"1) Inteligencia artificial (IA)
La inteligencia artificial
está presente en todas las revoluciones que vienen: la de los drones,
la conducción autónoma, los descubrimientos científicos, los servicios
personalizados digitales, la robótica, el big data...
Lo que existe. Estamos programando a las máquinas para que aprendan. Los cursos presenciales u online de Machine Learning
son de los más demandados tanto por las empresas como por ingenieros
talentosos de todos los continentes. La medicina y las finanzas no se
quedan atrás. El diagnóstico médico, la robótica bancaria, la compraventa de acciones…
En realidad es un componente básico para los avances en estos sectores y
también en la aviación y el transporte en general, el mantenimiento de
las telecomunicaciones, la industria pesada, los servicios
personalizados de atención a los clientes y hasta en las artes y la
creación: la música, los juegos y los juguetes modernos contienen
crecientes dosis de IA.
Lo que viene. El desarrollo de la IA ayudará al ser
humano a multiplicar sus capacidades (imaginen un chip bajo la piel, una
red neuronal que guarde datos y vivencias) y podrá crear máquinas que
sobrepasen al ser humano en talento hasta llegar a retos inimaginables,
desde avanzar en el conocimiento científico a ritmos exponenciales a,
por qué no, ¿conquistar la galaxia?
2) Medicina personalizada y cirugía robótica
La aplicación de la inteligencia artificial en la medicina, la
nanomedicina, la información analizable que proporciona el genoma
humano… Todo ello redundará en una medicina altamente personalizada, con
más potencial de diagnóstico anticipativo.
Lo que existe. Tenemos ya los fundamentos para una
revolución sin precedentes que tendrá efectos en nuestra longevidad y
nuestro bienestar y calidad de vida. La medicina y la biología apoyadas
por la computación, la nanotecnología y la biotecnología unen a sus
posibilidades a las que proporcionan los datos que aporta la
secuenciación del genoma y la identificación de las enfermedades
hereditarias.
La robótica interviene ya hasta en la propia cirugía.
Y son muchas las pruebas y ensayos clínicos que se desarrollan ya en el
ámbito de la nanomedicina, que aporta soluciones tecnológicas del
tamaño de un virus.
Lo que viene. Las expectativas se centran en la
administración de medicamentos aplicados con precisión a los tejidos u
órganos donde está localizado el problema (nanopartículas para llevar
fármacos donde se necesiten). Esto tiene una importancia enorme por
ejemplo en la lucha contra el cáncer, al combatir selectivamente las
células malignas.
Incluso la cirugía estará en pocos años mucho más
robotizada, será menos invasiva y tendrá un potencial de precisión mucho
más elevado. También los avances en las técnicas (como el método CRISP, un sistema genético de defensa contra virus)
que permiten modificar de forma fácil y barata el ADN y supondrían un
gran avance para la terapia génica y el tratamiento de enfermedades como
el cáncer o la fibrosis quística.
La medicina personalizada tendrá un fuerte apoyo en la biométrica. Ropa, pulseras o wearables
(llevables) en general que ya pueden medir y monitorizar los
indicadores de la salud de un individuo y generan bases de datos que
podrían prevenir o anticipar problemas. Las propuestas de llevables
aparecen continuamente.
Desde las lentillas en las que trabajaba Google
para medir la glucosa y que “coloreaban” la visión si detectan algún
problema, a los nuevos medidores de glucosa intradérmicos por NFC (Near
Field Communication) que permiten medir los niveles de glucosa con solo
acercar el móvil al brazo. La oferta de propuestas se haría interminable
si hablamos de las prótesis robotizadas, que ya son una realidad. O la réplica de órganos a través de impresoras 3-D.
3) Nuevos materiales
La creación de nuevos materiales artificiales, especialmente los
vinculados a los avances en el mundo invisible de la nanotecnología,
pueden revolucionar nuestro mundo. No dejan de aparecer creaciones como
el aerografeno (el material más ligero del mundo), la upsalita (muy
absorbente) y la espuma de titanio (material altamente resistente y
ligero)…
Lo que existe. Pese a las limitaciones de la nanotecnología actual, propuestas como los nanotubos o el grafeno
u otras similares ya propician innovaciones revolucionarias. Materiales
a base de polímeros que permitirían a medio plazo la autorreparación de
carreteras o edificios; pinturas que absorben contaminantes, vehículos
con materiales resistentes a los golpes, ropas que repelen la suciedad o
las bacterias, nuevos materiales eficientes para los productos
digitales como las pantallas flexibles.
Junto a los materiales, la
computación y el Internet de la cosas propician, además, edificios o
tejidos inteligentes con prestaciones de gran valor para los usuarios.
Para completar el círculo, la impresión 3-D
ya hace posible la fabricación en horas de una vivienda en China o que
los pedidos se impriman en casa en vez de llegar en dron.
Lo que viene. El reto para los próximos años está en
hacer viables industrialmente los avances actuales en aplicaciones y
productos concretos. No en todos los casos la aplicabilidad industrial
está garantizada.
Algunos expertos aseguran que en una década los
avances en la nanociencia harán posible la denominada nanotecnología
molecular, la capacidad de transformar la materia, el sueño de la
alquimia de convertir los residuos contaminantes en oro. Si esto
finalmente se alcanzara los economistas nos veríamos en la necesidad de
jubilar nuestro paradigma de los recursos escasos y pasar al de la
economía de la abundancia.
4) Ciudades Inteligentes y el Internet de las cosas
La vida urbana va a cambiar de forma radical a lo largo de la próxima década empujada por el auge de las llamadas smart cities (ciudades inteligentes) cuya transformación se basa en el Internet de las cosas y la sensorización.
Lo que existe. Europa está canalizando gran parte de
las inversiones de fondos comunitarios hacia la implantación de
tecnologías capaces de mejorar sustancialmente las ciudades en materia
de medioambiente, tráfico, ahorro energético, transportes públicos,
redes Wi-Fi… Ciertos países de Asia, como India o China, están diseñando ya las ciudades inteligentes del futuro, donde la vida y la actividad económica estén ligadas al Internet de las cosas, la explotación del big data
y la inteligencia artificial.
Los sensores, o pequeños ordenadores como
los arduinos, facilitan que “las cosas” emitan información relevante
que genera, de forma directa o indirecta, acciones inteligentes que
influyen en nuestro bienestar.
Lo que viene. Estamos ante un mercado de trillions of dollars para los gigantes tecnológicos, lo que facilita el interés por su desarrollo. Las smart cities
ponen de relieve el potencial de la sensorización: el mundo de los
sensores puede revolucionarlo todo y son aplicables a ciudades,
infraestructuras, edificios, hogares, procesos…
La tecnología que puede
hacer una ciudad más eficiente y habitable abarca desde el uso de nuevos
materiales o formas de energías a la digitalización, las toneladas de
información detallada recabadas por dispositivos como los beacons, o la propia realidad virtual que transformará nuestra forma de comprar, aprender o entretenernos.
5) Energías limpias
Nuestra dependencia de los combustibles fósiles se está reduciendo
progresivamente. Los avances tecnológicos propiciarán el aprovechamiento
racional de una energía más limpia y barata. Una necesidad urgente a la
que obliga el avance del cambio climático y el deterioro medioambiental
de las grandes ciudades, cada vez menos habitables.
Lo que existe. Se ha progresado significativamente
en energías solar, eólica, geotérmica, hídrica, solar y biomasa. En
energía solar los precios de los paneles para instalar en casas o en
factorías han caído un 80% desde 2008.
La energía eólica ha crecido un
25% en los últimos 15 años y en algunas zonas
ya es más barata que la procedente de combustibles fósiles. La biomasa
proporciona el 21% de la energía que necesita la industria en Brasil. El
25% de la electricidad de Islandia se produce de fuentes geotérmicas.
Lo que viene. Hay muchos avances que vendrán de la
mano de nuevos materiales y de la mejora de la capacidad de
almacenamiento de la energía (baterías o pilas de combustible). Los paneles solares
aún deben incrementar mucho su rendimiento.
La nanotecnología, uno de
los campos disruptivos con mayor potencial e impacto en nuestras vidas,
podría acelerar mucho las posibilidades de algunas fuentes limpias de
energía hoy estancadas, como la del hidrógeno, que puede convertirse en
el combustible del futuro si se abarata su producción. Y tampoco hay que
descartar la extensión de la energía de fusión, ahora sujeta a
restricciones.
6) El dinero y las finanzas digitales
Tras la irrupción del fenómeno Bitcoin y las criptomonedas ya nada volverá a ser igual en el sistema financiero.
Lo que existe. La tecnología blockchain,
que permite el uso del dinero digital, es una de las propuestas más
brillantes de nuestro siglo. Su concepto de seguridad y su aplicabilidad
en los servicios que requieren autentificación, por ejemplo, provoca
que hasta los propios bancos o las instituciones de todo el mundo la
estén adoptando para fines muy diversos, entre ellos, el promover el uso
del dinero digital entre instituciones financieras.
Lo que viene. En realidad la banca, al igual que otros sectores tradicionales, se enfrenta a la eclosión de la fintech, un desarrollo de startups
e innovación sin precedentes de ámbito mundial que está reinventando el
mundo del dinero y los servicios financieros a través de la tecnología
digital: Desde los pagos móviles hasta el asesoramiento de asistentes
virtuales a través de la IA.
Nuestro observatorio sobre fintech (fin-tech.es)
ha recogido en los últimos cinco años la escalada de un proceso de
innovación que es difícilmente asimilable por los sistemas financieros
tradicionales. Es complicado predecir si los gobiernos aceptarán un
dinero digital y global, de compleja regulación, pero caben pocas dudas
que que la transformación de las finanzas y la banca será radical.
7) Educación abierta ‘online’
Llevamos casi 20 años intentando comprender qué alcance y significado
tiene la revolución digital en la educación. Las generaciones de
nativos digitales están mostrando la necesidad de cambiar los sistemas
educativos actuales.
Lo que existe. La educación abierta ha propiciado revoluciones como la liderada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) a principios del milenio con la publicación de material docente en la Red de libre acceso
(OpenCourseWare).
Por este camino han seguido los MOOCs (siglas de
Massive Online Open Courses o cursos online masivos y abiertos), los nanodegrees
(pequeños grados impulsados por grandes empresas), el aula presencial
invertida (lecciones teóricas online y prácticas presenciales en clase) y
otras relevantes. Las lecciones en vídeo y ejercicios gratis en
Internet de la Khan Academy tienen 26 millones de seguidores.
Los contenidos formativos abiertos de calidad son casi infinitos. La
propuestas de cursos actualizados y prestigiosos de plataformas como Coursera o Edx provienen de las mejores universidades del todo el mundo (MIT, Harvard, Stanford…). Otras pioneras, como Udacity, garantizan el empleo a los egresados en los Estados Unidos. El ámbito hispano lidera de forma relevante esta revolución: Miriada X tiene dos millones de alumnos y UniMOOC, 240.000 emprendedores de más de 100 países.
Lo que viene. Una educación crecientemente
personalizada, capaz de desarrollar tanto el talento individual como la
creatividad y el trabajo multidisciplinar en equipos. Una reinvención
del concepto “presencial de la universidad tradicional” que sea capaz de
explotar las herramientas y recursos abiertos y online.
Innovación en nuevas formas de un aprendizaje continuo, capaces de
explotar la cultura digital de las nuevas generaciones, tomando la gamificación
(las estrategias propias de los juegos en otros entornos menos
lúdicos), y el potencial individual como base. Y si 800 años de
universidad nos lo permiten, la inteligencia artificial también tendrá
un papel relevante en la personalización de la educación.
8) El coche autónomo
Es una muestra del potencial de la inteligencia artificial (IA).
Aunque aún deben superar muchas barreras, el coche autónomo ya
representa una revolución en toda regla para el sector del automóvil,
convertido en una industria 4.0 capaz de incorporar cientos de
innovaciones relevantes en el vehículo tradicional.
Lo que existe. El vehículo del futuro ya existe en forma de coche inteligente
con cierta capacidad para la conducción autónoma, aunque aún necesita
un conductor al volante. Se han incorporado por ejemplo recursos
tecnológicos avanzados para aumentar la seguridad: detección temprana de
peligros, frenadas automáticas de emergencia, alertas de salida de
carril, control de la conducción “cansada”, avisos del estado del
tráfico…
Uber pondrá a finales de año en marcha su primera flota de taxis sin conductor
en Pittsburgh (EEUU), aunque en una primera fase todavía habrá alguien
en el volante, por si tuviera que intervenir.
Singapur está promoviendo
otra experiencia similar. Lo importante es que la tecnología hará que
nuestros desplazamientos sean mucho más seguros y facilitará la
movilidad de personas mayores, discapacitadas o con restricciones para
conducir. Y cambiará nuestro estilo de vida.
Lo que viene. La fusión entre la tecnología de los
drones y los coches autónomos permitirán el desarrollo de una nueva
generación de vehículos que en no muchos años dejarán de pertenecer
únicamente al género de la ciencia ficción. Existen los fundamentos
básicos para lograr un coche volador. La empresa norteamericana Terrafugia
ya fabrica prototipos. La NASA ha llegado a concretar que un plazo de
diez años podría haber incluso coches voladores autónomos.
9) Drones
Vamos a vivir en un mundo de drones sobre nuestras cabezas, aunque algunos gobiernos se resistan actualmente a admitirlo y hayan sobrerregulado su uso sin tomar conciencia de las múltiples posibilidades que ya tienen o las que pueden tener.
Lo que existe. Los drones ya se utilizan para
cientos de usos relevantes: La toma de muestras en zonas contaminadas,
como Chernóbil o Fukushima; el control de volcanes; en operaciones
antiterroristas o contra el narcotráfico; para el control de fronteras,
la vigilancia de la caza furtiva
en parques nacionales, el rescate de personas o el seguimiento de
obras; para cartografía, espionaje militar… En Alemania se utilizan para
llevar medicinas a las islas del norte, en Suiza para repartir el
correo...
Lo que viene. Hay otros desarrollos en camino con un potencial tremendo que van desde los ensayos de distribución a domicilio de productos (Google, Amazon…)
o el acceso global a Internet (Facebook quiere generar una señal de
Internet a nivel mundial a base de drones y satélites), sin olvidar la
propia innovación en su tecnología y forma: ya los hay que pueden
posarse, ver y caminar como un pájaro.
10) Datos masivos y abiertos
En el mundo de lo digital casi todo es big data, un fenómeno que tiene por objetivo explotar cantidades enormes de datos con finalidades infinitas.
Lo que existe. Hoy se utiliza el big data social
para identificar tendencias de mercado en ámbitos tan distintos como la
moda o la demanda de valores bursátiles. El análisis de ingente
cantidad de información con fines concretos hace posible personalizar
servicios para cada cliente, identificar patrones de salud y conocer
mejor enfermedades como el cáncer o regular el tráfico gracias a los
datos enviados por sensores.
El big data está recibiendo el decisivo apoyo del llamado machine learning (hay máquinas programadas y máquinas que aprenden solas), lo que potenciará su uso y sus posibilidades.
Lo que viene (o debería venir). Aquí la ciencia se
une a la política. La apertura de las bases de datos gubernamentales
posibilitaría más avances y servicios de valor para la población.
Según
un estudio del Observatorio ADEI,
la economía de la Unión Europea podría crecer un 1,9% adicional con la
implementación avanzada de políticas de gobierno abierto que potenciaría
el big data y el open data.
Los datos abiertos no
solo tienen relevancia económica, son la base para la irrenunciable
transparencia del sector público en cualquier país." (Andrés Pedreño, El País, 27/10/16)
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