"El 8 de enero se anunció en internet la creación del "partido del
futuro", un método experimental para construir una democracia sin
intermediarios que sustituya a las actuales instituciones deslegitimadas
en la mente de los ciudadanos. La repercusión ciudadana y mediática ha
sido considerable.
En tan sólo el primer día del lanzamiento, y a pesar
de que se colapsó el servidor tras recibir 600 peticiones por segundo,
hubo 13.000 seguidores en Twitter, 7.000 en Facebook y 100.000 visitas
en YouTube.
Medios extranjeros y españoles, incluyendo este diario, se
han hecho eco de una conferencia de prensa desde el futuro que anuncia
el triunfo electoral de su programa: democracia y punto (http://partidodelfuturo.net).
Señal de que ya no se puede ignorar lo que surge del 15-M. Porque este partido emerge del caldo de cultivo creado por el movimiento aunque en ningún caso pueda asimilarse al mismo.
Señal de que ya no se puede ignorar lo que surge del 15-M. Porque este partido emerge del caldo de cultivo creado por el movimiento aunque en ningún caso pueda asimilarse al mismo.
Porque no hay "el movimiento" con
estructura organizativa ni representantes, sino personas en movimiento
que comparten una denuncia básica de las formas de representación
política que han dejado inermes a la gente ante los efectos de una
crisis que no han causado pero que sufren cada día.
El 15-M es una
práctica colectiva e individual cambiante y diversificada, que vive en
la red y en las calles, y cuyos componentes toman iniciativas de todo
tipo, desde la defensa contra el escándalo de las hipotecas a la
propuesta de ley electoral que democratice la política.
Pero hasta ahora, muchas de estas iniciativas parecen abocadas a un callejón sin salida. Por un lado, las encuestas reflejan que una gran mayoría de ciudadanos (en torno a un 70%) están de acuerdo con las críticas del 15-M y con muchas de sus propuestas. Por otro lado, toda esta movilización no se traduce en medidas concretas que alivien a las personas porque hay un bloqueo institucional a la adopción de dichas propuestas. (...)
Pero hasta ahora, muchas de estas iniciativas parecen abocadas a un callejón sin salida. Por un lado, las encuestas reflejan que una gran mayoría de ciudadanos (en torno a un 70%) están de acuerdo con las críticas del 15-M y con muchas de sus propuestas. Por otro lado, toda esta movilización no se traduce en medidas concretas que alivien a las personas porque hay un bloqueo institucional a la adopción de dichas propuestas. (...)
Afortunadamente, el 15-M ha frenado cualquier impulso de protesta
violenta, jugando de hecho un papel de canalizador pacífico de la rabia
popular. El dilema es cómo superar las barreras actuales sin dejar de
ser movimiento espontáneo, autoorganizado, con múltiples iniciativas que
no son programa y por eso pueden congregar potencialmente al 99% que
saben lo que no quieren, es decir lo que hay, y que se acuerdan en
buscar en conjunto nuevas vías políticas de gestión de la vida.
Para avanzar en ese sentido, ha surgido una iniciativa espontánea de ir ocupando el único espacio en el que el movimiento apenas esta presente: las instituciones.
Para avanzar en ese sentido, ha surgido una iniciativa espontánea de ir ocupando el único espacio en el que el movimiento apenas esta presente: las instituciones.
Pero no en lo inmediato, porque su proyecto no es el
de ser una minoría parlamentaria, sino de cambiar la forma de hacer
política, mediante democracia directa instrumentada mediante internet,
proponiendo referéndums sobre temas clave, coelaborando propuestas
legislativas mediante consultas y debates en el espacio público, urbano y
cibernético, planteando medidas concretas a debatir entre la ciudadanía
y sirviendo a la vez de plataforma para propuestas que salgan de la
gente.
En realidad, no es un partido, aunque esté inscrito en el registro de partidos, sino un experimento político, que se va reinventando conforme avanza. En el horizonte sí se vislumbra un momento en que el apoyo de la ciudadanía a votar contra todos los políticos a la vez y en favor de una plataforma electoral que tenga ese solo punto en el programa permita una ocupación legal del Parlamento y el desmantelamiento del sistema tradicional de representación desde dentro del mismo. No es tan descabellado.
En realidad, no es un partido, aunque esté inscrito en el registro de partidos, sino un experimento político, que se va reinventando conforme avanza. En el horizonte sí se vislumbra un momento en que el apoyo de la ciudadanía a votar contra todos los políticos a la vez y en favor de una plataforma electoral que tenga ese solo punto en el programa permita una ocupación legal del Parlamento y el desmantelamiento del sistema tradicional de representación desde dentro del mismo. No es tan descabellado.
Es en gran medida lo sucedido en
Islandia, referente explícito del partido que nos habla desde el futuro.
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