"ZaK Eckel y un equipo de investigadores de los Laboratorios HRL,
sitos en Malibú (Califonria, Estados Unidos), han publicado en la
revista Science un nuevo proceso de obtención de cerámica por impresión
3D por el que se obtiene un producto mucho más resistente, con poca
tendencia a agrietarse y que puede tener formas complejas, curvadas y
porosas.
Los materiales cerámicos ofrecen numerosas cualidades atractivas,
como funcionalidad a altas temperaturas, resistencia medioambiental y
gran firmeza, pero las pocas técnicas de impresión tridimensional que
han sido desarrolladas hasta ahora para la cerámica presentan índices de
producción lentos e implican aditivos que incrementan la tendencia del
material a resquebrajarse.
La cerámica, el gres, la porcelana o los azulejos son materiales a
base de arcillas (silicatos de aluminio) cuyo método de fabricación
básico se remonta al Neolítico. A escala industrial, mediante un
procesado denominado sinterizado, la arcilla en polvo es sometida a
prensado con miles de kilos de presión por centímetro cuadrado y cocción
por encima de los 1.500º. Una vez elaborada la pieza, solo materiales
tan duros como el corindón o el diamante la pueden mecanizar, así que
las piezas defectuosas suelen acabar en la basura.
En los años 60, el descubrimiento de polímeros (macromoléculas) de
materiales cerámicos facilitó la fabricación de la cerámica pero no
hasta el punto de que una impresora pueda con ella.
Hay unas cuantas
impresoras 3D que se han atrevido a trabajar con partículas cerámicas
disueltas en resinas fotosensibles o polvos cerámicos fundibles, pero
sus resultados son tan lentos de obtener, toscos, simples y frágiles que
algunos pioneros como Shapeway desistieron de imprimir cerámica.
Eckel y su equipo han conseguido mejorar estos procesos previos
utilizando polímeros basados en silicio y oxígeno que, tras la
polimerización, atrapan la luz ultravioleta y, de este modo, no
requieren aditivos para las fase de secado por ultravioleta.
Una vez que el polímero estuvo impreso, se calentó a altas
temperaturas para quemar los átomos de oxígeno y acabar ofreciendo un
producto de silicona sólido y de alta densidad.
Mediante el uso de un microscopio de electrones para analizar el
producto final, los investigadores comprobaron que no había porosidad ni
grietas en la superficie.
Pruebas posteriores indicaron que el material cerámico podía resistir
temperaturas de 1.400 grados centígrados antes de agrietarse y
encogerse.
El equipo de investigadores detectó que este desarrollo, que también
supone un proceso de producción de cerámica más eficiente, tiene una
implicación importante en numerosas aplicaciones a alta temperatura,
como vehículos hipersónicosy motores a reacción.
"Nuestro nuevo proceso de impresión 3D nos permite aprovechar todas
las grandes propiedades de la cerámica, como si gran dureza, su
resistencia, su alta refracción o su resistencia a la corrosión y la
abrasión", ha declarado Tobias Schaedler, otro miembro del grupo, que ha
añadido: "Hasta ahora, los elementos cerámicos eran muy difíciles de
fabricar porque necesitan ser consolidados mediante el sinterizado de
los polvos, lo que introduce el problema de la porosidad y limita tanto
las formas a conseguir como la resistencia".
Lo que ellos han hecho, según se hace eco el diario El País, ha sido
convertir materiales artificiales precursores de la cerámica como el
siloxano o el silazano en resinas sensibles a la luz ultravioleta. Como
con los modernos empastes, la resina se endurece al aplicarle luz.
Los
investigadores usaron una impresora 3D (una Form 1+ de Formlabs) para
imprimir desde un sacacorchos hasta varias estructuras en forma de malla
o panal. Para el primero, usaron una de las técnicas dominantes en la
impresión 3D, la estereolitografía. Pero para las estructuras,
recurrieron a un original sistema de guiado de la luz (SPPW) que iba
endureciendo la resina siguiendo un patrón determinado.
"Usando la estereolitografía, se necesitan de cuatro a ocho horas
para tener una estructura de cinco centímetros. Con nuestro proceso
SPPW, podemos imprimir paneles de 2 cm de grosor en 60 segundos, pero la
forma se limita a mallas, panales de abeja o estructuras similares",
explica Schaedler.
El siguiente paso fue endurecer las impresiones mediante la cocción.
Para ello usaron el procedimiento de pirólisis, horneando los materiales
a 1.000º y en ausencia de oxígeno.
Con ello consiguieron unas
cerámicas, en particular las impresas con SPPW, de muy baja porosidad y
una gran resistencia al corte y la presión. "Logramos una cerámica
plenamente densa con una resistencia 10 veces mayor que la de las
espumas cerámicas convencionales", asegura el científico de materiales.
Sin embargo, la necesidad de la pirólisis aleja la impresión de
cerámica del fenómeno de democratización que vive la impresión 3D, donde
casi cualquiera puede imprimir ya casi cualquier cosa. "Para la
pirólisis solo necesitas un horno que pueda alcanzar los 800º en una
atmósfera inerte (argón o nitrógeno, no aire).
Muchos artistas usan este
tipo de hornos en sus estudios. Uno de esos cuesta entre 2.000 y 4.000
dólares y la impresora la compramos por unos 3.000. Así que creo que
cualquiera puede hacerlo en su garaje", replica Schaedler.
En todo caso, los autores de este avance, publicado en la
revistaScience, dejan claro que se trata de un primer paso y que, como
pasó con otros materiales, como el plástico o el acero, la impresión 3D
de cerámica avanzará siguiendo sus pasos: cada vez más objetos, mayor
calidad y menor coste.
En el caso de las cerámicas, Schaedler, estima
que aún faltan unos cinco años para que el proceso sea una realidad
comercial. Para entonces, cree que no se tratará de imprimir un
sacacorchos o unas cuantas baldosas para casa, sino para algo más
sofisticado, "desde componentes de motores de reacción y vehículos
hipersónicos a intrincadas partes de dispositivos de microelectrónica".
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