"Rupert Kolb (Würzburg-Baviera, 1955) cree que la madera verde es la mejor materia prima para su carpintería. Pero es "madera verde" en el sentido ecológico del término. En su taller de Calo (Vimianzo), reivindica el cerne noble y el oficio artesanal, y huye de razones consumistas en aras de la sostenibilidad. Ha demostrado que con madera verde no sólo se hace humo. (...)
Se marchó a Suecia para aprender de los maestros nórdicos la fabricación de órganos musicales. Eran los años en los que el país veía nacer el imperio del mueble en kit. Mientras Ikea predicaba la fabricación masiva y el montaje rápido, Rupert cultivaba la paciencia.
Su siguiente escala fue Berlín, donde en 1979 abrió su primer negocio de carpintería con dos amigos. "Vivía en un barrio obrero, y el taller estaba en una zona con mucha presencia de okupas", cuenta. Poco tiempo después, se mudó de la cultura más urbana al rural profundo cuando un amigo le ofreció hacerse cargo de una granja en Alsacia durante un año. En ese tiempo, él y su mujer le cogieron el gusto al campo.
Al volver a Berlín, vieron un anuncio que decía: "Se vende casa y finca en Galicia". Resultó ser una estafa: el alemán que vendía la casa no era su propietario. Pero si se sintieron defraudados en los negocios, Galicia les convenció en todo lo demás: "Nos enamoramos del paisaje y descubrimos que los gallegos eran gente legal". (...)
Asentó su futuro en un lugar que parecía mirar únicamente al pasado: "Sólo quedan dos vecinos que viven del campo, el resto son pensionistas o trabajan en la ciudad". Era una comunidad cerrada donde su llegada despertó mucha curiosidad, aunque se sintieron bien acogidos. Ahora se han integrado totalmente, hasta el punto de que Rupert habla gallego con la fonética de la Costa da Morte.Ha restaurado la casa utilizando la madera y la piedra tradicionales. Con ese criterio, ha rehabilitado más de 60 construcciones desde entonces: "En una vivienda tradicional se debe mantener la historia, olerla". "Yo apuesto por la bioconstrucción, respetuosa con el material utilizado, el lugar y su destino funcional", cuenta. De estos trabajos, hay uno del que está especialmente orgulloso: la recuperación de los batanes del Mosquetín.
Su baza al verde ha resultado ganadora. Ha encontrado también un nicho de mercado en clientes que quieren muebles de calidad: "Suelen ser gente sensible y culta, que busca algo auténtico". No recurre a especies foráneas: trabaja la acacia, el cerezo, el castaño, el roble, el pino rojo y el pino tea. "Uso maderas que se puedan plantar y desarrollar, para que no se agote la materia prima y dejar un legado a las generaciones futuras".
Quiere madera con buen cerne, que lleve al menos medio siglo en el monte gallego. "En Galicia, la explotación forestal se hace con mentalidad cortoplacista, como si fuese una cosecha de patatas; en Alemania, los carpinteros trabajan con los árboles que plantaron sus abuelos", dice. Rupert lamenta este modelo, "el sistema que está abocando a los aserraderos a la crisis". "No se puede plantar sólo para la construcción o para las celulosas, hay que pensar en generaciones", advierte." (El País, ed. Galicia, Galicia, 06/03/2010, p. 8)
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