"Usted puede solicitar un libro en su biblioteca y quizá
no dispongan de ese título. Es una situación que a más de uno le habrá
ocurrido, como cuando las novedades no llegan por falta de presupuesto y
de recursos. Y más ahora cuando los presupuestos para bibliotecas no dejan de flaquear.
Sin embargo, en EE UU la coyuntura está cambiando debido a la expansión del préstamo digital. Si usted quiere ese título, el bibliotecario puede comprarlo inmediatamente a uno de los agregadores de contenidos con los que tenga convenio, y usted ya lo tendrá en su dispositivo.
El entorno digital está cambiando todas las reglas del juego del
préstamo y en EEUU ya hay varias empresas que están formando parte de
esta transformación. Una de ellas es española, la plataforma de distribución Odilo, que ha llegado a acuerdos con las editoriales más importantes del país –desde
HarperCollins a Simon & Schuster y MacMillan– para distribuir sus
ebooks a través de su propia tienda online donde sean los bibliotecarios
quienes compren allí directamente los ejemplares.
La
tienda, OdiloPlace, de momento funciona en EE UU con 60.000 títulos,
aunque está previsto lanzarla en pocas semanas en España. "Lo que
permitirá es la compra directa y en cualquier momento.
Si un usuario
pide un título, desde la biblioteca se puede pedir", explica su
consejero delegado, Rodrigo Rodríguez, a eldiario.es. Como valor
añadido, esta tienda ofrece las novedades de las editoriales y facilita cualquier modelo de préstamo, desde 21 días a 15 o cuatro. Los títulos también estarán disponibles para todos los dispositivos, incluido Kindle.
En España, Odilo ya trabaja con varios sellos españoles en más de 250 bibliotecas, entre públicas, universitarias y especializadas –dos de ellas son, por ejemplo, la del Congreso y la del Instituto Cervantes–
y también participa en algunos pliegos –montante de ebooks- de la
plataforma estatal ebiblio, gestionada en su mayor parte por la
distribuidora Libranda, que es la empresa que ganó el concurso estatal (este
año saldrá otra vez a concurso).
Sin embargo, en nuestro país el
sistema es algo diferente, ya que es esta plataforma la que ha
facilitado un monto cerrado de 1.500 títulos, con lo que la reposición
de novedades tarda en llegar. Por otra parte, los ebooks de Libranda no
están disponibles para Kindle.
Odilo ya tiene convenios con redes de bibliotecas
de tres estados norteamericanos, Colorado, Michigan y Alaska. Han
dispuesto la plataforma de software y también los contenidos, que les
han sido algo más fáciles de conseguir que en España.
"Los editores
están más dispuestos al préstamo digital. Se han dado cuenta de que es
una forma de hacer llegar sus libros, incluso aquellos con menos
posibilidades de préstamo", admite Rodríguez. Ahora han dado un paso de
gigante al conseguir los contenidos de los grandes grupos editoriales de
EEUU para poder venderlos a cualquier biblioteca de cualquier país.
Por supuesto, no es la única plataforma que tiene que pujar en el mercado estadounidense. Allí está muy bien instalada OverDrive,
que ya en lanzó en 2002 su plataforma "Reserva de biblioteca digital"
para descargas de libros desde bibliotecas públicas.
Tiene más de dos
millones de títulos digitales de más de 5.000 editores y su red global
incluye más de 27.000 bibliotecas y escuelas en 50 países en todo el
mundo. A esta plataforma también se suma 3M Cloud Library. Son plataformas que permiten la compra directa
por parte de los bibliotecarios. Claro está que allí los presupuestos
que manejan las bibliotecas son muy diferentes.
"Se entienden como
centros comunitarios, la gente va allí a trabajar, hay cuentacuentos
todos los días… Y, por ejemplo, en Colorado, parte del impuesto de la
gasolina y la matriculación de los coches va directamente a las
bibliotecas", sostiene Rodríguez.
Más allá de estas grandes plataformas de contenidos y
cómo interactúan con las bibliotecas norteamericanas hay otras
transformaciones en el sector propiciadas por la acción de estos
centros.
Como bien explicaba Julio Alonso, de la biblioteca de la
Universidad de Salamanca, el pasado mes de noviembre en su blog Universo Abierto, gracias a las herramientas digitales las bibliotecas pueden convertirse en uno de los actores más activos de la cadena del libro. Mucho más que cuando sólo prestaban libros físicos. Otro dato interesante es que diez bibliotecas públicas de EE UU han superado en 2014 el millón de préstamos de libros electrónicos.
Así, una de los cambios que resaltaba era su papel como posibles
editoras a raíz de las palabras de Jamie LaRue, quien fuera director de
Bibliotecas del Condado de Douglas (Colorado) en el suplemento
E-content: "Una vez que una biblioteca invierte en la infraestructura
para gestionar libros electrónicos directamente de los editores, dispone
de la misma infraestructura que le permite ser editor".
De ahí, además,
a la autopublicación sólo hay un paso, puesto que como manifestaba
Alonso, muchas bibliotecas, al tener ya esa infraestructura, ya se están
generando un catálogo propio de autores locales que distribuyen entre
sus usuarios.
Otra transformación tiene que ver con la autogestión, es decir, tener una plataforma propia, algo que ya ha hecho en España la Universidad de Salamanca con CIELO, donde también compran directamente a los editores, al igual que ocurre con la plataforma vasca e-liburutegia.
Uno de estos proyectos en EEUU es eVoke 2.0: Colorado Statewide eBook Pilot Project , cuyo
objetivo "es desarrollar una infraestructura de contenidos digitales en
la nube que proveerá capacidades de compra y préstamo de contenidos
electrónicos a las bibliotecas de Colorado. Además también está
desarrollando una plataforma basada en software libre que puede ser de
utilidad para otras bibliotecas", explicaba Alonso.
El tercer cambio consiste en la creación de plataformas de código abierto, como la que ha puesto en marcha la Red de Bibliotecas de California llamada Enki, que facilita que estos centros no dependan tanto de los grandes agregadores.
Es una plataforma que, como suscribía Alonso ,
"facilita la adquisición colectiva e individual de la compra y
alojamiento de títulos digitales de autores publicados, de pequeños
editores y distribuidores independientes; lo que permite participar a
las bibliotecas públicas más pequeñas en la compra directa y gestión de
una parte significativa de sus colecciones de libros electrónicos sin
una licencia sobre este contenido desde un agregador principal".
Y, por último, el caso de Carolina del Norte, donde las bibliotecas han puesto en marcha la plataforma Biblioboard que
posibilita un acceso ilimitado a más de 1.200 títulos de libros
electrónicos de las editoriales con sede en este estado.
Y, como
indicaba Alonso, "para ello el consorcio de bibliotecas se asoció con
ocho editoriales locales para la compra de los libros electrónicos". Con
todas transformaciones hay un hecho evidente: la revolución ha llegado a
las bibliotecas." (Paula Corroto
, eldiario.es, 14/01/2015)
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