"Es un paso natural que tenía que dar porque las cosas han cambiado mucho estos años. Se ha acabado un poco el modelo tal y como lo conocíamos", sentencia. "Los sellos pequeños se están reconvirtiendo en oficinas de contratación y se trabaja un poco más en consenso con los músicos. La discográfica ahora es una parte pequeña, no el centro de una carrera musical".
Nacho Vegas se ha convertido en su principal inversor. En el responsable de establecer los plazos de entrega y grabación del disco. En el creador o, por lo menos, inspirador del diseño. "La portada del libreto es un cuadro de un pintor de Gijón que se llama Adolfo P. Suárez", describe con el compacto en la mano.
"La ilustración, una mezcla de edificios de Madrid, Gijón y París, forma parte de un tríptico que saldrá con una edición especial de dos singles". Por atreverse, se la ha jugado incluso con la licencia: por primera vez ha optado por el copyleft.
Y la respuesta a todo esto es el resultado de la crisis que el cantante cree que sufre el modelo de las grandes discográficas "preocupadas por rentabilizar muy rápido los productos". "Solo he mimado mi trabajo. He producido un disco con cariño, lo que me gustaría adquirir como comprador de música". (El País, 02/02/2011, p. 39)
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