"Ya no se echa una mano, se hace un clic. La solidaridad se reinventa en tiempos de crisis. Con la penetración de los smartphones
en España proliferan las aplicaciones específicas para proyectos
solidarios, más allá de las páginas web.
El denominador común es la
ausencia de un modelo de negocio, del lucro. Sus desarrolladores buscan
en la tecnología una herramienta solidaria que les permita contribuir a
un mundo mejor.
Una de estas aplicaciones es HelpDay,
que conecta a los que necesitan ayuda con quien pueda facilitársela
gracias a la geolocalización. La aplicación, que se sustenta en la
sencillez y en la transparencia, propone aprovechar el tiempo libre para
ayudar al prójimo en situaciones que suceden en un momento específico
del tiempo como “no encontrar el hotel cuando vas de viaje, colaborar en
la búsqueda de una mascota perdida, participar en una manifestación o
acudir a evitar un desahucio.
El software genera mensajes de ayuda que se integran al mapa de la aplicación y avisa los usuarios de las peticiones más cercanas.
“Todos soñábamos de niños con ser superhéroes pero no sabíamos cómo, ni dónde. Con HelpDay
si queremos ayudar sabremos dónde hacerlo”, explica Abel Pérez
Crespillo, quien junto a Raúl Olmedo, un compañero de trabajo, son los
creadores de la aplicación que en menos de un mes lleva casi mil
usuarios-voluntarios.
El propósito final de sus creadores es donar la
aplicación a una ONG que pueda beneficiarse de sus funciones.
La intención de HelpDay recuerda en algunos aspectos a la apli VolunteerMatch,
una especie de banco de tiempo en el móvil, que enlista diversos
proyectos en Estados Unidos que necesitan voluntarios para donar su
tiempo. Una de las trabas de estas aplicaciones es que son específicas
de una zona o país.
Otra aplicación similar es The extraordinaries, disponible solo para iPhone,
también en EE UU, que plantea contribuir con acciones tan simples como
ayudar a una ONG a difundir un proyecto en sus redes sociales o hacer
alguna traducción. O echarle la mano a un ciudadano con una mudanza, una
tutoría.
Lo llaman micro-voluntariado. ¿La principal pega? Para que
este tipo de aplicaciones funcione hace falta mucha más gente.
Un modelo de éxito en aplicaciones solidarias es Ushahidi, una apli
que surgió para compartir información en tiempo real de la violencia en
Kenia y crear un mapa colectivo en la que los propios ciudadanos
denunciaran los ataques de milicias, violencia policial o la falta de
medicamentos.
La idea funcionó tan bien que se creó una plataforma para
exportar el modelo a otras zonas en crisis alrededor del mundo, y de
hecho fue una de las principales fuentes de información para los
voluntarios tras el terremoto de Haití en 2010.2
Pero la solidaridad directa ya existía en Internet con páginas para financiar proyectos de colaboración como microdonaciones.net
(perteneciente a la fundación Hazlo Posible) que financiar proyectos
solidarios de distintas ONG que buscan apoyo económico de la ciudadanía.
O migranodearena.org que
permite crear tu propia web, de forma gratuita, con el objetivo de
recaudar fondos para la institución benéfica que tú elijas.
Este tipo de apps ya existe en países como EE UU. Una de ellas es iKiva,
una aplicación de iPhone que funciona como servicio de microcrédito
para ayudar a emprendedores en países de desarrollo a conseguir fondos
para su negocio.
A través de la app, los posibles prestamistas conocen
la historia de cada uno de la lista de los pequeños negocios que
necesitan ayuda, como granjas, artesanía y mercados comunitarios.
En España, lo más parecido hasta el momento es SocialFundit,
que permite pagos solidarios desde el móvil y abre la posibilidad a que
las organizaciones sociales divulguen sus campañas y acciones a través
de esta app —que se encuentra en fase beta—con forma de red
social. Así, el móvil se convierte en una herramienta de captación de
fondos privados útil para las organizaciones sociales que actualmente
ven reducidas las subvenciones.
“Una de las características que hacen
pionera a esta app es que el 100% de cada donación llega
completo a la entidad”, ha explicado Toni Costa —quien junto a Sergio
Reyes creó esta aplicación y la presentó en la App Date Co, la primera
edición de la versión solidaria del espacio de profesionales y
apasionados del mundo de las aplicaciones.
Pero las aplicaciones también se utilizan para otros tipos de labores
que “salvan al mundo”, una persona a la vez. Es por ejemplo el caso de E-Mintza,
(que en Euskera quiere decir habla electrónica) un sistema de
comunicación aumentativa y alternativa dirigido a personas con autismo o
con barreras de comunicación oral o escrita.
O la iniciativa La cosa radioactiva,
un proyecto del colectivo Uncoded, que gracias a las apps ha medido los
niveles de radioactividad en distintos puntos de España para, después,
transformarlos en arte." (El País, 26/12/2013)
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