15/7/08

Los anuncios ya no venden, hacen falta otras argumentaciones

“Los anuncios de siempre ya no cuelan. El exceso de publicidad lleva al consumidor a olvidar las marcas - Los profesionales intentan llegar a un público joven que apenas ve la tele - Las campañas 'virales' tampoco suben las ventas.

ohn Wanamaker, el dueño de unos grandes almacenes y uno de los primeros anunciantes de la historia americana, dijo en 1870 que la mitad del dinero que gastaba en publicidad era un completo despilfarro. Y que su objetivo no era otro que averiguar cuál era esa mitad. Casi 140 años después, a Wanamaker le ocurriría lo mismo, sólo que multiplicado hasta volúmenes formidables: una persona de cualquier ciudad española se topa con unos 600 anuncios en televisión a la semana, el 15% de la emisión, según distintas fuentes, y recibe entre 2.000 y 3.000 impactos, desde un folleto hasta pasar al lado de una valla. (…)

"La publicidad frontal crea rechazo. Lo que no va a sobrevivir es esa que interrumpe la película que estás viendo porque es contraproducente, genera rechazo, pero siempre habrá otra publicidad, la que sale dentro de la película, la que te da diversión, contenidos..." resume Vicente Verdú, escritor y doctor en Ciencias Sociales por La Sorbona. (…)

"Más que saturación de publicidad, lo que hay es saturación de productos", opina Juan José Pérez Cuesta, ex ejecutivo de marketing de multinacionales como Danone y Henkel.(…)

La publicidad comercial moderna, tal y como hoy la conocemos, nació precisamente con la revolución industrial, cuando la nueva maquinaria no podía detenerse y fabricaba muchos más productos de los que necesitaba la gente. Con el sobrante de producto, nació la necesidad de fomentar las ventas.

Hoy, los productos siguen sobrando, pero el consumidor, además, es un ser distinto.

"Los españoles han perdido la inocencia ante la publicidad, pero ésta también ha perdido la suya, ha pasado de intentar convencer a la gente de que compre algo, a establecer relaciones con esa gente", añade Oliver. Adidas, por ejemplo, acaba de lanzar una red social en la que los usuarios pueden colgar pinturas, poesía, camisetas, chapas, canciones... Allí la marca no anuncia zapatillas, anuncia sintonía con los jóvenes. Se llama comunicación publicitaria o persuasiva. (…)

Bettina Farreras, de Ogilvy, cree sin embargo que los consumidores sí tienen un poder nuevo. "Son muy interactivos, muy exigentes, se comunican por Internet, se organizan, y son capaces de arruinar una marca", señala.

Por eso, firmas como Nokia se preocupan bastante cuando anuncian el cierre de una de sus fábricas de Alemania y gobiernos, partidos y consumidores se movilizan para instar al boicoteo de la marca. Por eso, compañías que fabrican se preocupan de que sus proveedores no incurran en la explotación infantil.

Las campañas sociales inundan el circo publicitario al ritmo que la justicia se cuela en las motivaciones del público. Es el tipo de preocupaciones que brota en una sociedad que ha ganado bienestar, como la española. "Tenemos más ingresos y más tiempo de preocuparnos por la responsabilidad social corporativa. Es lo que ahora le exigimos a las empresas", opina el profesor del IESE Xavier Oliver.

Para Peter Boland, de Universal McCann, no se trata de gestos sólo cara a la galería. La actitud de los nuevos consumidores "obliga a los anunciantes a ser más creíbles que nunca, porque lo contrastan todo, y descubrir una mentira se propaga a toda velocidad y se castiga". Por eso muchos de esos anuncios, añade, van acompañados de la cifra exacta que la compañía invertirá en energías renovables, por ejemplo. (…)

La publicidad vive su particular crisis de identidad, pero no tiene visos de desaparecer. El catedrático Ubaldo Cuesta asegura que, de un modo u otro, seguirá funcionando mientras existan cosas que comprar: "De momento, el 20% del planeta lo está pasando muy bien con la sociedad de consumo". (El País, ed. Galicia, Sociedad, 14/07/2008, p. 35)

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