Piezas. Imitan el tejido óseo. | Foto: Cedoc / Néstor Grassi
"Ni juguetes, ni bijouterie, ni fundas para iPhone; la revolución de
la impresión 3D pasa hoy por su aplicación en el ámbito de la medicina,
donde esta tecnología ha dejado de ser una promesa para convertirse en
una herramienta para los profesionales de la salud.
De hecho, la semana
pasada se conoció que médicos del Hospital Universitario de Utrecht, en
Holanda, implantaron por primera vez en el mundo un cráneo completo
hecho con una impresora en tres dimensiones a una mujer de 22 años que
padecía una enfermedad de los huesos que comprimía su cerebro.
En la Argentina, aunque se trata de un campo nuevo, también hay
avances. Gracias a un software especializado y la tecnología de
impresión 3D ya se realizan modelos anatómicos que sirven para que los
médicos puedan planear mejor una operación quirúrgica y hasta prótesis
para realizar implantes personalizados en el caso de cirugías de columna
o maxilofaciales. Es que la tecnología de impresión 3D esta cambiando
el paradigma de fabricación, también en la industria médica.
“Estamos trabajando en la impresión de biomodelos que permitan a los
médicos realizar planeamiento prequirúrgico de tal manera de evaluar la
mejor estrategia terapéutica, garantizando las últimas tendencias en
medicina: que sea personalizada y mínimamente invasiva.
Esto permite, a
su vez, la fabricación de moldes para la posterior producción de
prótesis, como craneoplastías, por ejemplo, utilizadas en neurocirugía”,
le explicó a PERFIl Gastón Corti, desarrollador del área de Biomedicina
de Trimaker, empresa argentina que fabrica y comercializa impresoras
3D. “Con el apoyo del Ministerio de Ciencia y el Conicet, también
estamos trabajando con distintos grupos de investigación para
desarrollar una resina biocompatible para futuras aplicaciones en
odontología”, agregó.
Ventajas. ProtoLab, la división de implantes a
medida de la compañía argentina Novax DMA, ya está fabricando con
tecnología de impresión 3D prótesis para cirugías maxilofaciales o de
columna. De hecho, cerca de 250 pacientes ya se beneficiaron con este
nuevo método. “Para las piezas que imprimimos para implantar en forma
directa usamos titanio.
Es la misma aleación que utilizamos para los
implantes tradicionales, pero en lugar de hacerlo por ese método se
utiliza un polvo que se va depositando capa por capa y el rayo láser va
derritiendo cada partícula y generando una forma sólida”, sostuvo el
cirujano traumatólogo Daniel Fiz, director de Novax DMA.
Según el experto, la impresión en tres dimensiones presenta ventajas
frente a la tecnología tradicional de fabricación, básicamente porque
permite personalizar un implante y lograr geometrías difíciles de
conseguir.
“Los implantes de titanio trabecular que fabricamos, por
ejemplo, tienen una estructura cavernosa que imita el tejido óseo y por
ende la célula ósea crece directamente dentro de esta estructura en
forma muy natural, mejorando la interfaces hueso/implante. Este tipo de
geometría altamente compleja no puede lograrse por otro método que no
sea la impresión 3D”, detalló Fiz.
Para los epecialistas, la nueva tecnología abre un abanico de futuras
aplicaciones en medicina. Pero aún faltan más investigaciones en cuanto
a los materiales a utilizar para fabricar las prótesis. “Es el punto de
inflexión fuerte para los próximos años. Hay que ver qué formulaciones
se van a utilizar, cómo esos biomateriales se van a comportar en el
organismo”, concluyó Corti.
Medicina regenerativa. Los avances en impresión 3D y
células madre también tienen implicancias en el campo de la medicina
regenerativa. La investigación biomédica ve en esta tecnología una
posible solución para los problemas de falta de órganos para trasplantes
o incluso para la reparación de tejidos dañados tras una enfermedad o
accidente.
La empresa Organovo anunció el lanzamiento para 2015 del primer
hígado artificial fabricado íntegramente con una impresora 3D. Este
órgano diseñado no servirá para trasplantes, pero será una herramienta
para probar los efectos de nuevos medicamentos en proceso y para
estudiar posibles tratamientos de enfermedades.
Para Marcelo Risk, director de la carrera de Bioingeniería del
Instituto Tecnológico de Buenos Aire (ITBA) e investigador del Conicet,
la medicina regenerativa “es un área muy prometedora porque puede llegar
a ser un sustituto al trasplante y también a los órganos artificiales,
que fueron una promesa hace treinta, cuarenta años, pero no llegaron a
dar la respuesta que se esperaba ya que no funcionaron”. (Florencia Ballarino, publicado en la edición 876 de Diario PERFIL, en FortunaWeb)
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