“El déspota típico del siglo XX era un populista que aseguraba dirigir a la gente corriente contra los plutócratas, los aristócratas y los empresarios ávidos como sanguijuelas. Algo muy parecido a Sadam Husein….
Sin embargo, resulta improbable que mucha gente quiera verdaderamente ver a personajes como Jean Marie Le Pen en el poder. Son demasiado groseros.
Es más atractiva la figura del rico hombre de negocios, el "político directivo", el supermánager, que promete hacer por su país lo mismo que ha hecho antes en beneficio propio. Como bien entendió Hitler, la comunicación de masas es fundamental para hacerse con el poder absoluto. Los autócratas modernos tienen que ser magnates de los medios de comunicación y, como proveedores contemporáneos del pan y circo, suelen ser dueños de uno o dos clubes de fútbol. Hitler también supo ver que la comunicación de masas se apoya en el espectáculo, la seducción y la capacidad de adormecer o acallar las discrepancias mediante sonidos embriagadores.
Podemos ver los esbozos de las dictaduras del futuro, no en rincones remotos de África o Latinoamérica, sino dentro de nuestras propias democracias. No quiero decir que nuestras democracias vayan a convertirse en tiranías, sino que las técnicas que sirven para vendernos a nuestros líderes tendrán pronto su copia en sistemas que luego no permitirán votar para librarse del tirano. El triunfo de Silvio Berlusconi en Italia fue un presagio de lo que se avecina. Este ex cantante supo exactamente cómo seducir a su público con una mezcla de propaganda y espectáculo en todos sus canales de televisión y con la sugerencia de que él, un magnate más macho que nadie, era capaz de hacer cosas a las que los simples políticos no podían ni aspirar.
Si los déspotas del siglo XX, como Hitler, Stalin y Sadam, consideraban que las creencias religiosas tradicionales eran obstáculos a sus fantasías modernistas, el político-directivo autocrático puede estar más dispuesto a controlar la religión para su causa. La alianza del cristianismo evangélico y el capitalismo de empresa en Estados Unidos señala ya en esa dirección. En el futuro, como ha ocurrido siempre, los tiranos adoptarán el aspecto que haga falta para triunfar, pero, sean quienes sean, hay muchas más probabilidades de que se parezcan a Richard Branson o Donald Trump que a Sadam Husein. ( IAN BURUMA: Sadam Husein: el último de su categoría; El País, Opinión, 08/01/2007, pp. 15 )
Mussolini fue un precursor del fascismo de masas del s.XX, Berlusconi es el precursor del fascismo de masas del s. XXI; curioso, en Italia ¿Porque estaba modernizada, pero no lo suficiente? Como ahora, no está ni en el centro, ni en la periferia.
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