25/10/12

¿Cómo encontrar tu alma gemela? Cuestión de tiempo, ... gracias a internet

Un usuario se descarga la aplicación para participar en el proyecto 'The human face of big data'

 "El rastro de información que dejamos constantemente en nuestra intensa relación con la tecnología se ha convertido en una base de datos inagotable cuyo uso está cambiando la humanidad. Un experimento presentado ayer en Londres mostró el poder de una aplicación que ha obtenido información privada de un millón de voluntarios a través de sus smartphones. 

La iniciativa quiere mostrar “los beneficios” de compartir nuestros datos en Internet, pero ¿seremos capaces de gestionar esa información con fines beneficiosos para todos o acabará por convertirse en un poderoso instrumento que facilitará nuestro control y manipulación? (...)

 Según un grupo de expertos encargado del proyecto Human Face of Big Data, gran parte de esta información está hoy desperdiciada en el ciberespacio y podría mejorar el futuro del ser humano en asuntos como la salud, la seguridad, el medio ambiente, las relaciones personales o los negocios.

Desde el 25 de septiembre, aproximadamente un millón de personas están compartiendo su vida privada a través del móvil para participar en este experimento y poder cotejar sus hábitos y costumbres con los de personas en todos los rincones del planeta. Se espera que de aquí a diciembre entre uno y diez millones de personas se descarguen esta aplicación gratuita llamada The Human Face of Big Data. Por ahora solo está disponible para Android, pero en los próximos días también se podrá obtener la versión de Apple. 

Todos estos voluntarios anónimos están dispuestos a compartir su vida con el prójimo a cambio de poder comparar sus hábitos con los de otros seres humanos o encontrar su alma gemela de los datos. Al terminar el experimento, dentro de dos meses, la información será cedida a un museo en Estados Unidos —que no han identificado— que la analizará y la aplicación dejará de funcionar.

 “Big Data se asocia siempre al temor de acabar viviendo en un Gran Hermano. Efectivamente, hay un elemento de esto, pero existe otra cara con la potencialidad de mejorar el mundo a través de su análisis, de comparar patrones de comportamiento y datos demográficos”, comentó ayer David Menninger, el responsable del desarrollo del negocio de EMC. (...)

La pequeña compañía de Porway, con solo dos empleados pagados, sabe utilizar la información que nos ofrece Internet para, por ejemplo, asesorar a una ONG sobre si recauda más dinero enviando sus correos electrónicos el lunes o el viernes. “Podemos analizar el número de personas que han abierto esa correspondencia, cuántas veces han pinchado sobre ella y si donaron dinero o no”.

 Porway ha reclutado a cientos de voluntarios que trabajan sin remuneración alguna para analizar los datos de la web. Él llama a sus voluntarios data scientist (científicos de los datos) y habla entusiasmado sobre cómo la presencia de uno de ellos en cada empresa podría mejorar exponencialmente sus beneficios. “Es alucinante pensar que alguien pueda dar sentido, ordenar y parangonar todos estos datos que a veces se pierden en el ciberespacio”.  (...)

Al descargarnos The Human Face of Big Data en el teléfono, el GPS comienza a obtener “información pasiva”, por ejemplo, dónde vamos, a qué hora nuestra actividad es mayor, cuántos kilómetros recorremos en una jornada y a qué velocidad. 

El usuario puede responder además una serie de preguntas sobre sus sueños, opiniones sobre la familia, confianza, sexo, suerte… Preguntas como: ¿cuál es tu fantasía?, ¿qué quieres hacer antes de morir? o ¿si pudiera modificar el ADN de su hijo qué le daría, longevidad o inmunidad?” forman parte de este juego.

 Uno de los pagos que estas personas obtienen a cambio de regalar su privacidad a la causa es poder hallar a su alma gemela. De entre todas las personas que han utilizado la aplicación encuentran aquella que más se les parece, la que hace lo mismo que ellos, la que comparte sus sueños… (...)

Marion es francesa, tiene 35 años y es una de las personas que se han enrolado en este experimento. Está contenta de haber encontrado a su alma gemela, un hombre de 42 años que vive en Madrid, pero confiesa que antes de descargarse el programa tenía miedo “de que las preguntas fueran demasiado inquisitivas”.

 La que consideró más inquietante es la que se refería a su religión y a sus sueños. “Pero esa era una cuestión muy abierta y uno puede elegir cuánto involucrarse. El resto son preguntas sobre estilo de vida, como si tenía perro cuando era pequeña y cosas así”, nos comenta al teléfono.

Marion, como el resto de voluntarios, ha aceptado un nivel más de intrusión al abrir sus vidas a esta aplicación, pero todos nosotros exponemos nuestras vidas en mayor o menor grado y contribuimos cada día a generar esos cinco exabytes de información cuando abrimos el Facebook, cuando escuchamos una canción en Spotify, cuando actualizamos nuestro perfil de Twitter.

 ¿Qué nivel de control tenemos sobre la información que emitimos? ¿Podemos ser invisibles a los ojos de Internet si lo deseamos? ¿Cómo afectan a este proyecto entusiasta noticias como la que surgió la semana pasada de que un error en la privacidad de Facebook había dejado al descubierto los mensajes privados de sus usuarios previos a 2009?

“No tengo respuesta para esto”, confiesa el fundador de Data Kind Jake Porway, cuyo eslogan es Datos al servicio de la humanidad. “En nuestra empresa somos conscientes de que cada uno de los datos que manejamos proceden de la vida íntima de un individuo, que el número cinco millones de la investigación sobre los recursos de un hospital es un ser humano enfermo.

 Pero es evidente que hay un sacrificio y puede haber errores cuando damos nuestros datos, igual que asumimos que nos pueden romper un espejo retrovisor cada vez que dejamos nuestro coche en el aparcamiento. Eso no quiere decir que el uso de estos datos en las manos apropiadas no pueda cambiar nuestra vida para mejor”.

Entre las aplicaciones positivas, los expertos citaron como ejemplo la posibilidad de detectar y llevar vacunas contra la polio a una gran parte de la población del norte de Nigeria, que no figuran en ningún registro público. Otro ejemplo fue la posibilidad de controlar la expansión de las enfermedades que contagian los insectos, como la malaria. 

“Se sabe que los insectos se acercan al agua, así que imágenes aéreas como las de Google Earth nos pueden mostrar dónde están los lagos y las piscinas y dónde están los posibles focos de infección sobre los que se puede actuar”, explicaron ayer en Londres. Las virtudes innegables de esta nueva revelación informativa se contrarrestan en la balanza con el derecho a la privacidad de los individuos. ¿Qué sucede si esa piscina es la mía y la foto aérea fue sacada cuando estaba haciendo toples en ella?"               (El País, 03/10/2012)

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