"Un equipo de 100 cirujanos, anestesistas, enfermeras, bioingenieros y
 otros expertos planearon y llevaron a cabo una complicada operación 
para separar a las dos siamesas, Safa y Marwa Ullah, de Pakistán, que 
nacieron unidas por la cabeza, informa El País. Las pequeñas 
permanecieron 50 horas en la mesa del quirófano, a través de una serie 
de fases. 
La primera tuvo lugar a finales de octubre. Las niñas tenían 
entonces 19 meses. La operación definitiva, que logró finalmente 
separarlas, tuvo lugar el pasado 11 de febrero, en el hospital 
londinense de Great Ormond Street. "Con la ayuda de Dios, soy capaz de 
tener en mis brazos durante una hora a cada una de mis hijas. Dios ha 
respondido a mis plegarias", ha dicho Zainab Bibi, la madre, de 34 años.
Las pequeñas estaban unidas a través sus cráneos y de sus vasos 
capilares, una de las vertientes más complicadas de tratar en estos 
casos de siameses, que apenas se producen en 10 nacimientos de entre un 
millón. Zainab ya había sido antes madre de siete hijos. Con todos 
ellos, el parto fue en su propia casa. Cuando supo que iba a tener 
gemelos, se dispuso a hacer lo mismo. 
Pero las ecografías advirtieron de
 posibles complicaciones y los médicos le sugirieron que tuviera a las 
niñas en un hospital. Zainab estaba sola. Su marido había muerto dos 
meses antes de un ataque al corazón. El equipo pediátrico le advirtió de
 que las gemelas podían nacer unidas entre sí, pero nadie imaginaba la 
complejidad del problema. Nacieron el 7 de enero de 2017, mediante 
cesárea, en el Hospital Hayatabad de Peshawar (Pakistán).
Los médicos esperaron unos días antes de explicarle a Zainab la 
situación, y la primera imagen de sus hijas que vio fue una fotografía. 
Enseguida se enamoró de ellas, ha contado a la cadena británica BBC. 
"Eran preciosas, con un pelo maravilloso y una piel blanca y brillante. 
Ni siquiera pensé en el hecho de que estuvieran unidas. Eran un regalo 
de Dios", ha dicho la madre a la BBC, que tuvo acceso directo a los 
pormenores de la operación.
Sus nombres, Safa y Marwa, son los de las colinas gemelas en La Meca 
(Arabia Saudí), que ocupan un papel central en el rito islámico de la 
peregrinación.
La familia decidió de inmediato proceder a la separación de las 
pequeñas, en la medida en que fuera posible, pero el primer hospital 
militar al que acudieron y que se ofreció a llevar a cabo la operación, 
les advirtió de que una de las dos moriría necesariamente. Por una 
coincidencia, se encontraba en la región Owase Jeelani, un neurocirujano
 pediatra que trabaja en uno de los hospitales infantiles más 
prestigiosos del mundo, el Great Ormond Street, de Londres. Después de 
ver los escáneres de las niñas, se mostró convencido de que podían ser 
separadas, pero debía hacerse, sugirió, antes de que cumplieran el 
primer año.
Los técnicos y expertos que se volcaron en la operación (Great Ormond
 Street había realizado ya, con éxito, dos intervenciones similares en 
años anteriores) usaron realidad virtual para recrear la anatomía exacta
 de las pequeñas, junto con modelos en plástico realizados con impresión
 3D para poder ensayar la operación. En la primera intervención, debían 
separarse los cerebros de las pequeñas. En la segunda, los vasos 
capilares. En la tercera, controlar el flujo sanguíneo de cada una de 
las pequeñas. Fue en la última intervención cuando surgieron los 
problemas. 
El ritmo cardiaco de Marwa comenzó a descender y se temió que
 pudiera morir en la misma mesa de operaciones. Safa llegó a sufrir una 
parada cardiaca. El doctor Jeelani, cuenta la BBC, tuvo claro que Marwa 
era la más débil de las mellizas. Decidió derivar hacia ella una de las 
venas compartidas que resultaba vital. Aumentarían así sus posibilidades
 de sobrevivir, pero también era consciente de que el impacto sería duro
 sobre el estado de Safa. 20 horas después, el equipo respiró aliviado.
En la intervención final, David Dunaway, un especialista en cirugía 
reparadora, reconstruyó los cráneos de las pequeñas usando su propio 
material óseo. Se terminaron de separar algunos vasos capilares y 
tejidos del cerebro y se dispusieron fragmentos de piel, ensanchados 
previamente, para cubrir sus cabezas.
Toda la operación fue costeada por un donante anónimo. "Ha sido 
maravilloso conocer a las niñas y a la familia. Su fe y su determinación
 han sido fundamentales para permitirles afrontar este desafío, y 
estamos realmente orgullosos de ellos", ha dicho el doctor Jeelani."                 (Imprimalia, 16/07/19)
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