"El pasado 30 de abril unas 12.000 personas, la mayoría
menores de 30 años, se manifestaron en el Prospekt Sharakova de Moscu,
respondiendo al llamamiento del Partido Libertario Ruso. Protestaban
contra la prohibición del servicio de mensajería Telegram por el
regulador de internet del Gobierno ruso, Roskomnazdor, una burocracia
tan temida como ignorante.
En el origen de la prohibición, la sentencia
de un tribunal ruso a requerimiento del Gobierno, que obligaba a
Telegram a entregar las claves de encriptación de los mensajes. Telegram
se negó alegando su compromiso de privacidad con sus 13 millones de
usuarios en Rusia.
Es más, recordó a los burócratas que el sistema de
encriptación de Telegram no se encuentra en el servidor de la empresa,
ni siquiera en la nube (el archivo digital distribuido característico de
la nueva fase de internet) sino en las máquinas (por ejemplo teléfonos o
portátiles) de quienes envían y reciben los mensajes, lo que se llama
encriptación de punto a punto.
Aun así Roskomnazdor bloqueó 18 millones
de direcciones de internet (IP), perturbando gravemente el tráfico de
Twitter, Facebook, Yandex y Vkontatie, suscitando la indignación de los
internautas. Sólo sirvió para amplificar las protestas, iniciando lo que
algunos llaman “la guerra civil de internet”. Muchos manifestantes
hacían volar avioncitos de papel, el símbolo de Telegram. Las pancartas
decían cosas como “Quieren bloquear nuestro futuro”, “La situación es
tan grave que hasta los introvertidos han salido a la calle” y “¡Abajo
el zar!”.
El líder de la oposición Alexéi Navalni, a quien le
prohibieron ser candidato en la reciente elección presidencial, estaba
en la manifestación, saludándola como una batalla por la libertad en
Rusia.
De hecho, el bloqueo de Telegram no pudo ser completo
porque la empresa desarrolló estrategias tecnológicas tales como crear
constantemente múltiples direcciones de internet que iban cambiando
conforme las cerraban. En estos días están convocadas nuevas
manifestaciones en San Petersburgo.
Unos días más tarde acciones similares tuvieron lugar en
Teherán para protestar contra otra sentencia judicial inspirada por los
ayatolás conservadores ordenando el cierre de Telegram por su
utilización en recientes protestas. La gente salió a la calle para
defender la mensajería. Y es que en realidad, Telegram era/es utilizado
por unos 20 millones de iraníes, incluidos profesionales, periodistas e
incluso oficiales del Gobierno.
Lo interesante es que en el caso de Irán
el intento de censura de Telegram ha creado un conflicto dentro del
propio régimen. El ministro de Tecnologías de Información, Muhammad
Javal Azari, denunció la medida argumentando que internet es esencial
para un Irán moderno. Y fue apoyado por el propio presidente de la
República, el liberal Rohani, reelegido con el apoyo del movimiento
democrático que bulle dentro de la revolución islámica.
Resulta que es la primera vez que se producen fuertes
manifestaciones populares y un intenso debate público para defender un
sistema concreto de mensajería. ¿Qué tiene Telegram que suscita tales
pasiones? ¿Y de dónde viene? Sus creadores son dos hackers rusos, Pável y
Nikolái Dúrov, ejecutivos de la red social mas popular, Vkontakte.
Cuando el grupo Mail.ru, afín al Gobierno, tomó control de la empresa,
fueron expulsados y se exilaron a Alemania para poder operar libremente.
En el 2013 crearon en Berlín una sociedad sin ánimo de lucro,
registrada en Londres, para establecer Telegram como alternativa no sólo
a las redes rusas controladas sino a las empresas estadounidenses que
son permeables a las presiones de los gobiernos para dar acceso a los
datos de sus usuarios. Nikolai diseñó el protocolo de software y Pável
aportó el capital.
Lo esencial de Telegram y su banderín de enganche es
que diseñaron un sistema de comunicación con una encriptación potente y
distribuida entre las máquinas de los usuarios. Que además pueden
utilizar múltiples máquinas para acceder a su red. Telegram garantiza
que no hay publicidad, que no hay pago de suscripción y que no hay venta
o comunicación de datos.
Por esa razón es la aplicación favorita de los
movimientos sociales, protestas ciudadanas o culturas alternativas en
el mundo, en España también. Es posible que incluso la utilicen
terroristas. Pàvel Dúrov responde que entonces también habría que
prohibir las palabras.
Algunos críticos aducen que su encriptación no es tan
segura como sus fundadores aseguran. Francamente, no lo sé. He oído
argumentos técnicos en ambos sentidos. Lo que es seguro es que es el
sistema más protegido contra la intrusión de gobiernos o empresas entre
los de mayor uso.
Actualmente, tiene 200 millones de usuarios regulares
en el mundo y crece al 50% anual, a pesar de la hostilidad de los
poderes que no pueden tolerar que haya un sistema de comunicación que
pueda ser accesible para la gente y mucho más difícil de acceso por
parte de las agencias de espionaje. Al convertirse en un símbolo de la
libertad tecnológica en internet merced a la encriptación y la
comunicación distribuida acrecienta su atractivo al tiempo que exaspera
la furia de los censores.
Lo que mucha gente se pregunta es cómo se financia una
empresa de tal envergadura de forma no comercial y sin aceptar
inversores o participaciones. En su origen Pável Dúrov utilizó su fondo
de inversión propio Digital Fortress, como donación. La empresa sostiene
que cuando este capital no sea suficiente solicitarán donaciones y
podrían ofrecer comercialmente algunos servicios no esenciales que no
afecten el servicio de mensajería de libre comunicación.
No tengo
información privilegiada sobre esta cuestión. Lo que sí es cierto es que
no hace falta un capital considerable para establecer redes alimentadas
por los propios usuarios y basadas en servidores situados en la nube.
Pero cualquiera que sea el secreto de Telegram, su
verdadera significación es que está siendo defendido por una comunidad
internauta cada vez más celosa de su libertad." (Manuel Castells, La Vanguardia, 12/05/18)
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