"Por poner su consciencia por delante de su destino personal, Eduard
Snowden merece ser admirado y públicamente reconocido por el común de
sus semejantes. Es decir, es un héroe.
La siguiente pregunta es qué son el presidente Obama y los demás
hombres de Estado que persiguen a Snowden por activa y pasiva,
organizando su acoso mediante un potentísimo esfuerzo diplomático y
policial, o colaborando en ese esfuerzo con episodios tan vergonzosos
como la negación de espacio aéreo al presidente boliviano, por sospechas
de que llevaba en su avión a Snowden.
Y la respuesta a esa pregunta es
que el Presidente Obama es, en el mejor de los casos, un rehén de un
sistema irreformable, y que sus cómplices europeos son unos miserables
vasallos. (...)
En palabras de Noam Chomsky, Obama es otro presidente norteamericano
criminal, uno más en la serie. Su campaña fue pagada por Wall Street,
así que no había que hacerse muchas ilusiones desde el principio.
El
sociólogo americano Norman Birnbaum, no le niega a Obama algunas buenas
intenciones de cambio, pero el caso es que no se ha opuesto a los
asesinatos extrajudiciales de los drones -que frecuentemente precisan
órdenes directas y personales suyas para ser ejecutados- ni a la
vigilancia total, ni a tantas otras cosas, por la sencilla razón de que
es un “prisionero de ese aparato” de la seguridad nacional. Ese
aparato, dice Birnbaum, “tiene sus propias leyes y sabe perfectamente
como disciplinar a la gente”.
Birnbaum rememora los asesinatos de los Kennedy, el de Martin Luher
King y otros personajes de la vida americana que llegaron a representar
determinados riesgos de reforma, y estima que, “nuestro sistema tiene
formas y maneras de advertir para que no se superen determinados
límites”. “Creo”, dice Birnbaum en una entrevista con Deutschlandfunk,
“que en el caso de Obama el presidente ha hecho para su persona esa
lectura de nuestra historia”.
Enfrentado a una situación similar, Mijail Gorbachov fue valiente: su
determinación de cambio y reforma fue por delante de su realismo y
pragmatismo. Llegado el momento, prefirió quemarse a claudicar,
confiando, quizá, en ser recompensado “por la historia”, sí, pero
asumiendo claros riesgos físicos que incluyeron un golpe de estado
contra él. Que algo así no haya sido posible en Estados Unidos, no tiene
que ver tanto con la calidad de las personas, sino seguramente con el
sistema.
Dándole la vuelta a lo que decía la derecha sobre el comunismo, que
era un sistema “irreformable”, nuestra constatación nos lleva más bien a
pensar lo contrario: el comunismo soviético fue tan reformable que
hasta se autodisolvió. Lo que se demuestra irreformable y apunta a una
dirección cada vez más inquietante, orwelliana y dictatorial, es el
sistema de Estados Unidos.
En cualquier caso, la pulverización de
derechos fundamentales a la que estamos asistiendo, con los drones, los
Guantánamos y las NSA, apunta hacia un régimen político en sintonía con
el estado de cosas, dictatorial y oligárquico, que sugiere el orden
socio-económico de la Gran Desigualdad.
Dicho de la forma más simple:
una sociedad de extrema desigualdad, desprovista de Estado social y
regida por el interés de una minoría, precisa formas políticas duras y
abolición de derechos fundamentales.
Llegamos así a los vasallos, a todos esos indignos pigmeos políticos
que gobiernan el continente europeo, desde Lisboa a Atenas. La caza de
Snowden llevada a cabo por los gobiernos de España, Portugal, Italia y
Francia, alrededor del avión de Evo Morales, ha puesto en su lugar a la
“comunidad de valores” transatlántica.
Los europeos colaboran con la
potencia que les espía para apresar a la persona que lo ha denunciado.
De los gobiernos de España (bases militares, tránsito de vuelos de la
CIA en el sistema Guantánamo, escudo antimisiles, etc), con cualquiera
de los dos partidos, ya conocíamos el nivel de servilismo.
Portugal es
un país mas pequeño, la cínica flexibilidad italiana también era
conocida, pero la indignidad de Francia en este episodio supera la
expectativa del más escéptico. Europa ha vivido esta semana una de sus
horas más vergonzosas y clarificadoras. Héroes, un presidente cobarde y
unos miserables vasallos. Cada cual en su lugar." (Caffe Reggio, 08/07/2013)
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