"En el aspecto organizativo, el sistema sanitario que viene funcionará como una red de verdad; con un hospital de referencia dotado de los recursos tecnológicos más avanzados, con los profesionales más cualificados, y dispuesto a atender las patologías y procesos quirúrgicos más complejos. También tendrá menos camas de agudos pero más de críticos, y las habitaciones, individuales, estarán equipadas con los últimos avances tecnológicos.
Los hospitales comarcales o los centros de alta resolución de especialidades (CARE), que darán respuesta en torno al 75% de la demanda, tendrán un papel determinante en esa red. Y la atención primaria podrá ejercer el papel de "primer actor" que todo el mundo le reclama si se dota de más medios tecnológicos y humanos. "Hoy tenemos claro que la gestión horizontal de conocimientos y recursos es inevitable", explica Joaquín Martínez, gerente del hospital 12 de Octubre de Madrid. El nuevo sistema deberá potenciar el trabajo en equipo. "En cualquier unidad de nuestro hospital, en la unidad de mama, por ejemplo, pueden llegar a intervenir hasta una docena de especialistas en un determinado proceso. El viejo concepto de la organización por servicios, como algo aislado, está superado", insiste Martínez.
En este contexto, al médico va a exigírsele mayor formación, compromiso y responsabilidad social. Incluso se le pedirá más capacidad de gestión. Como apunta Melchor Hoyos, "en el momento en el que el médico echa una firma ya está gestionando recursos". Se prevé una organización por Unidades de Gestión Clínica. Por ejemplo, cardiología, endocrinología o gastroenterología serían unidades que autogestionarían su propio presupuesto y sus recursos. Sin embargo, se coordinarían entre ellas a la hora de tratar a un enfermo de diabetes con problemas coronarios y hepáticos. Los especialistas de cada unidad también podrán participar en actos quirúrgicos más complejos que se realicen en el hospital de referencia. "Se acabó eso del conocimiento estanco no compartido", recalca Joaquín Carmona, director de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP).
Carmona, que lleva más de dos décadas acumulando experiencia en la gestión sanitaria andaluza. Postula que la práctica clínica en los años venideros se basará en la evidencia científica, en el trabajo en equipo y en una formación permanente. "La evaluación de la práctica asistencial será una herramienta fundamental para mejorar los resultados clínicos, rompiendo con ello el tópico del control sobre el profesional", aclara el director de EASP. En el horizonte del sistema sanitario español se vislumbran también nuevas profesiones. "No podemos permitirnos tener un médico detrás de cada ordenador para hacer cualquier cosa", augura Jesús Caramés. "Sólo debe ocuparse de lo más complejo en el ámbito de su especialidad para poder compartirlo".
Así que es probable que coticen al alza nuevas profesiones como los técnicos de óptica y oftalmología, o los que se dediquen a hacer endoscopias o ecografías, por poner sólo algunos ejemplos. También estará cotizado el cuidador con conocimientos. En general, la enfermería está llamada a ser pieza clave en la transformación sanitaria que se persigue. Porque no sólo se quiere apostar por que el médico vuelva a estar más cerca del enfermo ?"que le toque más; tocar cura", dice Álvarez?, sino que, ante el panorama que se avecina con el envejecimiento progresivo de la población, la enfermería, por fuerza, debe cobrar mucho más protagonismo.
La gestora del caso será, con toda probabilidad, esa figura que todos aguardan que emerja. ¿Quién será y qué cometidos tendrá?" (El País, Salud, 13/06/2009, p. 2/3)
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