"Un varón de 64 años del Hospital Universitario de Donostia presentaba
un complicado tumor en la pared torácica que durante dos años había
crecido y se había extendido por varias costillas. Como parte del
procedimiento, los cirujanos necesitaban quitar las costillas afectadas y
corregir el defecto cubriendo la zona con una placa de titanio.
Las
placas tienen un tamaño predeterminado y se deben modificar según la
anatomía del paciente. Normalmente, esta personalización se lleva a cabo
durante la operación en una intervención quirúrgica complicada, sumando
horas al tiempo de la misma.
La colaboración del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia
de España, Tknika (un Centro de Investigación e Innovación Aplicada en
el ámbito de la Formación Profesional en el País Vasco) y Tecnun (la
escuela de ingeniería de la Universidad de Navarra) permitió al hospital
el acceso a una impresora 3D de Stratasys como ayuda para extirpar el
tumor, ,según informa Gaceta Médica.
“Hace dos años en las cirugías torácicas de tumores pulmonares
planteamos la posibilidad de utilizar modelos impresos en 3D para
aportar una información adicional previa a la cirugía”, explicó a esta
publicación especializada en sanidad Jon Zabaleta, cirujano torácico
del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia.
Con la creación de un modelo 3D preciso y anatómicamente exacto a la
pared torácica, los especialistas pudieron planificar, realizar y
perfeccionar la resección en el modelo 3D antes de la intervención
quirúrgica. “El modelo 3D te aporta mucha más información. El cuerpo
humano está en tres dimensiones y a través de la radiología, interpretas
una sucesión de imágenes en dos dimensiones.
Ahora lo que hemos
conseguido es dar un paso más y no tener que interpretar directamente.
Esto ofrece ventajas para algunos tipos de cirugía que son mas complejas
técnicamente y te facilita tener un modelo del propio del paciente para
trabajar sobre él antes de la propia intervención”, continúa el
cirujano quien añade que llegas a la operación “con un entrenamiento
hecho, ahorrando también tiempo quirúrgico”.
En este caso concreto, los cirujanos necesitaban un modelo impreso en
3D lo suficientemente fuerte como para imitar a un hueso humano.
“Nosotros trabajamos en las posibilidades que ofrece este tipo de
tecnología y en conocer las aplicaciones que puede llegar a tener”,
subraya Gorka Baqueriza, responsable de Fabricación Aditiva de Tknika.
“Tenemos dos tecnologías principales; una es Polyjet, que es una resina
liquida de base acrílica que se solidifica por ultravioleta y permite
modelos más flexibles que juegan con las transparencias y con distintas
durezas, y la tecnología FDM, que es un filamento termoplástico que
permite piezas más robustas. Según el caso se elige la tecnología que se
ajuste mejor a las necesidades del hospital”, puntualizo.
Este proyecto ha apostado desde el primer momento en un abordaje
multidisciplinar en el que trabajen en conjunto cirujanos, radiólogos e
ingenieros.
“Creemos que esto no lo tiene que hacer un técnico solo o un médico
solo. Hay partes del proceso en las que el médico no está
suficientemente formado y del mismo modo ocurre con los ingenieros que
provengan de la formación profesional. Por ello, apostamos por que haya
personal que sepa hacer este trabajo en colaboración con los
profesionales sanitarios”, destaca el cirujano del Instituto de
Investigación Sanitaria Biodonostia. Por su parte, Baqueriza también
confía en que la industria avance para que este tipo de procesos
se automaticen y no sean tan complejos.
La impresión en 3D está dando sus primeros pasos en la aplicación
sanitaria pero Zabaleta reconoce “que aún queda mucho camino por
recorrer” y que el reto de siempre “es si seremos capaces de crear
órganos vivos impresos en 3D. Piel y cartílago ya se imprime pero el
gran handicap es que los órganos vivos necesitan sangre. Si fuéramos
capaces de crear un nuevo páncreas se acabaría la diabetes o si creamos
un riñón, el problema de los trasplantes”.
María Lahuerta, responsable en España de la Tecnología de Impresión
3D Stratasys, asegura que hoy en día esta tecnología ya se esta usando
“y poco a poco la industria vemos como este tipo de tecnología se va
integrando en beneficio para los pacientes. Las primeras etapas se están
cumpliendo y en los próximos 10 o15 años traerán novedades muy
importantes a nivel de materiales que sean biocompatibles”.
Actualmente, el objetivo de esta colaboración es formar un equipo
multidisciplinar que trabaje para crear bajo demanda los mejores modelos
quirúrgicos impresos en 3D para el hospital. Aparte de los modelos para
cirugía torácica, han creado modelos para cirugía maxilofacial, cirugía
vascular, traumatología y cirugía general.
La experiencia de Biodonostia en el tratamiento de tumores complejos
en la pared torácica fue expuesta a la Sociedad Española de Cirugía
Torácica con la pretensión de convertirse en «centro de referencia» para
este tipo de simulación con modelos en 3D para todo el Estado. Zabaleta
señala que desde entonces han sido 23 los hospitales españoles que se
han dirigido al centro guipuzcoano de investigación sanitaria con sus
casos y para los que se han realizado 36 moldes.
Pero la experiencia
está yendo más allá y se han desarrollado también modelos, otros 19,
para casos cirugía maxilofacial, vascular y general. «Cada vez se nos
ocurren más utilidades», precisa el médico a El Mundo.
Fundamentalmente son dos los tipos de impresión que se realizan. El
FDM, en el que un filamento termoplástico se funde en el cabezal de la
impresora y va depositando el material para crear el modelo según la
lectura que haga del escáner y el denominado polyjet, que utiliza
resinas y va depositando minúsculas gotas de forma muy precisa por luz
ultravioleta, además en distintos colores. Esta última técnica es muy
precisa para visualizar páncreas, por ejemplo, donde es fundamental ver
los vasos en distintos colores, mientras que la primera es muy precisa
para huesos.
Respecto al costo de cada molde, Gorka Bakeriza, de Tknica, explica
que se limita al costo de los materiales, pero que puede oscilar entre
los 30 y los 700 euros, dependiendo de lo complejo y el tamaño del
mismo. Añade también que es un proceso muy rápido, que no retrasa los
tratamientos médicos, ya que en 24 horas se dispone del molde.
María Lahuerta destaca también que esta técnica es muy útil también
para el paciente ya que se le puede explicar sobre una réplica de su
propio cuerpo lo que el cirujano le va a practicar en el quirófano, lo
que implica que «va a saber muy bien lo que se le va a hacer y así evita
el estrés del paciente originado muchas veces por el desconocimiento».
Todos coinciden asimismo en la importancia que puede tener esta
técnica en la formación futura de los médicos y profesionales sanitarios
con la posibilidad de desarrollar réplicas exactas de cualquier órgano
así como para el estudio de casos concretos con moldes en 3D." (Imprimalia, 15/01/19)
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