4/11/10

Emprendimiento... liderazgo... político

"¿Cuál puede ser la fórmula que nos haga diferentes y competitivos? Y, como consecuencia, ¿cómo ayudará a mantener nuestra identidad y -lo más valioso de nuestro modo de ser- como colectivo?(...)

Por emprendimiento se debe entender mucho más que la adaptación para desarrollar empresas de negocios. Cuando hablamos de capacidad emprendedora, nos referimos a la capacidad de desarrollar, con las innovaciones, una identidad en el mercado o comunidad en que decidamos insertarnos.

Una identidad soportada por una oferta o propuesta, y por una organización con la ambición de reproducirse en el tiempo. La capacidad emprendedora opera en cualquier ámbito humano, desde los negocios a la política, desde el arte a la ciencia, desde lo cultural a lo social.

Para inventar un futuro distinto para España no basta con innovar en propuestas o ideas, por novedosas y factibles que estas sean, se requiere el compromiso de instrumentalizar una nueva identidad, una oferta o propuesta que permita convocar a una comunidad, para concretar esa oferta en promesas que se cumplan con impecabilidad. (...)

Ahora que se habla y rumorea sobre liderazgos en las distintas formaciones políticas de cara a las elecciones generales de 2012, España necesita preguntarse sobre las condiciones que se requieren para liderar una nueva sociedad como la descrita, en el supuesto de que queramos adentrarnos en ella.

Un paso en el camino consiste en caracterizar sus rasgos básicos y tener una interpretación sólida sobre lo que fue efectivo en el pasado y ha dejado de serlo hoy.

Al no disponer de una visión y una forma de hacer que sitúe el liderazgo cara al futuro, fijos los ojos en lo inmediato, se ve solo lo individual y se tiene la sensación de que están ante caminos diferentes, porque cada uno solo ve sus tareas inmediatas. Este fenómeno puede percibirse en el interior de los Gobiernos actuales. (...)

El modo de ejercer el poder funciona, en la vigente democracia, con un líder que ejerce y acumula legitimidad rodeado de un grupo de ejecutivos leales que realizan y permiten ampliar la capacidad de participar en los ejercicios de poder del líder. Esta noción funciona con un líder y pocos ejecutivos leales, sin embargo, termina dañando la relación de colaboración, pues va generando hábitos de silencio.

Dejan de participar en la elaboración de estrategias donde se inventa el futuro y se articula el poder.Ese estilo que ya comienza a perder vigencia, valora como factores de éxito el control y la disciplina. Entrega el liderazgo a muy pocas personas, que consiguen éxito por realizar bien las directrices o instrucciones del jefe, por no aparecer discrepantes y por mantener al país cerrado a gente y a interpretaciones de otras esferas o comunidades.

Ahora nuestro reto es colectivo, porque nuestra oportunidad también es colectiva. Tenemos que dar pasos hacia la colaboración como la relación dominante entre los distintos sectores del país, abandonando nuestra inclinación a confrontarnos y descalificar toda iniciativa que no se sienta como propia.

Vivimos un cambio general de estilo de liderazgo, que desplaza un formato dominante marcado por la búsqueda del control y de la anticipación del futuro como una proyección del pasado lo más ajustada posible, hacia un modo emergente cuyos rasgos característicos son la flexibilidad y la incertidumbre.

España, y otros países, están en la UCI desde hace tres años. (...)

Cuanto antes salgamos de la espera, antes podremos adentrarnos en un nuevo camino que nos haga apostar por el riesgo, por lo nuevo, apoyando a aquellos que son capaces de innovar sin el miedo al error y al fracaso." (JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA: Nueva sociedad, ¿nuevo liderazgo?. El País, 03/11/2010, p. 37)

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