Una aeronave no tripulada con el cuerpo y las alas fabricadas
mediante la impresión 3D se montó en un navío de la Marina Real
británica el pasado martes, y completó un vuelo de prueba con éxito.
"El pasado martes, desde la costa sur de Inglaterra el navío HMS Mersey de la Marina Real británica lanzó algo inusual desde el cajón de artillería: un dron barato fabricado con una impresora 3D.
El artilugio de tres kilos de peso y con un diseño de estilo avión fue lanzado por una catapulta de tres metros, y voló de forma autónoma entre varias coordenadas preprogramadas durante cinco minutos antes de realizar un aterrizaje seguro sobre su vientre en una playa de guijarros.
El dron low cost había sido impreso en tierra y montado a
bordo del navío. La prueba tenía por objetivo demostrar como un dron más
o menos de usar y tirar podría, en un apuro, ser impreso a bordo para reducir costes y permitir a la tripulación adaptarse rápidamente a una nueva misión, por ejemplo después de una catástrofe natural.
Fabricar drones de plástico para los navíos de la marina mediante
técnicas convencionales de fabricación masiva no ofrece tanta
flexibilidad y además resultaría caro puesto que el volumen de la demanda no es suficiente
para compensar la inversión, dice Geoff Hayward, un oficial de VANT
(vehículo aéreo no tripulado) del Centro Marítimo de Guerra que estaba a
bordo del HMS Mersey para supervisar el vuelo.
Antes de la prueba, no estaba claro si un dron impreso y de bajo coste podría lidiar con las condiciones de oleaje y viento, explica. "Hasta donde sabemos, fue una primicia mundial".
La tecnología fue desarrollada en asociación con algunos investigadores
y una empresa de impresión 3D, y podría tener aplicaciones civiles y
comerciales.
El dron de hélices con 1,5 metros de envergadura fue diseñado por
ingenieros aeronáuticos de la Universidad de Southampton (Reino Unido), y
se conoce por el nombre de Sulsa. Se monta a partir de cuatro piezas hechas por una impresora
que fusiona el polvo de nilón con un láser. Incluso las superficies de
control con bisagras de la aeronave como timones y alerones fueron
hechas por la impresora.
Se necesita añadir una batería,
electrónica de control, unas hélices y un motor para completar el dron,
y se pueden añadir también sensores como cámaras y radar. El dron, una
vez completado el montaje, puede volar a velocidades de hasta 100 millas
(62,5 kilómetros) por hora.
Ya existen drones que se pueden lanzar desde navíos, pero típicamente tienen un tamaño mucho mayor y cuestan millones de dólares, afirma Jim Scanlan,
un profesor de la Universidad de Southampton que trabaja con Sulsa. "La
marina cree que los VANT diseñados para ser lanzados desde navíos son
demasiado caros", dice.
Scanlan señala el dron de vigilancia Scan Eagle de Boeing como ejemplo. "Quien lo opere siempre está aterrado por la posibilidad de que se pierda", afirma. "Si su motor único tose, se da un baño".
Sulsa se puede imprimir por varios miles de dólares, dice Scanlan, aunque solo tiene una autonomía de vuelo de 40 minutos. Pero esto podría bastar para misiones como las de repuesta a una alerta de piratería,
cuando poder investigar fácilmente a una embarcación desde una
distancia de unas 10 millas (6,25 kilómetros) resulta muy valioso. "Y si
abren fuego sobre él, ¿a quién le importa? Mandas otro", dice Scanlan.
Se imagina navíos que se echen a la mar portando piezas impresas para construir hasta 50 drones además de una impresora 3D y
la materia prima en polvo necesaria para imprimir repuestos o vehículos
personalizados para distintas misiones que podrían requerir distintos
sensores.
Sin embargo, queda aún trabajo por hacer para demostrar que la
impresión de aeronaves en alta mar tenga sentido. La impresión de las piezas de Sulsa tarda horas, y las impresoras existentes tendrían que ser modificadas para que pudiesen mantenerse en las condiciones de mar abierto." (MIT Technology Review, 24/07/2015)
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