3/3/11

"No cabe duda de que dentro de un tiempo podría operarte online desde Nueva York aunque estuvieras en España"



"Samadi utiliza un láser para realizar una incisión en el abdomen, coloca un tubo e inyecta gas para obtener más espacio, explica. Palpa la piel hinchada, que tiembla como una cama de agua. Después introduce una cámara y las pantallas negras se iluminan. Cuatro incisiones más de láser para los brazos del robot. Samadi se aleja entonces de la mesa de operaciones y se sienta en la consola para ver a través del binocular.

Resulta extraño. El robot toma vida, se desliza como una araña hasta situarse sobre el paciente. Los simpáticos asistentes de Samadi colocan los brazos en los tubos insertados en las incisiones, y en ese momento el viaje alucinante a través del cuerpo humano, descrito en la famosa novela de ciencia-ficción de Isaac Asimov, empieza a ser más real.

Cuatro brazos que estiran tejidos, los cortan o apartan, controlados por un humano que sólo tiene dos. El zoom proporciona aumento a voluntad del cirujano. Uno de los brazos retira con delicadeza la grasa amarilla, otro corta con un láser… todo se ve en los monitores.

"Puedo congelar uno de los brazos y pasar el control a otro. Este viaje es como un videojuego, pero la diferencia es que aquí no puedes obtener una mala puntuación. Hay que ganar".

El robot avanza a través del abdomen, y Samadi identifica los vasos, coloca clips quirúrgicos que marcan el camino, y apenas hay sangre -aunque llegará a una zona más irrigada y el campo se teñirá de rojo- mientras se abre camino hacia la próstata. Samadi me invita a mirar por los binoculares y, efectivamente, el paisaje de los tejidos se vuelve tridimensional.

La tecnología ha cambiado el paradigma del cirujano y el sagrado sentido del tacto de sus dedos prodigiosos. Samadi admite que puede sentir los tejidos en los controles. Pero avisa. "Si puedes ver el campo de visión de esta manera, no tienes que tener las manos encima, tocándolo. Los ojos pueden compensar el sentido del tacto".

Presionando los pedales para aumentar o alejar el campo de visión, envía las ordenes a la máquina, entre ruidos neumáticos y la música de Shakira. Es casi como si él estuviera dentro.

El día anterior lo explicaba así, hablando de la diferencia que supone la intrusión de los robots en la cirugía. "No se trata de la maquinaria, no somos meros técnicos, o que un cirujano tome un curso para manejar un robot por amor a la tecnología". La clave es la experiencia como oncólogo.

Samadi se entrenó previamente en el uso de catéteres para operar de forma mínimamente invasiva, con técnicas de laparoscopia, y hasta la fecha ha operado a más de 3.000 pacientes. "La tecnología robótica te permite una visión tridimensional en alta definición, observas cosas que nunca ves en una cirugía convencional.

No necesito tocar. El robot es una extensión de mis brazos, como si pudiera meter la cabeza dentro del abdomen. La probabilidad de dejar restos de cáncer o de dañar los nervios se reduce".

Los robots han irrumpido en la cirugía. Da Vinci permite al cirujano establecer una ruta compleja en la que los brazos cortan y se abren camino para extraer la próstata, dejando intactos los nervios responsables de las funciones sexuales. El 85% de los pacientes recupera su potencia sexual, y el 97%, el control urinario.

El porcentaje de curación ronda el 95%, y la pérdida de sangre es mínima. Pero alguien que opera a tres metros del paciente realiza una especie de telecirugía. "No cabe duda de que dentro de un tiempo podría operarte online desde Nueva York aunque estuvieras en España".

Los problemas de software, hardware o de comunicación se resolverán, asegura este médico. La medicina se globalizará. Los brazos del robot llegarán con la precisión y experiencia del cirujano que los maneja a cualquiera y en cualquier parte." (El País Semanal, 10/01/2010, p. 56 ss.)

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