"Para salir de este circulo vicioso
propone aumentar las fuentes renovables para limitar las importaciones
–«los 60.000 millones de euros que se gastan al año en acudir al
exterior a comprar energía»–.
Como sugirió a España la UE, en lugar del
IVA y el IRPF para aumentar sus ingresos, incrementar los impuestos
ecológicos, que tendrían el efecto añadido de que supondrían
«redistribuir la cesta de consumo», eliminando o reduciendo la
dependencia del exterior.
Ortega defiende que hay mecanismos para
romper esa dependencia. Y uno de ellos está en la propia Ley de Bases de
Régimen Local, que fija la obligación de «integrar la generación de
energía en la planificación urbanística». Aunque eso es algo que aún no
ha hecho «ningún ayuntamiento».
Entre las herramientas a
disposición de las administraciones locales Ortega citó la posibilidad
de «expropiar para mejorar la economía local», o «reapropiarse» de la
red de distribución eléctrica, que «forma parte del servicio público».
También
implica resistirse a las presiones del «lobby contra las renovables» y
la inercia de la Administración cuando, por ejemplo, a día de hoy la
Comisión Europea mantiene que en 2050 costará aún más de un millón de
euros generar un megavatio mediante energía fotovoltaica, a pesar de que
como la tecnología ha evolucionado «mucho más rápido», el coste real ya
está hoy por debajo de esa cifra. (...)
El ejemplo a seguir, dijo en su
disertación, está en Alemania, donde existen 9.000 cooperativas de
generadores de energías renovables, en una verdadera eclosión de este
fenómeno.
La crisis en España está implicando, en muchos casos, «la
desaparición del Estado», en tanto que se desregulan o privatizan
servicios, pero en el motor económico de la Unión Europea se ha seguido
«el proceso inverso», con la municipalización de la generación de
energía, por ejemplo.
Allí hay ya pequeños municipios que generan
del 80% a más del 100% de sus necesidades mediante energías limpias, «al
lado de Berlín, que solo genera un 2%» de su consumo mediante estas
fuentes. Pero también está llegando a las grandes ciudades germanas,
como Munich y Hamburgo, donde se han implantado ya cooperativas de
usuarios y se extienden las redes municipalizadas de suministro, creadas
incluso por referéndum.
El razonamiento que avala este modelo es
palmario. En la capital bávara se calculó que la energía que requiere
cada ciudadano al año asciende a 3.500 euros. Si es la propia ciudad la
que atiende esta demanda, esta riqueza y los empleos que genera se
quedan «en la propia ciudad», con lo que se «evitan desequilibrios y se
relocaliza la economía», en lugar de enviar un dineral a los mercados
energéticos para suministrar a los muniqueses energía mediante
combustibles fósiles importados de las lejanas economías del desierto o
de peligrosas centrales nucleares, en proceso de desmantelamiento en el
país.
Según Ortega, buena parte de la salida a la crisis pasa por «la
revolución verde», la irrupción de estas energías limpias y su
incorporación a la economía real." (Entrevista a Jordi Ortega, Diario de ibiza, 22/11/2013)
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