21/3/14

Los problemas de la industria del cine no se deben a los usuarios, ni a la tecnología, ni a los hackers: se deben únicamente a su patente estupidez.

"Popcorn Time, la elegante aplicación para ver películas creada por hackers argentinos que “es tan buena que asusta” según la revista Time, cierra sus puertas y se despide con una espléndida carta de muy recomendable lectura debido a que sus creadores argentinos “necesitan seguir con sus vidas” y porque “enfrentarse a una industria tan tradicional y tratar de revolucionar un mercado tan grande tiene sus costos asociados que ninguna persona merece pagar”, pero resucita automáticamente en GitHub, primero vinculada a YIFI, y pocas horas después, de forma independiente.

Una aplicación que ofrecía un sistema de visualización de películas en streaming mejor incluso en cuanto a usabilidad que el ofrecido por Netflix pero utilizando YTS, una página de indexación de archivos torrent, y que escaló masivamente en popularidad al ser mencionada en todos los blogs y páginas más conocidos en en curso de una semana. 

La aplicación, desarrollada en tan solo un par de semanas, se define como un experimento abierto para aprender y compartir, en el que “ninguno de los desarrolladores ganaba dinero” y no había “ni publicidad, ni cuentas premium, ni cuotas de suscripción, ni nada de nada”.

Una vez más, se evidencia la realidad: existe una enorme demanda insatisfecha de personas que quieren acceder a películas cuando son estrenadas y en las condiciones que estimen oportunas, como desde su casa y en zapatillas, y que seguramente estarían dispuestas a pagar una cuota por ello, en lugar de tener que soportar las ridículas restricciones que la industria plantea. 

Los problemas de esa industria no se deben a los usuarios, ni a la tecnología, ni a los hackers, ni a nada por el estilo: se deben únicamente a su patente estupidez. Están generados por ellos mismos, por sus ridículas pretensiones de que “las cosas son así y nada puede cambiarlas”, por sus absurdamente limitadas ideas de “la distribución funciona de esta manera y si pretendes hacerla de otra, es que no tienes ni idea”.

El inmovilismo y la obstinación no merecen la protección de nadie. Los políticos que supuestamente representan al pueblo no tienen ningún tipo de sacrosanto deber de proteger a industrias empeñadas en no ser viables, en no adaptarse al entorno. 

El cine no está en peligro, y no va a desaparecer: lo que están en peligro son los parásitos que pretenden pretenden vivir de un sistema que condena a su distribución a desarrollarse mediante métodos del siglo pasado.

Como experimento, ha valido la pena. Enhorabuena, Pochoclín :-)"          (Enrique Dans, 19/03/2014)

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