"Son solo 70 metros de carril bici, pero aunque su
apariencia pueda ser más o menos normal, lo que pisan los ciclistas de
Krommenie (a 25 kilómetros al noroeste de Ámsterdam, en Holanda) es oro
molido.
Esos pocos metros han costado más de tres millones de euros
(unos 43.000 euros el metro) y cinco años de investigación, pero lo
importante no es lo que se ha conseguido, que también, sino lo que
significa para el mañana.
Es la primera carretera del mundo hecha con
paneles solares, y sus impulsores ven que en el futuro esa energía
captada del sol servirá para iluminar la vía y los sistemas de tráfico,
pero van más allá y apuntan que incluso servirá para recargar los coches
eléctricos. Por ahora es poco eficiente, apenas genera un 30 % de
energía con respecto a cualquier solución solar convencional, pero aún
así crea electricidad para abastecer a tres hogares.
No es su poca rentabilidad su único
inconveniente. Por ejemplo, dada su condición de panel solar, resiste
poco peso, por lo que es impensable para una carretera convencional.
¿Vale entonces la pena el esfuerzo y gasto que
supone? Sus creadores no lo dudan.
Holanda tiene tanta demanda de
energía que aunque todos sus tejados tuviesen paneles solares, estos
solos podrían atender el 25 % de las necesidades energéticas. Las
autoridades son fieles partidarias de avanzar en la producción de
energía renovable y por eso han pensado que los paneles pueden estar en
otros lugares, como las carreteras.
El pequeño país tiene 140.000
kilómetros de vías, que suponen unos 500 kilómetros cuadrados; esto
multiplicaría de forma sustancial su capacidad de producción energética.
Según los mentores del proyecto, que son empresas
y administraciones locales, en 20 años se amortizará el gasto del
singular carril bici, aunque eso ahora, porque el objetivo es conseguir
minimizar los costes para que sea rentable en quince años.
Por lo de pronto los técnicos tienen tres años
para evaluar los problemas y solucionarlos, y Krommenie es perfecto
porque tiene mucho tránsito, se trata de una zona con una población muy
concienciada y la ubicación permite medir con comodidad el flujo de
personas y la evolución del sistema.
Entre sus usos futuros quienes
apuestan por este modelo ya piensan en una smart highway, es decir, una
carretera inteligente, que advierta de los peligros, adapte sus
condiciones de luminosidad a las condiciones meteorológicas o realice
funciones de apoyo a los conductores. Eso por el momento solo está en la
imaginación de los ingenieros, pero pocos pensaban que la carretera
podía generar energía." (La Voz de Galicia, 02/12/2014)
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