Del lado israelí, la presencia de aproximadamente 200.000 colonos en Cisjordania y el continuo desarrollo de estos asentamientos pesan más que todas sus palabras sobre los dos Estados. Dados los hechos in situ generados por Israel, existen dudas justificadas de que la solución de los dos Estados sea realmente factible.
La guerra en Gaza endurecerá esta tendencia negativa. Porque las bajas políticas palestinas incluirán al presidente Mahmoud Abbas y a Fatah. Su pérdida de legitimidad será irreparable. (...)
La alternativa a la solución de los dos Estados es la continuación del conflicto y la realidad de facto de la existencia de un único Estado entre el río Jordán y el Mediterráneo, en el que los palestinos, más pronto que tarde, representen una mayoría. Para Israel y los palestinos, ésta es una perspectiva sombría, tanto desde un punto de vista estratégico como humanitario. De hecho, es desahuciada.
Intentar liberar a ambas partes del callejón sin salida estratégico en el que se desenvuelven sólo será posible desde afuera.
Primero, Estados Unidos debe intentar integrar a Siria y a Irán en una solución regional que también cambie fundamentalmente las condiciones tanto para los israelíes como para los palestinos.
Segundo, EE UU debe imponer la solución de los dos Estados a las partes involucradas, lo que exigirá determinación y también mantener la unidad de los principales actores internacionales.
Si una solución impuesta falla, toda la región empezará a caer en una confrontación peligrosa durante los primeros años de la presidencia de Barack Obama. Y esa confrontación no se limitará a israelíes y palestinos." (JOSCHKA FISCHER: ¿El fin de la solución de los dos Estados?. El País, ed. Galicia, Opinión, 02/02/2009, p. 25 )
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