15/7/11

El final de la oligarquía nuclear... ¿puede significar el principio de la oligarquía de las energías renovables?

"Así es como llegamos al 30 de junio de 2011. A propuesta del gobierno conservador, el Parlamento (Bundestag) aprueba con amplia mayoría despedir la energía nuclear a más tardar en 2022. El único grupo parlamentario que votó en contra, Die Linke, lo hizo porque quería introducir la prohibición nuclear en la Constitución, como han hecho los austríacos.

La decisión de prescindir de la energía nuclear incluye una amplia ofensiva en renovables (hoy 17% de la generación de electricidad) que en nueve años deberán generar por lo menos el 35% de la electricidad. La Federación de energías renovables cree que para 2022 es técnicamente factible generar la mitad de la electricidad con renovables. Y para 2050 el 100%.

Todo esto es una clara victoria ciudadana y no habría sido posible sin treinta años de movimiento. Pero, ¿qué alcance tendrá? Podemos ver algunas implicaciones. (...)

La primera es que si Alemania, primera potencia económica y demográfica de Europa, puede pasarse sin nucleares, quiere decir que todos pueden hacerlo.

La segunda es que el efecto arrastre va a ser inevitable, porque Alemania es un país de referencia y se va a producir un “tirón tecnológico”. Algo parecido puede pasar en Asia, donde Japón, que generaba el 30% de su electricidad en nucleares antes de Fukushima, se va a replantear el modelo, como ha anunciado su primer ministro. (...)

Esta situación puede ser particularmente importante para los países en desarrollo más punteros siempre pendientes de una “última modernidad tecnológica” a la que lo nuclear ya no pertenece. China cuyos dirigentes no son entusiastas de lo nuclear –aunque por razón de la enormidad de su demanda energética son los primeros constructores de nucleares del mundo- seguramente van a tomar buena nota de lo que se hace en Alemania y Japón. (...)

La reconversión energética que ahora empieza, incluida la generalización del automóvil eléctrico, significará inversiones y grandes obras por valor de centenares de miles de millones de euros. En Alemania los grandes parques eólicos estarán situados en el Mar del Norte y en el Mar Báltico.

Para el transporte de su energía al sur del país se necesitan nuevas “autopistas energéticas” de gran impacto ambiental. Para paliarlo se habla, por ejemplo, de trazarlas sobre las redes ferroviarias, o de soterrarlas. El problema es que los mismos oligopolios y la misma ideología al servicio del lucro privado que en su día determinaron la apuesta nuclear estarán al mando de la operación.

Un oligopolio es, por definición, antidemocrático. Con las renovables continuarán dictando los precios y determinando la estrategia centralizada y paisajísticamente destructora. Previsiblemente, sus decisiones continuarán despreciando a la mayoría social y beneficiando a una minoría.

A nivel general, los “grandes proyectos imperiales” con las renovables destruyen las posibilidades democratizadoras que esos recursos contienen, es decir, una producción descentralizada y con una planificación más democrática.

El proyecto “Desertec” es un ejemplo: la idea de generar con parques solares en el norte de Africa el 15% de la demanda eléctrica europea es interesante en principio. Pero en las actuales condiciones políticas y sociales los problemas saltan a la vista: los beneficiarios serán las oligarquías, del norte de África y de Europa, el transporte requerirá nuevas gigantescas redes.

Las posibilidades de desmanes están a la vista. Y en el proyecto están metidos los mismos de siempre: el Deutsche Bank, Siemens, ABB, E.ON, RWE, etc. Es decir: los mismos consorcios de la nuclear.

Todo esto nos devuelve a una reflexión muy básica sobre el proyecto de sociedad: la de que no hay democratización efectiva que no conjugue lo verde (es decir el respeto al medio ambiente y una política energética y un modo de vida global sostenibles) con la justicia social.

Como dice Samir Amin, “los verdes han quedado atrapados en un impasse porque no integraron la dimensión ecológica en una crítica radical del sistema socio-económico”. Ningún partido representa esa carencia mejor que el Partido Verde alemán." (El fin de la energía nuclear en Alemania y sus consecuencias (*), deRafael Poch , La Vanguardia,

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