14/7/15

Bioimpresión 3D de islotes pancreáticos




"Los avances en la impresión 3-D nos han dado la capacidad de fabricar prótesis, piezas de automóviles y hasta ropa bajo demanda. ¿Serán lo siguiente órganos humanos?
Es una posibilidad, en opinión de  la investigadora Shayn Peirce-Cottler, que dirige el laboratorio de bioingeniería de la Universidad de Virginia (Estados Unidos).

Peirce-Cottler y su equipo están dando pequeños pasos hacia ese objetivo mediante una bioimpresora que puede fabricar tejido humano y hueso.

Mientras tanto, están usando la máquina - sólo existen cuatro iguales en los Estados Unidos - para resolver algunos problemas clínicos prácticos.

Recientemente, el laboratorio ha impreso islotes pancreáticos, grupos de células que pueden producir la hormona insulina, para ser trasplantados a pacientes diabéticos.

"Son lo que deja de funcionar correctamente cuando se sufre diabetes", ha declarado Peirce-Cottler, la cual añadió que esas células  normalmente tienen que ser donadas para poder realizar estos trasplantes.
"Eso parecía como fruta madura para nosotros", expresó.

Por el camino, Peirce-Cottler aseguró que alberga la esperanza de fabricar tejido muscular,  que podría ser utilizado para el tratamiento de defectos craneofaciales, como el paladar hendido (leporino).

La bioimpresión se encuentra todavía en su infancia, y los científicos sólo están empezando a aprender a trabajar sobre las complejidades de la fabricación de tejidos humanos. Las impresoras 3D depositan capas delgadas de células en finas capas de gel conocido como "biopaper."
Las células se unen al gel para crear estructuras apropiadas de capas celulares que creen hasta convertirse en tejidos. Dado que las células son seres vivos y no totalmente predecibles, la bioimpresión ('bioprinting' en inglés) es más compleja que la impresión 3D tradicional.

"Incluso después de imprimir [tejido], que va a hacer las cosas que hacen los seres vivos, como crecer y encogerse, debemos tener en cuenta  el proceso de impresión," dijo Peirce-Cottler. "Tenemos que anticipar el crecimiento y la remodelación que van a experimentar los tejidos después de imprimirlos."

Actualmente, los investigadores son capaces de fabricar el tejido del tamaño de una moneda de veinticinco centavos, dijo Peirce-Cottler.

Su laboratorio se centra en la impresión 3D de los vasos sanguíneos, los canales por los que circulan la sangre y el oxígeno a través de los tejidos.

"Una vez que superemos esa barrera crítica, podremos imprimir cualquier tejido", añadió. "Ese es el principal cuello de botella: conseguir que la sangre llegue a las células."
Los investigadores que utilizan esta tecnología también tienen que encontrar una manera de mantener el sistema inmunológico del cuerpo para que no ataque al  tejido implantado, dijo Peirce-Cottler. Según sus estimaciones, los científicos podrían ser capaces de imprimir órganos enteros en algún momento en los próximos 25 años.

El Laboratorio de Peirce-Cottler en la Universidad de Virginia es uno de los cuatro que existen en los Estados Unidos que cuentan con la bioimpresora RegenHu, fabricada en Suiza.

Por ello, esta tecnología representa una oportunidad única no sólo para los investigadores, pero para los estudiantes que esperan para familiarizarse con la nueva tecnología.

La Universidad de Virginia adquirió dos de estas bioimpresoras, una para el departamento de Peirce-Cottler y otra para el Fontaine Research Park, que dirige el cirujano e investigado Kennet Brayman. En conjunto, las dos máquinas le han costado a la institución 300.000 dólares.

Según la doctora Peirce-Cottler, lo que lo hace diferentes a estas bioimpresoras fabricadas en Suiza es que la resolución a la que se puede imprimir es mucho, mucho más fina que en las otras impresoras disponibles anteriormente, de forma que las células son más o menos del orden de 10 micras a 100 micras de tamaño, y esta impresora es capaz de imprimir unas pocas células junto a otras y luego pasar a otra ubicación e imprimir algunas células más, con lo que se obtiene una resolución mucho más fina.

Como curiosidad, la investigadora practica con sus alumnos de la Universidad usando loción Nivea y jalea de petróleo,  porque las dos sustancias tienen una viscosidad similar a las células que se utilizan en la investigación real.

Un estudiante mostró varias formas que los alumnos habían diseñado e impreso utilizando la crema Nivea: un tiburón, un castillo y una estructura de colágeno tipo canasta que podría ser utilizada en el futuro para el implante de células en un paciente. El diseño de estructuras creativas es una manera divertida de que los estudiantes aprendan la capacidad total de la bioimpresora.

Un alumno llamado Koprey Marshall afirma que ha aprendido ya bastante sobre cómo funciona la bioimpresora y la forma en que capa por capa va creando unas figuras bastante elaboradas y la increíble precisión con la que lo pueden hacer.

Añadió que pasa alrededor de 8 horas diarias trabajando en el laboratorio. A finales del verano, espera ser capaz de imprimir  tejido muscular que será implantado en ratas. Esta es una de las investigaciones que se han estado desarrollando en laboratorios de la Universidad de Virginia durante algún tiempo  pero que eran difíciles de materializar sin una bioimpresora de esta precisión."                 (Imprimalia, 06/07/2015)

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