"Popcorn Time, la elegante aplicación para ver películas creada por hackers argentinos que “es tan buena que asusta” según la revista Time, cierra sus puertas y se despide con una espléndida carta de muy recomendable lectura debido
a que sus creadores argentinos “necesitan seguir con sus vidas” y
porque “enfrentarse a una industria tan tradicional y tratar de
revolucionar un mercado tan grande tiene sus costos asociados que
ninguna persona merece pagar”, pero resucita automáticamente en GitHub, primero vinculada a YIFI, y pocas horas después, de forma independiente.
Una aplicación que ofrecía un sistema de visualización de películas en streaming mejor incluso en cuanto a usabilidad que el ofrecido por Netflix pero utilizando YTS, una página de indexación de archivos torrent,
y que escaló masivamente en popularidad al ser mencionada en todos los
blogs y páginas más conocidos en en curso de una semana.
La aplicación,
desarrollada en tan solo un par de semanas, se define como un
experimento abierto para aprender y compartir, en el que “ninguno de los
desarrolladores ganaba dinero” y no había “ni publicidad, ni cuentas premium, ni cuotas de suscripción, ni nada de nada”.
Una vez más, se evidencia la realidad: existe una enorme demanda
insatisfecha de personas que quieren acceder a películas cuando son
estrenadas y en las condiciones que estimen oportunas, como desde su
casa y en zapatillas, y que seguramente estarían dispuestas a pagar una
cuota por ello, en lugar de tener que soportar las ridículas
restricciones que la industria plantea.
Los problemas de esa industria
no se deben a los usuarios, ni a la tecnología, ni a los hackers,
ni a nada por el estilo: se deben únicamente a su patente estupidez.
Están generados por ellos mismos, por sus ridículas pretensiones de que
“las cosas son así y nada puede cambiarlas”, por sus absurdamente
limitadas ideas de “la distribución funciona de esta manera y si
pretendes hacerla de otra, es que no tienes ni idea”.
El inmovilismo y la obstinación no merecen la protección de nadie.
Los políticos que supuestamente representan al pueblo no tienen ningún
tipo de sacrosanto deber de proteger a industrias empeñadas en no ser
viables, en no adaptarse al entorno.
El cine no está en peligro, y no va
a desaparecer: lo que están en peligro son los parásitos que pretenden
pretenden vivir de un sistema que condena a su distribución a
desarrollarse mediante métodos del siglo pasado.
Como experimento, ha valido la pena. Enhorabuena, Pochoclín :-)" (Enrique Dans, 19/03/2014)
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