"La rápida
introducción de las energías renovables en la matriz energética de Uruguay era
hasta hace poco una noticia recurrente en la prensa especializada, un éxito
teórico con cifras espectaculares. Hasta que este mes de julio se materializó
en algo tangible para los ciudadanos: una bajada de la factura de la luz.
El cambio tiene
su origen en las fuertes lluvias que llenaron los embalses este año y en una nueva
realidad: el 84% de la electricidad de Uruguay viene de recursos propios como
el viento, el sol, la lluvia o la quema de desechos de los cultivos agrícolas.
Las energías verdes alcanzarán pronto el 40% de la matriz energética local
cuando el promedio mundial no supera el 17%.
A partir de julio
los hogares pagarán un 5,5% menos de tarifa eléctrica, las empresas pequeñas y
medianas un 6% menos. Un alivio en un país donde la energía es cara. Si bien en
los últimos años el precio de la electricidad ha ido subiendo por debajo de la
inflación —lo que constituye un ahorro para el consumidor—, ahora el
abaratamiento es directo.
Con poco más de
3,2 millones de habitantes, Uruguay no dispone de petróleo ni de gas y hasta
hace poco la factura energética pesaba como una losa en la productividad del
país. También condenaba a parte de la población a pasar frío y a considerar un
lujo comodidades como el lavavajillas o la secadora de ropa. Montevideo es la
capital más austral de América Latina y aunque el invierno dura unos cuatro
meses, los vientos marinos y una tasa de humedad que a veces llega al 98% lo
hacen interminable.
Con un ingreso
medio por familia de 41.000 pesos (unos 1.300 euros), la factura eléctrica
mensual supera fácilmente los 5.000 pesos (unos 160 euros) cuando hay que
añadir calefacción. Los hogares modestos, alrededor de un tercio de la
población (el salario mínimo es de unos 9.000 pesos) aguanta como puede las
inclemencias del tiempo. En colegios, universidades, oficinas públicas, es
frecuente pasar frío.
Este escenario
está cambiando rápidamente, como explica el principal referente en la materia
del país, Ramón Méndez, director nacional de Energía desde 2008. “En Uruguay
estamos hablando de una política a largo plazo y eso es central, muy pocos
países en el mundo la tienen. Esa política fue acordada entre todos los
partidos políticos”, asegura este doctor en Física que ha diseñado 25 años de
revolución energética.
“La introducción
de renovables aumenta nuestra soberanía energética. Es un tema de supervivencia
de la economía. Todo esto permitió garantizar el suministro, cosa que
históricamente en Uruguay no era trivial. A tal punto que el verano pasado
exportamos a Argentina el equivalente al 50% de nuestro consumo”, dice Méndez.
Desde 2008,
Uruguay invierte el 3% de su PIB anual en cambiar su estructura energética. El
modelo uruguayo tiene características particulares: a diferencia de la vecina
Argentina, de España o de la Unión Europea, “nosotros no subsidiamos la
energía”, afirma el responsable uruguayo.
El sistema está basado en la
asociación del sector público y empresas privadas, la Dirección Nacional de
Energía abre subastas y concursos, elige la tecnología más madura y rentable
para el país. Uno de los mayores éxitos se ha registrado en la instalación de
eólicas: “el viento es más estable que la lluvia, se repite todos los años, es
un negocio financiero”, afirma Méndez.
Javier Tirado,
jefe de proyecto de la empresa española R del Sur, confirma que el viento,
“bastante estable en el largo plazo, muy variable en cortos periodos”,
constituye un buen negocio. La compañía ha construido el mayor parque eólico
del país, con 25 aerogeneradores de tecnología española. La inversión fue de
100 millones de dólares y se proyecta otra de igual envergadura.
“Las empresas
españolas somos mayoría en Uruguay porque somos pioneros en el sector de las
renovables. El caso de Uruguay es bastante particular. Es pequeño y entonces es
el escenario ideal para afrontar estos retos de manera controlable por parte
del Estado”, dice Tirado.
En el caso
uruguayo resulta clave que la distribución de la electricidad sea el monopolio
de una empresa, la estatal UTE. El nivel de penetración de las renovables que
tiene Uruguay “no existe en el mundo, es un invento muy interesante y estamos
expectantes por ver cómo se maneja”, asegura Tirado.
Dentro de diez
años, el pequeño país sudamericano que tanto llegó a depender de las
importaciones de petróleo podría ser autosuficiente e incluso podría
convertirse en exportador de energía. Una revolución ecológica y silenciosa
como los molinos de viento. (...)" (La revolución renovable uruguaya. El 84% de la electricidad del país procede de fuentes alternativas, de
Magdalena Martínez, en Sin Permiso, 13/07/2014)
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