"El envejecimiento de la población en España es firme y rápido.
Vivimos más pero con más enfermedades crónicas. Dentro de 15 años habrá
un millón de españoles con demencia senil y alzhéimer. Esta cifra
únicamente describe un grupo de enfermedades crónicas. Hay muchas más.
En consecuencia, se estima que la demanda asistencial sobre la sanidad crecerá entre el 10% y el 15% en los próximos 15 años.
Por
otro lado, a menudo en la sanidad se repetirá un stress test como el
del ébola por algún virus o bacteria emergente y mutada. En los últimos
años hemos tenido entre otros el SARS, la gripe aviar, el H1N1 y ahora
el ébola. Esas únicamente describen algunas de la enfermedades
emergentes. Hay muchas más.
En ese contexto seguir
infrafinanciando la sanidad en España como ocurre hoy la hará más y más
vulnerable. No pasará los stress tests cuando lleguen.
Con el ébola nos hemos salvado gracias a los profesionales de la salud. Gracias al sector público.
El reto del ébola ha hecho visible las vulnerabilidades.
Es
necesario añadir más recursos a la sanidad, pero eso no será
suficiente. Para enfrentarnos a los enormes retos descritos será
necesario además transformar el modelo asistencial para ser más
eficientes.
Añadir recursos y a la vez transformar el modelo
asistencial nos llevará a una situación nueva, que nos permitiría seguir
construyendo un sector público de calidad. (...)
Recientemente la principal respuesta es aplicar copagos y recortes.
El razonamiento básico de las políticas actuales es que los recortes y
copagos alejen del sector público a los pacientes. ¡Gastan demasiados
recursos! ¡Mejor poner barreras y rechazarlos! En resumen, los pacientes
son un problema, los pacientes estorban. ¡Obviamente con ello no se
pretende ofrecer más calidad, ni más eficiencia sino simplemente se
pretende “ahorrar” pasando parte del gasto a la población!
Esa no es la respuesta a los retos del presente y futuro que se han descrito anteriormente.
¿No
sería mejor hacer exactamente lo contrario: acercar y estar conectados
con los pacientes en lugar de alejarlos?, ¿no controlaríamos mejor los
cuidados y el gasto que produce ese millón de demencias seniles y de
todos los enfermos crónicos estando conectados con ellos y
organizándonos de otra forma? ¿No controlaríamos mejor las epidemias
estando todos conectados?
Denunciar la política existente y solo
pedir más recursos sin aportar soluciones alternativas no es
constructivo. Por tanto, ¿cuál sería la solución para conseguir un
sistema sostenible y de calidad?
Se trata de hacer cambios organizativos, de gestión y tecnológicos de forma sucesiva.
A
grandes líneas es necesario, en primer lugar, conectar con los
pacientes. Urge convertir el Sistema Nacional de Salud (SNS) en un
modelo “conectado” con los pacientes.
Hoy los enfermos no están en
el radar del sistema de salud.
La sanidad no está conectada con los
enfermos de forma continua para prevenir su empeoramiento. Esto es
posible hacerlo hoy con tecnologías cuyos avances nos permiten
transformar radicalmente la asistencia, monitorizando a los pacientes
cuando no están físicamente en contacto con los servicios sanitarios,
ayudándoles a autogestionar mejor sus enfermedades y en general dándoles
más voz en un sistema que hoy los tiene silenciados.
Los estudios
indican que proporcionar a los pacientes acceso a su historia clínica
personal on line disminuye la presión de trabajo de los médicos de
atención primaria en un 11% y educar a los pacientes con sistemas de
autogestión supone un ahorro de entre el 8% y el 21 %. Los pacientes
autogestionados acuden menos al sistema e incorporan mejor a sus rutinas
la medicación y los comportamientos saludables.
Pero hace falta
también conectar con los clínicos. Hoy los clínicos no reciben la
información clínica que necesitan. Es bien conocido que hoy atendemos la
misma enfermedad de forma diferente según quién y dónde lo atienden a
uno. La variabilidad clínica es enorme e inaceptable.
Para mejorar este
tema los médicos y enfermeros necesitan sistemas de apoyo técnico que
les aporten información inmediata allí donde estén. Estos sistemas de
apoyo a la decisión clínica mejoran sustancialmente la calidad y la
seguridad clínica con el consiguiente ahorro.
Conectar los
hospitales y la atención primaria es un tercer reto. En la actualidad
las estructuras y procesos que componen el SNS no funcionan de forma
óptima. La consecuencia es que muchos pacientes no están siendo
atendidos en la parte del sistema de salud que corresponde a sus
problemas. Las estructuras asistenciales están desconectadas entre sí y
eso lleva a una atención fragmentada y cara.
Crear sistemas
locales integrados en los que los diferentes prestadores de servicios
clínicos colaboren y se coordinen es posible. En varias comunidades
autónomas ya se ha empezado a exigir esa mejor coordinación entre
distintos niveles asistenciales.
Conectar el sistema de salud con
los servicios sociales es otro de los desafíos. Cuando ambos sectores
trabajan juntos el servicio es mejor y más eficiente para todos. ¿Por
qué no iniciar ya la integración de ambos sectores tanto desde el punto
de vista de la financiación como de la prestación?
También es
imprescindible conectar con los ciudadanos y la comunidad. En los
últimos años han aumentado los mecanismos para dar más voz a las
comunidades y nuevas formas de participación que dan más control a los
ciudadanos y que no solo buscan legitimar decisiones que ya se han
tomado anteriormente por los “expertos”
. Esto no implica que todo deba
decidirse de abajo arriba, pero sí que se busque a partir de ahora
mejores formas de participación de la comunidad. Para eso será necesario
conectar genuinamente con la comunidad. Es evidente, por ejemplo, que
una mejor participacion y conexión con la comunidad nos hubiera
permitido trasladar mejor el riesgo real del ébola y se hubiera evitado
una propagación exagerada del miedo.
Este modelo conectado y
reorganizado consigue aflorar eficiencias que resultan de pasar de un
modelo fragmentado con multitud de ineficiencias hacia un modelo
integrado y más eficiente.
Esto no es un cambio tecnológico. No se
trata solo de digitalizar el sector. Esa es solo parte de la respuesta y
no la más importante. Por otro lado, las tecnologías de la informacion y
la comunicación no se incrustarán en las organizaciones asistenciales
si no se acompañan de cambios organizativos que integren mejor los
elementos del sistema y no se cuenta con los profesionales de la sanidad
y servicios sociales en todos estos cambios.
La suma de esos
cambios organizativos y tecnológicos nos permitirá estar en contacto
continuo con los pacientes para que así se pueda intervenir antes de que
se descompensen, aparezcan en urgencias y a menudo ocupen una cama
hospitalaria. Será un sistema capaz de hacer un seguimiento efectivo
después del alta en coordinación con los servicios sociales, y será un
sistema que nos permita estar en contacto dinámico con la población
cuando ocurran retos como el del ébola.
Sabemos cómo avanzar hacia ese modelo más participativo, más conectado, más eficiente y más sostenible.
Es importante que el Gobierno entienda que no hay que pasar únicamente los stress test de la banca.
Ha
llegado la hora de cuidar a la sanidad pública y a los servicios
sociales para que puedan enfrentarse con garantías a los retos del
presente y el futuro. El siguiente stress test no será tan fácil y en
ese caso será muy fácil relacionar la vulnerabilidad de la sanidad con
la falta de apoyo del Gobierno." (
Rafael Bengoa Rentería
, El País, 28 OCT 2014)
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