"En vez de implantar un horario fijo, el equipo editorial trabaja en horarios flexibles y se centra en cumplir los objetivos establecidos. Las prisas y los nervios son relativos", me contó, y personalmente sólo encontré concentración, calma y armonía. Aquel día, Martina sacó de la nevera una botella de Veuve Cliquot que compartió con varias redactoras de la casa, además de su autora.
No sé si Martina ha leído a Judy Rosener u otras feministas de la última generación, que afirman que la mujer no puede desplegar todo su potencial si actúa según las reglas masculinas. Según sus teorías, es preferible que la mujer se rodee de otras mujeres y trabaje según sus propias pautas, porque la mujer es, según ellas, "más interactiva, intuitiva y flexible", además de "poseer más inteligencia emocional, ser menos agresiva y menos obsesionada con el poder individual y más orientada hacia el trabajo colectivo".
Aunque esas teorías tengan razón, vete a saber si esos atributos son los esenciales en el mundo laboral. El tiempo lo dirá. Lo cierto es que en el mundo occidental no sólo cada vez hay más mujeres que trabajan, sino que, según las estadísticas más recientes, en algunos países empieza a haber tantas o más mujeres que hombres en el mercado laboral. (Por cierto, habría que empezar a pensar en otra expresión: mercado laboral suena a ganado expuesto al mejor postor)." (MONIKA ZGUSTOVA: Un mundo de mujeres. El País, ed. Galicia, opinión, 24/01/2010, p. 31 )
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