"La creciente facilidad con que la gente puede intercambiar bienes,
servicios y mano de obra directamente a través de Internet está
transformando el funcionamiento de las economías modernas. Pero para
garantizar que esta ascendiente “economía del compartir” funcione
eficientemente y mejore la situación de todos, hará falta algo de
regulación.
Ahora la gente tiene medios para eludir muchas de las empresas de
servicio tradicionales. Puede compartir medios de transporte mediante Uber, Lyft o RelayRides; ofrecer alojamiento a través de Airbnb; subcontratar tareas hogareñas en TaskRabbit, Fiverr o Mechanical Turk; y organizar la entrega de las compras a través de Favor e Instacart. Asimismo, plataformas de crowdfunding como Kickstarter y Lending Club
permiten a nuevas empresas obtener subvenciones, préstamos o
inversiones de la población general, en vez de depender de
intermediarios financieros.
Al eliminar la intermediación, estas plataformas electrónicas
empoderan a la gente, reducen los costos de transacción y crean una
economía más inclusiva. Pero su evolución no es para nada sencilla, y el
éxito de muchos de estos servicios dependerá de una cuidadosa
regulación (como quedó de manifiesto tras recientes protestas y fallos judiciales contra Uber en Europa).
Una de las razones del tremendo impacto de Uber y otros pioneros de
la economía del compartir es que son una forma sumamente eficiente de
capitalismo sin intermediarios, que permite a compradores y vendedores
acordar el precio de cada transacción directamente, y donde la reputación de las empresas depende de comentarios sin filtro de los
clientes, lo que genera una presión continua por mejorar el desempeño.
La economía del compartir también estimula el espíritu emprendedor,
conforme la gente encuentra nuevas formas de llenar los huecos del
mercado. Lo que empezó como un modo sencillo de incrementar los ingresos
hogareños (ofreciendo el departamento o auto propio en alquiler) se
convirtió en una formidable fuerza disruptiva.
La revista Forbes estima
que en 2013, los ingresos de la economía del compartir superaron los
3.500 millones de dólares. Durante el Mundial de Fútbol 2014 en Brasil
(un país con escasez crónica de cuartos de hotel), más de 100.000
personas hallaron alojamiento a través de sitios web donde la gente
comparte sus casas.
Además, el acceso a oportunidades de compraventa se volvió mucho más
inclusivo: la mitad de los arrendadores estadounidenses en Airbnb son
gente de ingresos bajos a moderados, y el 90% de los arrendadores
mundiales alquilan su vivienda principal.
Varias ciudades ya reconocieron los beneficios que surgen de promover
la economía del compartir. Por ejemplo, Seattle desreguló los sectores
de transporte y hotelería, lo que supone un desafío a los monopolios de
taxis y hoteles. (...)
Algunas empresas ya tienen sus propias normas de funcionamiento.
TaskRabbit, un sitio para la subcontratación de tareas hogareñas (por
ejemplo, ensamblar muebles de Ikea), impuso el pago de un salario mínimo
a los participantes y lanzó un sistema de seguros para proteger a sus
trabajadores en Estados Unidos.
Pero por otra parte, las plataformas
tecnológicas que usan métodos algorítmicos para la asignación automática
de turnos y horarios a los trabajadores según los ciclos de negocio
siguen siendo un trastorno para la vida familiar y causa de estrés
innecesario. Las autoridades deben anticiparse a estas tendencias en la
economía del compartir. (...)
Aunque el autoempleo y el trabajo de media jornada no son fenómenos
nuevos, la economía del compartir es diferente, porque permite a los
autoempleados convertirse en “nanotrabajadores” que cambian de empleador
varias veces, no en el transcurso de un mes o una semana, sino en un
mismo día.
Mientras las tasas de desempleo en Estados Unidos y Europa se
mantienen altas y los salarios siguen estancados, cada vez más gente
depende de estas fuentes de ingresos diversificadas. En la actualidad, casi 27 millones de estadounidenses viven de ingresos por trabajos de media jornada o ganados de proyecto en proyecto.
En momentos en que casi la mitad de los empleos de servicios
en la OCDE corren riesgo de automatización, la economía del compartir
puede suavizar el trastorno que sufrirán los trabajadores desplazados
mientras actualizan sus capacidades. De hecho, los datos de la economía
del compartir pueden ayudar a los gobiernos a identificar a los
trabajadores más vulnerables y facilitar su reconversión.
La economía del compartir muestra la convergencia del espíritu
emprendedor con la conectividad tecnológica. Aunque los choferes de taxi
y los dueños de hoteles se sientan amenazados, la economía del
compartir puede ayudar a aumentar y redistribuir los ingresos en
ciudades que ya tienen serios problemas de pobreza y desigualdad.
Promete crear un entorno más próspero e inclusivo donde los desplazados
tendrán mejores perspectivas." (Project Syndicate | Ayesha Khanna, Parag Khanna, en Tribuna Libre, 29/09/2014)
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