El primer paso consiste en tratar este órgano con un detergente enzimático para eliminar las células del donante. El resultado es que se disuelve la carne, y se deja limpia la matriz del corazón (lo que sería el esqueleto si habláramos de hueso, o la infraestructura formada por tejidos conectivos en este caso). A partir de ahí, se siembra la estructura con células madre para que el corazón se regenere. Este paso es complicado pero ya hay antecedentes (se ha hecho con tráquea y con animales pequeños, explica Fernández Avilés). Pero queda un paso: que esa estructura, convenientemente regada, se ponga a latir.
De momento, ya que se trata de un experimento pionero en el que participan el Gregorio Marañón, la universidad de Minnesota y la Organización Nacional de Trasplantes, no se va a ser muy selectivo con las células madre que se van a usar (ya las hay de cultivo). Pero en un futuro, se seleccionarán para que sean de la persona a la que se le vaya a implantar este corazón para evitar rechazos. Claro que para eso "pasarán años", advierte Fernández-Avilés.
La idea de que una serie de células madre se pongan a latir no es nueva. Ya se ha visto con materiales biológicos que, de repente, se ponen a latir al unísono. Es lo mismo que pasa con los embriones en su entorno natural, que cuando hay una masa crítica de células cardiacas empiezan a dilatarse y contraerse espontáneamente, mucho antes de que se trate de un corazón propiamente dicho con sus cavidades, sus válvulas y su capacidad para bombear sangre.
Además, aun en el caso de que no se consiga regenerar un corazón entero, es posible que se llegue a algunas de sus estructuras (válvulas, músculos, vasos sanguíneos) que podrían usarse para un autotrasplante, indica el investigador.
De momento, el primer paso ya está en marcha: el corazón se recibió el domingo, y mañana estará ya la estructura limpia de células para que se empiece a sembrar con las nuevas." (El País, 06/05/2010)
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