Vivir en la ciudad-empresa. Repsol, Santander y Telefónica reúnen a miles de trabajadores en el mismo complejo. La concentración da pie a nuevas pautas laborales….
Durante el día, sus 6.500 habitantes se entrenan en el mismo gimnasio, dejan a sus hijos en la misma guardería y, sobre todo, comparten el mismo jefe: Emilio Botín, presidente del Santander. "Acabas desayunando, comiendo y cenando en el mismo sitio", dice una trabajadora de Boadilla…
A 25 kilómetros al norte de la capital, los comensales de un autoservicio llevan colgada del cuello una cinta azul con la palabra Telefónica en grandes letras verdes. Cogen la bandeja, eligen un menú, y al poco rato vuelven al trabajo. Como mucho, fuman un cigarro fuera.
Aunque este directivo asegura que el 70% de los empleados están satisfechos, no oculta que en las encuestas internas muchos dicen sentirse "enjaulados". Los datos de los sindicatos no son tan optimistas: en una encuesta hecha por UGT en mayo de 2006, cuando ya llevaban dos años en su nuevo hábitat, un 36% de los más de 1.000 consultados respondía que el traslado le había perjudicado. Menos de un tercio decía haber mejorado.
Para compensar la sensación -real o imaginada- de claustrofobia, Gómez Alciturri asegura que no han escatimado en gastos para satisfacer a los que un día cambiaron sus oficinas en Madrid por Boadilla. Y un paseo por la ciudad convence de la inversión realizada: máquinas esplendorosas en el gimnasio; unos cuidados vestuarios en el club de golf donde sobre la barra hay una nota que invita al usuario a pedir cualquier bebida que se le antoje... Y la joya de la corona: la guardería con 400 plazas. "La mayor de Europa", (El País, Economía, 01/04/2007, pp. 73)
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