"Si el público aplaude, el vestido se ilumina.
Parece magia, pero es tecnología aplicada a las prendas y desarrollada
en el FabLab leonés, donde casi cualquier idea que uno sueñe, puede
fabricarse. Su gran apuesta a partir de septiembre, investigar textiles y
bioimprimibles que pueden curar el cuerpo la resina de la impresora 3d
se puede sustituir por’tinta’ biológica para fabricar tejidos.
Regenerar huesos, cartílagos y ligamentos con materiales
bioimprimibles ya no es un sueño. Es posible gracias a textiles
milenarios como la seda combinados con artilugios tan modernos como las
máquinas 3D. Por eso explorar las posibilidades que puedan aportar los
tejidos para sanar el cuerpo es un gran reto que se ha planteado el
FabLab leonés.
El peculiar laboratorio asentado en la avenida de San
Ignacio de Loyola de San Andrés del Rabanedo, sirve para conectar
personas y proyectos y para dar forma a las ideas aportando recursos y
nuevas tecnologías.
Aunque funciona desde hace seis años y en su espacio
han ‘nacido’ cohetes, robots y drones, a partir de septiembre dará un
paso más para poner la ciencia a los pies de la evolución humana con un
curso sobre la relación de los textiles y las nuevas tecnologías que
ahondará en las bacterias que sirven para crear pieles sintéticas;
hablará de gusanos capaces de fabricar hasta 1.500 metros de seda
valiosísima para curar roturas de huesos, al constituir una fibra
natural formada por proteínas; y de ropa que puede amortiguar algunas
dolencias.
Y es que la resina plástica de la impresora 3D convencional
se puede ya sustituir por una tinta biológica, con la que, en principio,
se podrían imprimir tejidos y hasta órganos. Los investigadores ya han
triunfado en fabricar una férula para una tráquea, una oreja, y más
recientemente, tejido hepático. Calculan que reproducir un hígado o un
corazón en estas impresoras es cuestión sólo de tiempo.
La
impresión en 3D es uno de los desarrollos tecnológicos más
espectaculares y sobre todo, más prometedores, de los últimos años. En
un futuro podremos imprimir desde nuestro hogar piezas de repuesto para
el coche, juguetes para nuestros hijos, galletas listas para hornear o
una mesa para el comedor. Suena a ciencia ficción, pero se llegará a
escanear el cuerpo para que, cuando falle algún órgano, los médicos
puedan imprimirlo usando nuestro propio molde.
El nuevo curso del
FabLab, pionero en España, estará impartido por profesores del
Massachusetts Institute of Technology (MIT). La responsable del espacio
leonés, Nuria Robles, considera que la «investigación en materiales va a
ser revolucionaria en los próximos años».
Recuerda que ya hay
diseñadores que han impreso vestidos en 3D y que en León se podría
aprovechar el conocimiento ancestral de Val de San Lorenzo, con sus
lanas y tapices, para combinarlo con las nuevas tecnologías, además de
aplicar a las herramientas del futuro lo ya sabido sobre el
comportamiento del lino o el algodón.
A
partir del 26 de septiembre, los interesados podrán aprender
herramientas y desarrollar conceptos que entrecruzan moda, tecnología y
biología con un alcance para equipar el diseñador futuro
multidisciplinar. En sus manos se pondrán e-textiles de hilos
conductores y motores de vibración mini.
El FabLab ya está
ofreciendo a los niños este verano la posibilidad de hacer camisetas con
vinilos textiles. También enseña a manejar las impresoras 3D; a
construir un microscopio usando como visor el smartphone; a utilizar las
placas de arduino para programar componentes electrónicos fácilmente; a
usar el ploter de corte y la cortadora láser y a grabar en vidrió.
Además, fabrican lámparas Led con madera y metacrilato y marcapáginas en
3D. Estos días tienen entre manos una gran pista Nerdy Derby donde los
escolares prueban los vehículos que han elaborado ellos mismos.
El
FabLab (del acrónimo inglés Fabrication Laboratory o Fabulous
Laboratory) es un taller de fabricación digital de uso personal. Un
espacio de producción de objetos físicos a escala personal o local que
agrupa máquinas controladas por ordenadores. Su particularidad reside en
su gran tamaño y en su fuerte vinculación con la sociedad a la que abre
sus puertas.
Aunque puede ser también un espacio para desarrollar
prototipos o construir productos funcionales, el principal objetivo de
un FabLab es constituir un espacio para experimentar en la intersección
de bits y átomos, información y materia. No fue accidental que el
concepto se desarrollara hace 17 años ya en el MIT.
La magia de
este curioso espacio ha hecho posible que un artesano de León conociera a
un arquitecto de Madrid y juntos ya estén imprimiendo cerámica gran
tamaño. También, entre sus múltiples usuarios, destaca uno que está
construyendo un robot humanoide a tamaño real, otro que programa videos
para adaptar las imágenes a una pared o elemento (como se hace en el
espectáculo que redibuja San Isidoro con luces»; o una diseñadora de
moda que ha creado un vestido que reacciona a las emociones del público
(por ejemplo, se ilumina cuando se aplaude).
El FabLab leonés se
inauguró en 2011. Es uno de los 45 que funcionan en España y de los
1.000 del mundo. En Castilla y León es el único. Están conectados en red
y pueden hablar unos con otros con un sistema de videoconferencia.
Comparten el mismo conjunto de herramientas y procesos para permitir que
cualquier proyecto se pueda replicar en cualquier nodo de la red. En
ese sentido, el espacio leonés dispone de una fresadora de gran formato
(2,5x1,2 metros) para hacer muebles y estructuras de piragüas, tablas de
surf...
También una cortadora láser para realizar cortes de precisión;
una impresora 3D, un ploter de corte con cobre flexible para
confeccionar ropa inteligente; una fresadora pequeña de precisión para
ejecutar circuitos electrónicos y una bordadora digital.
Además de
herramientas y máquinas, las personas esperan también tener acceso a
conocimiento específico, experiencia y capacidades, lo que obliga al
FabLab a estar a la última en investigación. «Podemos hacer casi
cualquier cosa. Es lo que nos da potencia. A las instalaciones se
acercar emprendedores que saben hacer algo y los que ven ideas de
negocio. Para presentarlas necesitan un prototipo que pueden crear con
nuestras máquinas», remarca Robles.
Los FabLabs no son una
franquicia. No hay cuotas que pagar al MIT, el logo no está registrado y
puede usarse libremente. Cuando el Instituto de Massachusetts puso a
funcionar el primer «laboratorio fabuloso», el objetivo no era
establecer una red global, simplemente la idea era democratizar el
acceso y la formación en las tecnologías de fabricación digital que se
estaban desarrollando en el Centro para Bits y Átomos (en vez de esperar
al final de la investigación y con intención de empezar a preparar a
personas para lo que viniera en el futuro).
El concepto evolucionó a lo
largo de los años y ya existen muchos formatos locales distintos y
diferencias (con fabLabs de universidades, museos o independientes como
el de León), y muchos detalles aún en desarrollo.
«El ingenio, el esfuerzo, la generosidad al compartir el conocimiento y
colaborar con los demás y la curiosidad por aprender son nuestros
valores, muy relacionados con la cultura Maker», señala Nuria Robles.
Par dar soporte a esos objetivos desarrollan Openlab o actividades de
puertas abiertas, en las cuales los usuarios pueden tener un primer
contacto con el mundo maker a través de charlas y el desarrollo de
proyectos, a la vez que se ayuda a las personas con intereses similares a
que se conozcan y colaboren. También permite el acceso a una comunidad
de artistas, artesanos e innovadores, conectados globalmente, que
comparten conocimientos, procesos, herramientas de diseño, fabricación,
equipos de electrónica, mecanizado de precisión, prototipado rápido,
fabricación digital e impresión 3D.
Desarrollan, además, programas
educativos, talleres y cursos; alquilan espacios de trabajo y
almacenamiento y de equipamiento para profesionales e individuos
interesados en sacar adelante sus propios proyectos.
El FabLab presta
servicios de fabricación y consultoría y organiza, promociona y
participa en actividades y eventos para fomentar el desarrollo de la
cultura de «aprender haciendo»·. Es pun espacio que es perfecto para
experimentar cómo las tecnologías digitales pueden influenciar en el
desarrollo de objetos físicos, el uso de open y big data y el desarrollo
de soluciones para Smart Cities.
Prototipos y productos funcionales se
desarrollan usualmente en el seno de un FabLab, pero con un enfoque en
los procesos digitales (y sus efectos), más que simplemente enfocarse en
fabricar el objeto solo con los procesos tradicionales. Más que un
lugar en el que se puede hacer casi cualquier cosa, es un sitio donde
aprender tecnologías digitales en la frontera con la realidad física.
«El conocimiento no puede quedarse en manos de unos pocos, aquí
obligamos a documentar los proyectos», insiste." (Diario de León, 18/07/17)
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