"Las impresoras 3D utilizan habitualmente plástico, el más común de ellos
es el de tipo ABS, para hacer realidad los modelos virtuales que les
llegan. Es un material que está dando buen rendimiento, aunque una de
sus desventajas es su elevado precio.
Un kilo se puede comprar a través
de diferentes portales web por 30 y 60 dólares (entre 23 y 46 euros). (...)
La tecnología se conoce desde hace décadas, aunque ha
sido el reciente abaratamiento de las máquinas el que ha hecho posible
su difusión a un público más amplio, más allá del sector industrial.
En
estos momentos es un área en pleno crecimiento. El año 2012 el mercado
global de la impresión 3D alcanzó un 2.200 millones de dólares (1.705
millones de euros), un incremento del 28,6% respecto al ejercicio
anterior, según los datos de la consultora Wohlers Associates. Esta
misma firma espera que para 2019 se llegue a un volumen de 6.500
millones de dólares (5.037 millones de euros).
Siendo
consciente de esta tendencia, y de la necesidad de nuevos materiales,
la empresa californiana Emerging Objects ha explorado la conversión de hormigón o madera en filamentos
que puedan ser utilizados por una impresora 3D. El resultado de sus
investigaciones ha sido la síntesis de seis compuestos basados en
materiales diferentes. Algunos de ellos aún están en fase de
experimentación, pero de otros ya se ha comprobado su eficacia.
En la web de Emerging Objects
se pueden ver piezas de decoración impresas con madera, un perchero
basado en nailon o un banco construido con cemento. La compañía ha
logrado sintetizar estos compuestos mezclando los materiales que se
buscaban con una sustancia líquida, que convierte el resultado en un
filamento apto para las impresoras 3D. Cualquier máquina puede
utilizarlos.
El
compuesto basado en madera está destinado a servir para la impresión de
muebles o pequeños objetos de decoración, mientras que el de cemento se
orienta a la arquitectura. Según la compañía californiana las
estructuras resultantes son más fuertes que el hormigón normal.
También han creado compuestos de nailon y de materiales
acrílicos. Aunque quizá los más sorprendentes son los que están basados
en sal, que se seca rápidamente y se puede procesar a posteriori para
aumentar su dureza, y en papel.
Este último, en fase de experimentación
todavía, procede del reciclaje de periódicos. No es el único material,
también se reciclan distintos tipos de madera para dar lugar al sucedáneo correspondiente.
La voluntad de utilizar residuos para crear el filamento para
impresoras se une a la posibilidad de reciclar los objetos, una vez
moldeados. Cada material se puede volver a convertir en masa para volver
a esculpir de nuevo en tres dimensiones.
Este proceso también se puede
dar con los plásticos ABS y PLA. De hecho, se están construyendo
máquinas capaces de convertir envases de alimentos y otros residuos caseros en materia prima para las impresoras 3D." (eldiario.es, 24/05/2013)
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