"“Estamos escribiendo parte de la historia del movimiento obrero”,
dice uno de los referentes de FaSinPat, que hoy emplea a 450 obreros y
produce 300 mil metros cuadrados de cerámicos al mes.
Dicen
que les cambió la vida, que los diez años de trabajo sin patrón en Zanon
les devolvieron libertad y dignidad. Atrás quedaron las dobles
jornadas, cada uno aislado en su línea y presionado por el supervisor,
la permanente amenaza del despido. El 30 de septiembre de 2001 parecía
que la amenaza patronal de apagar los hornos se iba a concretar.
Esa
noche, los delegados se quedaron en la fábrica y el 1º de octubre
impidieron el ingreso a los gerentes. La planta fue ocupada por sus
trabajadores, que se apropiaron de los medios de producción, hasta
entonces propiedad de un empresario italiano que planeaba vaciarla.
Tomando cada decisión en asamblea, tendiendo puentes con los neuquinos y
solidarizándose con cada conflicto, con una estrategia jurídica y la
disposición de enfrentar cada orden de desalojo, los obreros y obreras
hicieron de Zanon algo más que una empresa recuperada, la convirtieron
en un laboratorio de autogestión y la pusieron al servicio de su
comunidad.
Los 70 mil metros cuadrados de la fábrica de cerámicos
están sobre la ruta 7, entre Neuquén y Centenario. Tras la reja viene
el playón que mide casi como una cancha de fútbol. Las visitas guiadas
son constantes: pueden ser jardines de infantes, delegados gremiales o
documentalistas de cualquier parte del mundo, que circulan entre el
polvillo de la arcilla, el calor de los siete hornos, los olores de los
esmaltes y el ruido de las líneas de producción.
La vida cotidiana en
Zanon también consiste en parar para hacer una asamblea y decidir cómo
posicionarse ante la detención del dirigente ferroviario Rubén “Pollo”
Sobrero, como pasó la semana pasada.
La mayor planta de
porcelanato de América latina tenía en 2001 unos 240 operarios, que
ganaban 800 pesos. Hoy, convertidos en la cooperativa FaSinPat (Fábrica
Sin Patrón) son 450 y ganan 4500 pesos cada uno.
Producen 300 mil metros
cuadrados de cerámicos por mes, venden 270 mil a 20 pesos el metro, y
el resto lo destinan a obras solidarias. En Neuquén, dos de las otras
tres fábricas de cerámicos, Stefani y Del Valle, están autogestionadas.
En
las últimas elecciones la comunidad neuquina eligió como diputados a
dos de sus históricos referentes, Raúl Godoy y Alejandro López, por el
Frente de Izquierda. “Estos diez años significan una evolución del nivel
de conciencia de cada uno de los que formamos la autogestión obrera, al
principio peleamos por los puestos de trabajo, pero fuimos aprendiendo
solidaridad de clase, conocimos a las Madres”, dijo López a Página/12.
“Estamos escribiendo parte de la historia del movimiento obrero,
demostrando la potencialidad de la clase obrera organizada. Zanon no
sólo produce cerámicos, es una referencia internacional, nos ha
dignificado la vida, nos transformamos en personas críticas”, agrega.
Recuperar el sindicato
El
empresario italiano Luigi Zanon tenía 28 años cuando llegó al país para
instalar el Italpark. En 1979 fundó Zanon sobre terrenos públicos y con
capitales de los gobiernos provincial y nacional que nunca devolvió. En
la ceremonia inaugural, don Luigi felicitó al gobierno militar por
“mantener la Argentina segura para las inversiones”.
Junto a su hijo
Luis, el empresario nativo de Padua siguió recibiendo subsidios en
democracia, sobre todo en los gobiernos de Carlos Menem y Jorge Sobisch.
Su plan era fabricar sólo porcelanato, lo cual significaba unos 300
despidos.
“Organizamos un campeonato de fútbol que duró un año,
era el momento para discutir propuestas porque se venían ataques de la
patronal. Pero primero había que ganar la interna, y luego sacar a la
burocracia del sindicato ceramista”, cuenta Juan Orellana, ex obrero de
Zanon. La empresa empezó a atrasarse con los sueldos y los aportes, y
así vinieron las primeras huelgas, algún piquete para que no saliera la
producción.
“Se decidía en asamblea, los compañeros votaban esas
medidas, los delegados se elegían a mano alzada mirándonos las caras.
Fue una gimnasia de organización que nos marcó a fuego, el hecho de
reconocerte como compañero de clase, que era un discurso que no
manejábamos, reconocer a la burocracia sindical y al Ministerio de
Trabajo, que jugaba para la patronal.
Godoy era el único que tenía
militancia en la izquierda, y sin embargo estuvo cuatro años con bajo
perfil. Sin esa experiencia inicial no hubiésemos conseguido llegar a un
plan para la toma y el control obrero. Nos conocimos entre nosotros y
nacimos a otro mundo”, dice Orellana.
Con la nueva comisión
interna frenaron los despidos. El primer pacto fue la unidad entre
efectivos y contratados. Entonces la empresa presentó un recurso
preventivo de crisis en el Ministerio de Trabajo de la Nación, una
artimaña ideada por el ex ministro Domingo Cavallo para despedir más
personal que lo permitido y cambiar los convenios.
En ese momento
entraron en juego los abogados Mariano Pedrero, Ivana Dal Bianco, Polo
Denaday y Myriam Bregman, para quien participar de la experiencia de
Zanon significa “retomar la tradición de aquellos abogados que en los
’60 y ’70 defendían presos políticos y acompañaban a los obreros en sus
tomas de fábricas”. (...)
Había que poner a producir ese “monstruo”, como le dicen. Mientras un
ceramista gasista reconectaba el suministro, la Universidad del Comahue
los ayudaba a planificar. Los Zanon habían espantado a los clientes,
presionado a los proveedores y pagado para que nadie pudiera explotar
las canteras, pero los obreros consiguieron arcilla en la comunidad
mapuche.
“Surgió el liderazgo de Manotas, un compañero que era
supervisor pero se plegó a nuestra lucha, y gracias a las Madres pudimos
comercializar en blanco”, describe Orellana. Los primeros nuevos
puestos de trabajo fueron para las organizaciones de desocupados con los
que habían cortado rutas. (...)
En diez años enfrentaron cinco órdenes de desalojo similares, además de
haber sufrido persecuciones judiciales, amenazas, y aprietes a
familiares. Pero Godoy, López, Chaplin, Cepillo, Chiquito, Paco,
Ramírez, Esparza y varios más tuvieron la solidaridad de León Gieco,
Naomi Klein, Osvaldo Bayer y una larga lista de personalidades y
organizaciones. Para seguir produciendo tuvieron que pagar una deuda de
los Zanon por un millón y medio de pesos.
Aceptaron formar una
cooperativa, cuyos plazos siempre los dejaban en peligro de ser
rematados o de quedar expuestos a la ferocidad del mercado, por lo cual
insistieron con la expropiación y estatización. Hace dos años, con
movilizaciones, acampes frente al Congreso y recolección de firmas,
consiguieron por ley la expropiación.
En 2005 FaSinPat votó a favor de
construir una clínica de salud comunitaria en un barrio pobre de Nueva
España. Sus habitantes la habían reclamado al gobierno provincial
durante 20 años, los ceramistas la construyeron en tres meses." (Rebelión, 04/10/2011, 'Un laboratorio de autogestión obrera', de Adriana Meyer, Página12
)
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