"Google nos monitoriza constantemente. Como otras muchas, cierto, pero
 a lo bestia. Y como esas otras, lo hace para mejorar los servicios que 
proporciona y, claro, para ofrecer mejor publicidad contextual. Todos 
esos datos, no obstante, podrían acabar sirviendo para algo más. 
Es lo que revela un vídeo interno de Google que acaba de salir a la 
luz. El corto de apenas 9 minutos titulado 'The Selfish Ledger' nos 
muestra cómo la idea de construir un 'libro contable' sobre nuestra 
actividad es útil para cosas inquietantes, como las de influir en nosotros y nuestra capacidad de elección futura. 
Somos lo que hacemos
El vídeo plantea una singular visión de futuro más propia de un episodio de 'Black Mirror' que de una realidad con la que convivamos día a día. Lo hace a partir de una serie de teorías y reflexiones que hacen llegar a sus responsables a conclusiones preocupantes. 
El creador del vídeo es Nick Foster, que fue responsable de diseño en esa división secreta de I+D llamada Google X.
 El vídeo, creado en 2016, comienza hablando de la teoría de la 
evolución y deriva su título del libro de Richard Dawkins de 1976 
titulado 'The Selfish Gene'. 
En este caso la premisa básica consiste en que cada persona tendría un "libro contable" con un registro constantemente creciente de datos recolectados
 que Foster llama 'Selfish Ledger'. En el futuro, explica, ese libro no 
solo permitiría registrar nuestras acciones y comportamiento en el 
pasado, sino "ofrecer direcciones hacia un resultado deseado". 
Ese libro se heredaría a futuras generaciones, no solo a tu 'linaje',
 sino incluso a toda la sociedad, que se vería también 'enriquecida' e 
influida por todos esos datos. Evidentemente las implicaciones sobre privacidad vuelven a aparecer, pero a lo grande: ¿ahora resulta que nuestros datos podrían ser objeto de estudio para siempre?
Datos que sirven para influirnos
¿Qué significa eso? Pues en uno de los ejemplos se indica cómo se 
podrían usar impresoras 3D personalizadas que recolectaran más datos y transacciones multigeneracionales que ayudaran a solucionar problemas globales como la pobreza. 
Esos datos harían que este sistema se anticipara a nuestras necesidades
 y a las del propio libro de cuentas, que por ejemplo usaría esa 
impresora 3D para fabricar una báscula y así poder hacer un seguimiento 
de nuestro peso para completar ese seguimiento con más y más datos 
relevantes.
Ese libro contable personal sería además utilizado para dirigirnos a 
esa solución global a través de acciones locales. Por ejemplo, nos 
recomendaría y sugeriría comprar productos cultivados localmente en lugar de importados. 
El vídeo filtrado por The Verge ha causado cierta intranquilidad
 entre los que lo han visto, y desde luego parece una reflexión muy 
coherente con esa rama de investigación de una empresa que no para de 
recolectar datos. 
En Google, eso sí, aclaran que "entendemos que sea perturbador",
 y explican que en él se usa una técnica llamada 'diseño especulativo' 
en la que "se exploran ideas y conceptos incómodos para provocar el 
debate y la discusión". Eso sí: este vídeo "no está relacionado con 
ningún producto actual o futuro", concluyen.
¿Dónde queda la privacidad?
El vídeo ha vuelto a disparar el debate sobre privacidad y recolección de datos que también se reactivó durante la pasada Google I/O 2018. 
Características como el autocompletado de correos de Gmail o el 'terrorífico' asistente de Google que casi llama solo por teléfono no ayudaron a tranquilizar a quienes se preocupan por el futuro de nuestros datos. 
No lo hacen porque todas esas características se nutren, cómo no, de nuestros datos. No solo eso: toman decisiones por sí solas:
 cómo completo esta frase, a qué hora reservo la peluquería. Lo hacen 
ciertamente con la intención de hacernos la vida más cómoda, pero ¿hasta
 qué punto deben hacerlo? ¿Dónde están los límites de esa ambición?
El vídeo parece apuntar no a una relajación de esa ambición, sino a 
llevarla a límites que hasta ahora no imaginábamos. Unos en los que todo
 lo que hacemos acaba en ese registro transgeneracional que afecta nuestras elecciones futuras, pero que además nos pide aún más datos que recolectar cuando 'siente' que le falta algo. 
De repente cuantificarlo todo en todo momento no es la excepción, sino la norma. Y eso, al menos a algunos, da pánico."                  (Xataka, 21/05/18)
 
 
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