
de formación y divulgación sobre los problemas de sostenibilidad de
nuestra sociedad, y particularmente sobre los retos que supone el
inevitable decrecimiento energético al que estamos ya abocados.
Le
escribo porque, en mi calidad de servidor público, creo que una función
importante que debo cumplir es la de alertar sobre los retos que deberá
afrontar la sociedad española, especialmente aquellos que supongan
riesgos mayores poco abordados. Y después de unos años investigando el
problema de la creciente escasez de recursos energéticos estoy
convencido de que no se está abordando correctamente desde las
instancias públicas, en parte por las complejidades técnicas del
problema, y en parte porque la nueva situación entra en profunda
contradicción con las bases de nuestro sistema económico, financiero y
productivo y por tanto se hace odiosa de aceptar por parte de los
expertos económicos.
La
situación es, al final, bastante simple. Hemos llegado a un punto en el
cual no podemos aumentar mucho más la cantidad de energía disponible
anualmente para las actividades humanas en este planeta. Peor aún,
teniendo en cuenta que todas las materias energéticas no renovables
(petróleo, gas natural, carbón y uranio) siguen una curva de explotación
que siempre tiene una fase terminal de declino, que todas ellas están
ya cerca de su máximo productivo -si no lo han pasado ya- y que las
renovables no pueden ni de lejos ofrecer la misma cantidad de energía,
estamos abocados a un descenso energético prolongado y de gran magnitud.
En el caso del petróleo crudo, por fin en 2010 la propia Agencia Internacional de la Energía reconoció que superó su máximo productivo en 2006,
y que actualmente la producción total de petróleo sólo puede crecer si
lo hace la de petróleos sintéticos (arenas bituminosas, biocombustibles,
líquidos del gas natural, petróleos de esquisto…), que son petróleos de
menor poder energético, mayor coste energético de producción, menos versátiles para el refino
y encima de producción limitada ya que dependen de la disponibilidad en
grandes cantidades de otras materias, en particular gas y agua, cuyo
flujo no siempre se puede aumentar.
Estos problemas con el petróleo crean una situación de impasse histórico. El petróleo no es fácilmente sustituible por otras fuentes de energía y el coche eléctrico nunca será desplegado a gran escala. Se espera además que el gas natural llegue a su máximo hacia 2020, incluso contando con los no convencionales (el más destacado actualmente el gas de esquisto o shale gas, el cual tiene muy baja rentabilidad energética y por tanto económica). El carbón llegará a su máximo productivo en esta década, y en cuanto al uranio su cenit productivo se espera para entre 2015 y 2035, aunque estudios recientes se decantan más por la primera fecha.
Añádase a eso que el potencial eólico teórico de la Tierra en su conjunto no llega ni a la catorceava parte del consumo energético global, que las placas fotovoltaicas tienen un rendimiento energético insuficiente para mantener una sociedad (como se sabe, la energía que recupera una sociedad ha de ser unas 10 veces superior a la que se invierte en su extracción, so pena de entrar en una espiral de colapso económico),
que la hidráulica ya está al límite de explotación en Occidente, que
las otras renovables (geotérmica, mareomotriz, undimotriz,…) tienen un
potencial limitadísimo, y que en materia energética no hay milagros a la vista. El panorama que se dibuja para los próximos años es, por tanto, muy sombrío, puesto que energía es economía y faltando energía esta crisis económica no acabará nunca.
No
sólo los técnicos como yo están alertando del problema. Ya en 2010 la
compañía aseguradora Lloyd’s (la mayor del mundo) presentó un informe en
la Chatham House británica alertando de una posible interrupción global del suministro de petróleo
(y sus graves consecuencias) en 2013. Personalidades internacionalmente
reputadas del mundo de los negocios (como el inversor Jeremy Grantham) alertan de que los problemas con el suministro de materias primas son estructurales e irresolubles.
El propio Fondo Monetario Internacional ha comenzado a considerar que
los problemas de suministro de petróleo no se resuelven mediante una
mera regulación de oferta y demanda, sino que los factores geológicos
modulan la respuesta y pueden inducir una recesión (como muestra un documento de trabajo reciente). Incluso en el Banco de España un
estudio reciente sobre el problema de la energía neta llega a la
conclusión de que la geología domina sobre las señales del mercado y
que nos podemos estar adentrando en una época de escasez. Y por no
hablar de los cientos de documentos en que se analiza el problema de la
inminente escasez de petróleo por el Departamento de Energía de los
EE.UU., el Servicio de Inteligencia Militar de los EE.UU. (y también el alemán) o diversos think tanks de la industria.
A nivel político los movimientos son amplios fuera de nuestro país. La última Administración Bush encargó el llamado Informe Hirsch,
el cual analizaba el problema del Peak Oil y advertía de sus graves e
inminentes consecuencias. La presente Administración Obama tomó muy en
serio el reto, como se refleja en la elección del Secretario de Energía,
el Dr. Steven Chu, premio Nobel de Física y director del Lawrence
Berkeley National Laboratory hasta su nombramiento como Secretario de
Energía; el trabajo del Dr. Chu se centraba en la seguridad energética
de su país y ya en 2006 alertaba sobre la posible llegada del Peak Oil para 2010.
Los movimientos en el Reino Unido son de especial amplitud, con una
comisión parlamentaria especial para tratar de este problema y contactos
frecuentes con la industria y los expertos. Incluso en Francia, el
Primer Ministro François Fillon reconoció en la Asamblea Nacional en Abril del año pasado que la producción de petróleo ya sólo puede decrecer.
En cuanto a España, el peak oil ha sido abordado en multitud de
documentos públicos, desde el anterior Plan de la Energía de la
Generalitat de Catalunya hasta en las deliberaciones de la Comisión
Nacional de la Energía sobre la Ley de la Economía Sostenible presentada
por el anterior Gobierno. Hay, literalmente, cientos de documentos
donde se alerta sobre la inminencia y gravedad del problema, pero éste
es un debate público pero no publicitado.
Y
es precisamente esta falta de publicidad la que seguramente le está
haciendo más daño hoy en día al debate político y desgastando en demasía
a los gobiernos. Porque el problema del descenso energético no puede
ser abordado de una manera convencional. Porque la crisis energética no
se manifiesta como una escasez directa de energía, sino en una
progresiva falta de capacidad de acceder a la misma y una destrucción
económica continuada por falta de viabilidad de los negocios. La crisis
energética, que ya está instalada entre nosotros, mina la viabilidad de
nuestro sistema económico y por ende de nuestra sociedad.
Entiendo
que sus asesores le aconsejan que tome más y más medidas de austeridad
para garantizar el retorno a la senda del crecimiento, pero el problema
es que el crecimiento es ya físicamente imposible, por escasez de la
energía necesaria para ir a más; como mucho podemos aspirar a
mantenernos y en el peor de los casos a ir decreciendo lentamente,
arrastrados por el descenso energético. Resulta difícil refutar que el
petróleo ha entrado en una nueva era, la del petróleo caro, la del
petróleo difícil, la del petróleo incompatible con el desarrollo
económico. Incluso el más entusiasta de sus asesores comprenderá que hay
un grave problema estructural simplemente echándole un vistazo a la
gráfica de elasticidad de la producción de petróleo (sacada, por cierto,
de un artículo publicado en Nature este mismo año).
La
realidad, Sr. Presidente, es que vivimos un momento histórico que nadie
sabe de cierto cómo encarar, y que por ello mismo la actitud general
delante de él es la de negarlo. Pero negarlo sólo nos hunde más y más en
esta crisis económica que no puede acabar nunca.
Y como por desgracia ya está comprobando a Vd., Sr. Presidente, le
harán responsable de un proceso del que no tiene la culpa y contra el
que no puede hacer nada con los medios convencionales, con los medios
que hasta ahora se han adoptado.
Pero delante de esta crisis última, la de los recursos, podemos
reaccionar, podemos amortiguar sus efectos; podemos, sí, pero planteando
las cosas de una manera muy diferente a como se ha hecho hasta ahora.
No
puedo decirle qué es lo que debe hacer; es Vd. el Presidente y yo sólo
un simple servidor público. Sólo me permito sugerirle que preste una
atención preferente a la cuestión de la crisis energética y que
comprenda hasta qué punto es la causa última y fundamental de las
dificultades que estamos viviendo y de las que viviremos. Estoy seguro
de que a partir de ahí entenderá más claramente por dónde debemos
seguir.
Confío en Vd., Sr. Presidente. Nuestro futuro está en sus manos.
Atentamente,
Antonio Turiel
Científico Titular del CSIC" (colectivo burbuja, 11/05/2012)
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