El aumento de la incautación de cargamentos de cocaína demuestra que la vía africana empieza a reemplazar a las tradicionales, de Colombia a Galicia y la llamada ruta de los veleros, por Azores, Madeira y Canarias. Es la respuesta a los golpes policiales de finales de los noventa: los carteles de la droga dirigieron su mirada a África. Es el escenario perfecto: pobreza, una costa extensa y escasamente vigilada, países castigados por guerras interminables y lo más importante, Gobiernos débiles, instituciones inexistentes, y jueces y policías corrompibles.
"Los carteles de la droga no sólo compran propiedades inmobiliarias, bancos y empresas, también compran elecciones, candidatos y partidos", asegura Antonio María Costa, director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Tomemos el caso de Guinea-Bissau, ex colonia portuguesa y una de las 10 naciones más pobres del mundo. La exportación de anacardos es su primera actividad comercial. Cualquier servicio prestado al narcotráfico da más dinero. Este pequeño país africano no tiene prisión, la Policía Judicial, encargada de la lucha antidroga, cuenta con 60 agentes y un único vehículo. (...)
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