23/12/09

"Me hice pirata al ver el dinero que tenían"



""Me uní a los piratas en 2005. Había combatido en la guerra civil y sabía manejar armas y luchar. Eso me facilitó la entrada en un grupo pirata. Me uní a ellos porque solían alquilar mi coche y pude ver la gran cantidad de dinero que tenían. Participé en cuatro ataques a barcos. Fracasamos en tres y tuvimos éxito en uno. Capturamos un barco gigante lleno de mercancías durante cuatro meses. Nos pagaron un rescate y nos lo repartimos. Fue a principios de 2006. Utilicé ese dinero del mejor modo para mi familia y mis parientes, y estoy feliz de haberlo hecho. Me dieron 70.000 dólares". (...)

"Sabemos qué es cada barco. Si tiene radares grandes, es un barco militar y nos alejamos. Si es un barco pequeño, no lo queremos, es inútil. Pero si el barco es grande, disparamos algunas balas y esperamos para ver si responden al fuego. Después, volvemos a dispararle. Son más lentos y nosotros tenemos lanchas rápidas. Un hombre sube primero y nos pasa información. Después todos abordamos el barco", relata un pirata que se hace llamar Red Beard (Barba Roja).

Buscan barcos grandes y, preferiblemente, europeos. "Su tripulación es más cara, en parte, porque son países con Gobiernos sujetos a la presión política", explica Stephen Askins, ex marine de EE UU y ahora abogado del bufete británico Ince&Co. Su empresa, que negocia y organiza el pago de los rescates, recibe ingresos millonarios cada año. A veces, más que los propios piratas, que han ganado cerca de 75 millones de dólares (más de 50 millones de euros) en rescates, según calcula el Real Instituto de Estudios Internacionales, también conocido como Chatman House. "La entrega en paracaídas", precisa Askins, "cuesta unos 300.000 dólares".

Los piratas no tienen prisa. Pueden esperar durante semanas en alta mar a su presa. Los que secuestraron el atunero vasco Alakrana el 2 de octubre llevaban 19 días navegando en busca de una víctima fácil. Con una pequeña inversión -un esquife cuesta entre 1.000 y 2.000 dólares y a veces los propios somalíes pagan para participar en un ataque como inversión-, pueden conseguir un rescate de entre dos y tres millones de dólares. Los precios son directamente proporcionales al tiempo que dure el secuestro. El nerviosismo aumenta la presión y la cantidad que está dispuesto a pagar un armador o un Gobierno para zanjar la crisis. Por eso cada vez se toman más tiempo. El Win Far lleva retenido desde abril.

Según el mediador Andrew Mwangura, los piratas calculan el rescate en función del tipo y la antigüedad de barco (que consultan por Internet), la carga y el número y nacionalidad de los tripulantes. Por eso, advierte que el precio final del Alakrana será "mucho mayor" que el del Playa de Bakio (700.000 euros).

Los jefes se llevan el 20%. Otro 20% lo reinvierten en futuros ataques (armas, combustible...); los piratas se reparten un 30% de las ganancias y el 30% restante es para sobornos, según Chatman House. Todos los piratas entrevistados para el estudio financiado por el Gobierno noruego se habían comprado una casa y un coche. Otros utilizaban su parte para abandonar Somalia rumbo a EE UU, Europa Occidental, Canadá, Dubai o Kenia. En este último país, los investigadores localizaron un hotel comprado por piratas.

Es muy difícil seguir el rastro del dinero. Se extiende muy rápido. El Real Instituto de Estudios Internacionales explica que el método de transferencia al extranjero empleado generalmente es la hawallah, un sistema tradicional por el cual el dinero en efectivo no sale del país, sólo cambia su título de propiedad para que otro pueda sacarlo desde el extranjero. Dubai es uno de los destinos favoritos.

No mueven tanto dinero como los traficantes de droga, pero la ecuación riesgo-beneficio es mucho más ventajosa. Entre el 50% y el 60% de los piratas capturados por militares han quedado en libertad, según Chatman House. Los Estados que les han enviado a sus tribunales, como España, son una excepción." (El País, ed. Galicia, España, 15/11/2009, p. 18)

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