La economía agrícola y monástica de Bután fue autosuficiente, pobre y aislada hasta hace pocas décadas, cuando una serie de monarcas excepcionales empezaron a guiar al país hacia la modernización tecnológica (caminos, electricidad, atención médica moderna y educación), el comercio internacional (principalmente con la vecina India) y la democracia política.
Lo que resulta increíble es la actitud reflexiva con la que Bután aborda este proceso de cambio y cómo el pensamiento budista guía esa actitud. Bután se formula el interrogante que todos deben formularse: ¿cómo se puede combinar la modernización económica con la solidez cultural y el bienestar social?
En Bután, el desafío económico no es el crecimiento del producto interior bruto (PIB), sino de la felicidad nacional bruta (GNH, por sus siglas en inglés). Fui a Bután para entender mejor cómo se aplica la GNH. No hay una fórmula, sino un proceso activo e importante de debate nacional que se adapta a la seriedad del desafío y a la profunda tradición de reflexión budista de Bután. Allí reside la inspiración para todos nosotros.
Parte de la GNH de Bután tiene que ver, obviamente, con satisfacer las necesidades básicas: mejor atención médica, menor mortalidad materno-infantil, mayores logros educativos y mejor infraestructura, especialmente electricidad, agua y servicios sanitarios. Este interés en el progreso material destinado a satisfacer las necesidades básicas tiene sentido tratándose de un país con el nivel relativamente bajo de ingresos de Bután.
Sin embargo, la GNH va mucho más allá del crecimiento generalizado y a favor de los pobres. Bután también se está preguntando cómo se puede combinar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental, un interrogante al que ha respondido en parte a través de un esfuerzo integral para proteger la vasta superficie forestal del país y su biodiversidad única.
Se está preguntando cómo puede preservar su igualdad tradicional y fomentar su legado cultural único, y cómo los individuos pueden mantener su estabilidad psicológica en una era de cambio rápido, marcada por la urbanización y una avalancha de comunicación global en una sociedad que no tenía televisores hasta hace una década. (...)
Bután tiene muchas cosas que siguen su camino. Podrá aumentar las exportaciones a India de energía hidráulica limpia extraída del río, ganando así divisas extranjeras de una manera sostenible y capaz de llenar las arcas gubernamentales para financiar la educación, la atención médica y las infraestructuras. El país también está decidido a asegurar que los beneficios del crecimiento lleguen a todos sus habitantes, sin importar la región o el nivel de ingresos.
Existen riesgos importantes. El cambio climático global amenaza la ecología y la economía de Bután. El consejo imprudente y costoso de McKinsey y otras consultoras privadas podrían ayudar a convertir a Bután en una zona turística degradada. Es de esperar que la búsqueda de la GNH ayude a alejar al país de ese tipo de tentaciones.
La clave para Bután consiste en considerar la GNH como una búsqueda perdurable y no como una simple lista de control. La tradición budista de Bután entiende la felicidad no como un apego a los bienes y servicios, sino como el resultado de un trabajo serio de reflexión interior y compasión hacia los demás.
Bután está embarcado en un viaje así de serio. El resto de las economías del mundo deberían hacer lo mismo." (JEFFREY D. SACHS: El crecimiento en una economía budista. El País, Negociosl, 05/09/2010, p. 14)
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