"La Red está desarrollando mecanismos endógenos de participación que
redefinen por completo la forma en la que se ejerce y reivindica la
identidad individual; que cambian las vías a través de las cuales nos
relacionamos, colaboramos y compartimos información y conocimiento.
Surgen esquemas inéditos de colaboración entre personas (peer to peer)
altamente eficaces capaces de hacer aflorar desde las lacras sociales
más soterradas hasta desenmascarar el fraude, la impostura y todo tipo
de engaños sociales. Surgen, en otras palabras, nuevas formas de acceder
a la verdad.
Andy Carvin, reportero de la NPR estadounidense desconocido hasta
enero, ilustra bien el fenómeno. Inadvertidamente se convirtió en parte
de la historia de las revoluciones árabes desde la terraza de su casa en
Washington.
¿Cómo lo hizo? Ocupando un novísimo espacio en la cadena de
producción de información: el de curator —o curador—. Por
medio de su perfil en Twitter, Carvin construyó una red de informantes
sobre el terreno que le suministraban fotografías, vídeos y piezas de
información inconexas.
Por medio de una segunda red paralela de
expertos, las informaciones eran validadas, sopesadas y difundidas a un
círculo de personas más amplio. El resultado, según María Popova, de la
revista Wired, es un nuevo tipo de autoría en la creación de
información.
Es decir, una forma nueva y omnisciente de validación y
autenticación capaz de derribar y exponer bulos con la misma velocidad
—o incluso mayor— de la que fueron creados.
Otro ejemplo ilustrativo tuvo lugar en 2008, cuando la agencia estatal de noticias iraní publicó una fotografía
de una prueba de misiles en la que se observaba el lanzamiento de
cuatro proyectiles. La fotografía apareció en la portada de varios
diarios internacionales. Sin embargo, la imagen no resistió el
escrutinio público un solo día.
Rápidamente, diversos expertos militares
en varios países demostraron que solo se habían disparado tres de los
cuatro misiles y que la fotografía se había alterado digitalmente para
ocultar el fallo, poniendo en evidencia ya no solamente a la agencia de
prensa, sino la eficacia del Ejército iraní; qué habría pasado, me
pregunto, si la inteligencia occidental que apuntaba hacia las supuestas
armas de destrucción masiva en el preludio a la invasión de Irak en
2003 hubiera sido analizada con más minuciosidad y por un círculo más
amplio de expertos.
En el fondo se trata del mismo mecanismo que en febrero de este año
me permitió descubrir que párrafos íntegros de un artículo que publiqué
en este diario y que fue reproducido por O Globo en Brasil (La calle conecta con la Red, 9 de febrero de 2011) aparecían firmados como propios en el blog de un político de Río de Janeiro.
¿Qué tiene en común esta lista disímil y variopinta de ejemplos? El
poder de una nueva esfera pública conectada en red. Millones de usuarios
—millones de expertise— que de manera permanente, y por
razones muy diversas, validan, desmienten y colaboran en una empresa
colectiva amorfa y dinámica; nuevos roles y formas de participación que
no se ciñen más a los rígidos esquemas verticales que determinaban el
alcance de la acción individual.
La misma Red que permite suplantar la identidad o refugiarse en el
anonimato, también está desatando una fuerza mucho más potente —y esta
sí, completamente nueva— en la dirección contraria. Un nuevo modelo de
esfera pública bidireccional y en red que está camino de transformar ya
no solo la forma en la que se manifiesta la identidad individual, sino
en la que se ejerce la ciudadanía." (Blog de Diego Beas: ¿Cambiar de identidad en internet?)
No hay comentarios:
Publicar un comentario