"España tiene fábricas con impresoras que hacen piezas únicas en tres dimensiones (3D)
sin soldaduras ni montajes, a base de sumar con un láser capas de polvo
de metales, plásticos o materiales cerámicos. La asturiana Prodintec ha
respondido a más de 3.000 pedidos industriales en 10 años, y el pasado
junio abrió su tienda online para recibir diseños de todo el
mundo que entrarán directamente en sus máquinas.
La fábrica es una nave
de 60 metros cuadrados con siete equipos de impresión y cinco ingenieros
mecánicos que hacen desde piezas para el sector aeronáutico hasta
prótesis de cadera. “La maquinaria 3D está presente, y cada vez más,
tanto en las grandes fábricas como en pequeñas tiendas urbanas para
servir al gran público”, asegura Íñigo Felgueroso, director gerente de
Prodintec.
El mercado de fabricación 3D crece de forma exponencial.
Empresas de todos los sectores la utilizan para abaratar y mejorar la
producción. Ford ha conseguido rebajar el coste de los prototipos de
coches de 500.000 a 3.000 dólares. Boeing hace más de 20.000 piezas
distintas para 10 modelos de aviones comerciales y militares en 3D. El
gigante General Electric tiene 300 máquinas para fabricar de esta forma,
las utiliza en todas sus divisiones y prevé llegar a elaborar con ellas
más de 100.000 piezas para los motores a reacción en 2020, entre otras
cosas.
Siemens ha desarrollado sistemas inteligentes para las máquinas
de impresión con el objetivo de que puedan hacer hasta grandes turbinas
en la décima parte del tiempo empleado hasta ahora. “Lo más importante
es que con estos sistemas se pueden fabricar productos que antes nos estaban vetados. Forma parte de una revolución que eliminará y creará profesiones en los próximos 14 años”, añade Felgueroso.
La impresión 3D es una de las tecnologías clave de las fábricas
inteligentes promovidas por las autoridades europeas y estadounidenses
para recuperar el sector industrial que se trasladó a China en los
noventa para fabricar con menores costes. Las potencias de Occidente
llevan un par de años impulsando una nueva vuelta de tuerca a la tercera
revolución industrial iniciada con la incorporación de las nuevas
tecnologías a la automatización de la producción.
El objetivo es tan
claro como ambicioso: recuperar la gran industria, los millones de
empleos y la riqueza que genera, y dar más protección a la propiedad
intelectual. Es, en definitiva, la batalla contra el auge industrial de
China con una nueva arma que algunas empresas han bautizado como las fábricas 4.0.
Plantas pioneras, como las de componentes médicos o las de bienes de
equipo, empiezan a tomar forma en Europa tras la estela de Estados
Unidos. “Si Europa no espabila, en dos o tres años tendremos los
productos baratos y de bajo valor añadido hechos en China, y productos
de muy alto valor añadido y personalizado procedentes de Estados
Unidos”, alerta Rosa García, consejera delegada de Siemens España, una
de las empresas que impulsan la transformación europea.
Europa no puede competir en el terreno chino y está obligada a
sumarse a EE UU para conseguir esas factorías de alto valor añadido que
darán pie a nuevos modelos de negocio y tipos de empleo. El presidente
de EE UU, Barack Obama,
fue el primero en respaldar oficialmente las fábricas 4.0. Lo hizo en
2011 con la puesta en marcha del programa Advanced Manufacturing
Partnership (AMP) para recuperar para su país el desarrollo y la
producción de industrias clave como defensa, agricultura, energía o
tecnología.
“Estados Unidos tiene industrias estratégicas que fabrican
hasta la mitad de su cadena de valor fuera del país. El riesgo de esa
externalización es alto, y un buen ejemplo de ello fue la huelga del
fabricante asiático Foxconn, que produce los iPhone. Eso le costó a
Apple una fuerte depreciación en Bolsa y demostró que sucesos similares
pueden desestabilizar los mercados financieros”, cuenta Agustín Sáenz,
director de industria de Tecnalia.
La relocalización impulsada por Obama no supone el regreso a las
fábricas del siglo pasado. “En Estados Unidos y Europa debemos impulsar
una industria automatizada, muy productiva y competitiva en precios y
productos. Volver a fabricar, y hacerlo de forma distinta para mantener
una mano de obra muy cualificada que atraiga a los jóvenes
universitarios. Eso solo se consigue con una tecnología y una estructura
fabril diferentes de las que se usan ahora”, asegura Juan Mulet,
director de la Fundación Cotec para la Innovación Tecnológica.
Aunque Occidente mantiene el liderazgo mundial en industrias como la
de automoción o la farmacéutica y la química, reconquistar otros
sectores ya muy establecidos en Asia requiere la capacidad de fabricar
productos con mucho valor añadido y casi a medida. “Deberán tener una
maquinaria muy flexible para adaptarse a la demanda.
La fábrica
interconectada 4.0 será capaz de producir para nichos grandes o muy
pequeños, muy personalizados. Se podrá fabricar en masa, pero no habrá
dos productos iguales. No habrá almacenamiento de productos ni gastos de
transporte”, anticipa García.
El Gobierno estadounidense ha programado una inversión inicial de
casi 600 millones de dólares, luego aumentada, para desarrollar la
tecnología de las nuevas fábricas. Con este dinero se puso en marcha la
red National Manufacturing Innovation Network, uniendo 15 centros de
investigación en tecnología industrial. Las universidades más punteras,
famosos emprendedores y fabricantes como Dow Chemical, Ford, Intel,
Corning o Johnson & Johnson trabajan en ella codo con codo.
El informe The US manufacturing renaissance: which industries? (El renacimiento manufacturero de EE UU: ¿Qué industrias?) de Boston Consulting Group
puso los números a la relocalización industrial de Obama. El trabajo
indica que devolver siete sectores industriales al país aumentaría la
producción anual de la economía en 100.000 millones de dólares, crearía
de dos a tres millones de empleos y reduciría el déficit comercial de
bienes no petrolíferos hasta en un 35% en cinco años. Califica de
prioritarios a la industria de los bienes de transporte y de equipo, los
ordenadores y la electrónica.
Europa sufre la misma pérdida industrial padecida por Estados Unidos,
y países como Reino Unido y Alemania secundaron la iniciativa de Obama
al más alto nivel. Sin embargo, a escala europea, el respaldo oficial a
las fábricas 4.0 no se ha producido hasta este año. Fue el pasado marzo
cuando la Comisión Europea instó a los jefes de Gobierno europeos a
aprobar un plan para recuperar la industria.
“La reindustrialización es
un objetivo clave de la UE. La manufactura es esencial para la creación
de empleo y el crecimiento económico del continente y para fomentar la
competitividad. La Comisión Europea se propone aumentar la contribución
de la industria al producto interior bruto (PIB) de la región hasta
llegar al 20% en 2020, desde el actual 15,1%”, explica el comisario
europeo de Industria, Ferdinando Nelli Feroci.
El apoyo oficial obtenido por Bruselas fue la guinda de años de
trabajo previos. “En 2008, la Comisión decidió que las medidas fiscales y
los créditos eran insuficientes para la recuperación industrial, y que
debíamos desarrollar un nuevo modelo industrial con tecnologías
innovadoras”, cuenta Lorenzo Vallés, jefe de unidad para sistemas de
fabricación avanzados en la Dirección General de Investigación e
Innovación de la Comisión Europea.
Desde 2009 se han impulsado casi 200
proyectos transnacionales de factorías del futuro, también con empresas e
institutos de investigación españoles, con una dotación pública de más
de 600 millones de euros en cuatro años. En diciembre pasado, el
programa de investigación Horizonte 2020 ratificó los proyectos de
fábrica del futuro con una partida de 2.000 millones de euros para su
investigación.
Un estudio realizado en todos los países determinará en breve el
impacto laboral de las medidas. El 10,9% de la población activa de la UE
(26,5 millones de personas) está sin trabajo. La tasa de paro sube al
12,1% en la zona euro (19,2 millones de personas), justo los países más
ricos y donde más industrias se han deslocalizado.
“Es urgente que
Europa recupere el diseño de productos y el valor añadido industrial
perdidos por la deslocalización hacia China. Ya no se limitan a hacer
los diseños que les encargábamos, han empezado a investigar y a fabricar
productos de valor añadido propios”, asegura Juan Mulet, director de la
Fundación Cotec para la Innovación Tecnológica.
El grupo de trabajo de la Comisión Europea
para recuperar la capacidad que el continente ha perdido está enfocado
desde principios de este año hacia el proyecto de elaborar una hoja de
ruta que lleve las tecnologías más avanzadas a las factorías
industriales. La parte formativa se pondrá en marcha en 2016 con el
lanzamiento de la Comunidad de Conocimiento e Innovación en manufacturas
de valor añadido para formar a los empleados en las nuevas
herramientas. La Comisión Europea estima que la innovación y la
modernización de la industria podrían generar más de 100.000 millones de
euros hasta 2020.
¿Podrá lograrse este objetivo? Las inversiones en maquinaria y
tecnologías de producción no se han recuperado desde el inicio de la
crisis económica, y los activos productivos industriales se han
devaluado en más de 75.000 millones de euros desde 2008. Además, la
crisis ha mermado los recursos económicos de la región. La otra cara de
la moneda es que Europa se mantiene como una potencia innovadora y
aporta el 35% del mercado mundial de las soluciones automatizadas, un
negocio de más de 54.000 millones de euros anuales.
Alemania está a la cabeza de esta nueva etapa de la tercera revolución industrial. La canciller Angela Merkel
apoya sin fisuras el plan germano, bautizado Manufactura 4.0, y lo ha
convertido en un desafío para el país. El programa arrancó en 2012 con
una dotación de 500 millones de euros para proyectos concretos, y desde
entonces ha ido en aumento. Alemania crea casi un tercio del valor
añadido industrial en la UE.
Le siguen Italia, con un 13%; Francia y
Reino Unido, con un 10% cada uno, y España, con el 7%. Lo más notable es
que Alemania ha mantenido el peso de la industria en su economía
durante la crisis, mientras que la manufactura ha perdido posiciones en
sus socios europeos.
“Los países que han soportado mejor la crisis han sido los altamente
industrializados, como Alemania, o los que invierten más del 3% de la
riqueza nacional en innovación y desarrollo aplicado a la industria”, recuerda la jefa de Siemens España.
La industria crea mano de obra muy especializada, estable y
relativamente bien pagada. El 80% de sus puestos de trabajo son fijos.
Sin embargo, “en España hemos vendido fábricas para hacer chalés de lujo
que hoy están vacíos. Debemos volver a industrializarnos. Si la
industria española se adaptara a las medias mundiales de los países que
mejor fabrican, como Alemania o Japón, podríamos incrementar en dos
puntos la riqueza nacional”, añade Rosa García. Eso supondría unos
20.000 millones de euros." (
Susana BláZquez , El País ,
19 OCT 20149
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