“El promedio de precios alimenticios compilado por The Economist llegó a su nivel más alto desde 1845. Leyó bien; desde 1845. En el 2007 el trigo y la soja subieron más del 80%; el arroz y el maíz, alcanzaron precios récord. Estos aumentos no se deben a que ahora hay menos comida (el mundo produjo más cereales en 2007 que nunca) sino porque algunos cereales están siendo usados como combustible y porque ahora hay más gente que puede comer tres veces al día. La nueva clase media no sólo consume más comida. También compra más ropa, refrigeradores, juguetes, medicinas, y eventualmente, autos y casas. China e India, con el 40% de la población mundial, ya consumen más de la mitad del carbón, el hierro y el acero del mundo. Así, desde 2005 el precio mundial del estaño, níquel y zinc se ha duplicado. La clase media también consume más energía. En 2005, China aumentó su capacidad de producción eléctrica tanto como toda la electricidad que produce Reino Unido en un año. En 2006, aumentó tanto como toda Francia. El petróleo llegó a 100 dólares por barril no debido a embargos o accidentes que limitaron la oferta, sino por el crecimiento del consumo. A la clase media le gusta viajar: se estima que los 846 millones de turistas que hoy viajan cada año llegarán a ser 1.600 millones en 2020.” (MOISÉS NAÍM: La peligrosa clase media, El País, ed. Galicia, Internacional, 17/02/2008, p. 11)
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